...3...

346 54 1
                                    

Me golpeaba ligeramente con el lápiz, inconscientemente tratando que mi cerebro recuerde sobre lo que estoy viendo ahora mismo. Estaba haciendo tarea en el trabajo, pero no tenía nada de malo, no había ningún cliente y había terminado todas mis labores, además, no faltaba mucho para que mi turno terminará.

El chirrido de unas llantas me alarmó, mire para afuera para ver si se trataba de él, pero no era más que un simple auto que se había estacionado afuera. Suspiré, definitivamente me había dejado mal ese tal Aidan, de alguna manera había impactado mucho en mí.

Ver como asesino alguien, no pude dormir en toda la noche, recordando los ojos, el cuerpo, el charco de sangre que dejó aquel chico sobre el suelo y que nadie haya hecho algo para detener aquello. De alguna manera el chico se lo busco, pero era mucho que procesar para mí, jamás me vi en una situación así y vivir aquello no me gustaba en lo absoluto.

Un hombre junto con una niña entró y comenzó a buscar cosas mientras que yo arreglaba mi postura y esperaba a que llegarán a caja. Miraba por las cámaras con disimulo, tenía que ser muy precavida para cualquier cosa. Pronto estaban frente a mí y di una pequeña pero amigable sonrisa.

—Buenas noches ¿Sería todo? —Asiente.

—Si, por favor —Paso las cosas por la máquina mientras que el hombre saca su billetera y la niña espera ansiosa.

—Serían cuarenta y tres con ocho centavos —Busco en su billetera y pronto me dio el dinero, lo tome, abrí la caja y tome el cambio a la misma vez que escuché risas de fondo —Aquí tiene —El hombre tomó el dinero con cierta prisa mientras que tomaba con fuerza a la niña.

—Gracias —Tomo sus cosas y salieron casi corriendo.

—Que tenga bonita noche —Fruncí el ceño, confundida.

Risas masculinas se siguieron escuchando de fondo con fuertes pasos, se escuchaba mucho desorden así que miré por las cámaras y observé a varios chicos buscando cosas en los refrigeradores, bebidas alcohólicas junto con alguna que otra botana. No le veía nada de malo hasta que una cámara lo captó, me quedé helada al ver su figura y aquellos ojos verdes tan encantadores pero escalofriantes.

Miré el reloj y me di cuenta de que el cambio de turno había llegado pero la chica rubia de mechones aún no. Comencé a entrar en pánico, debía tranquilizarme, pero tenía miedo, la primera vez me había salvado, pero está vez podría asesinarme. Además, no tenía idea de por qué me ponía así, él no me conocía, bueno, me salvo e incluso tuvimos contacto visual aquella noche, pero no sé, todo en su vida es un juego de ganar o perder ¿podría recordarme a mí que soy solo un personaje secundario? No sabía cómo eran sus cambios de humor, un día podría estar jugando al héroe y al otro momento al villano, no tenía idea de con quién estaba tratando, pero sabiendo lo que puede llegar a ser podía estar confirmado que moría del miedo.

Escuché pasos acercarse a la caja, me quedé paralizada mirando a la puerta, rogando por qué la chica llegará o pensando si era buena idea huir ahora mismo. Estaba a nada de salir corriendo, pero apenas volví mi mirada ellos ya estaban enfrente, específicamente él enfrente mío.

—Bu-Buenas noches —Dije tratando de disimular mi miedo.

—Buenas noches —Dijo.

—¿Sería todo? —Pasé los productos tan rápido como pude.

—Y estos chicles también —Los pone y yo asiento —Disculpa ¿Te conozco? —Levantó la mirada encontrándome con sus ojos, tiemblo y no puede salir palabra alguna de mi —Si fuese así dudo que haya podido olvidar una cara tan linda —Siento mis mejillas arder.

Miro el precio mientras que los escucho reír, no sé si se están burlando, pero tampoco me importa ahora —Son trescientos con catorce cincuenta —Dije y pronto el saco su billetera, alzando ligeramente su camiseta y dejando ver un arma.

Mis vellos se pusieron de punta —Aquí tienes —El dinero cae en mis manos —Quédate con el cambio —Toman sus cosas y salen del lugar.

Siento el aire en mis pulmones, preguntándome en qué momento dejé de respirar y sintiéndome tan confundida por su actitud. Se comporta como si fuese cualquier persona cuando realmente no lo es. Pronto la chica rubia con mechones entra al lugar.

—Hola, perdón por llegar tarde, de nuevo —Se disculpa avergonzada y no vale de nada que se disculpe, siempre es solo mismo con ella, en todo el tiempo que llevo trabajando llega tarde.

—No importa —Tomé mis cosas tan rápido como pude, estaba lo suficientemente asustada con el suceso de hace un momento como para molestarme con ella.

Me despedí y salí del lugar dándome cuenta de que ellos aún estaban ahí, estacionados mientras que bebían alcohol, comían y reían. Aidan me miró y yo me di la vuelta para comenzar a caminar tan rápido como mis piernas me lo permitían.

[...]

Estaba en mi habitación, dormía pacíficamente, pero hubo un momento en el que comencé a sentirme incomoda, como si alguien me observara entre la oscuridad de mi habitación y la única persona en la que podía pensar era Aidan. En estos momentos me sentía una persona tan importante, creyendo que un chico como él pueda estar perdiendo su tiempo acosándome.

Me levante de golpe, inquieta y la oscuridad me hacía fantasear aún más ante mi cerebro medio dormido. Prendí la luz al ver figuras raras y me di cuenta de que no había nadie, suspire agotada y el sonido de autos pasando me alarmo. Dios, enserio estaba mal con todo esto.

¿Por qué seguía en mi cabeza?

No pude dormir el resto de la noche, la pase sentada en el sofá de mi pequeña sala con una manta envolviendo mi cuerpo y tomando un poco de café en una sencilla taza. El tiempo paso rápido, ni siquiera me di cuenta de que la profesora estaba al lado mío cuando yo estaba por quedarme dormida.

—¿Le parece aburrida mi clase señorita T/n? —Me levanto de golpe.

—No, en lo absoluto. Lo lamento —Hablo avergonzada y la profesora ame da un gesto de decepción.

Las personas me miraban y me parecía estúpido su comportamiento, ya no estaba en secundario o primaria para que me llamara de esa manera la atención. Estaba en primer semestre de universidad, ya éramos muy grandecitos como para hablarnos como niños de prescolar.

Comenzó a decir que lo que hice era una falta de respeto y no quería alumnos así pero el timbre sonó en medio de su sermón y todos de inmediato salimos del aula sin siquiera dejarla terminar. Sali tan rápido como pude por si se le ocurría llamarme y darme otro sermón.

Caminaba en dirección a mi trabajo, aunque realmente estaba cansada y pensaba si sería buena idea faltar, obviamente me negué a esa idea así que cansada y fastidiada me dirigí hacia mi trabajo. La música retumbaba en mis oídos por los audiófonos, pero aun así escuche el chirrido de llantas y luego el auto negro de Aidan apareció en mi vista, deteniéndose a pocos metros de distancia.

Entre en pánico, su figura salió del auto y pronto note que se dirigía a lo que parecía una fiesta infantil con decorado de princesas. Una mujer salió y tomo a su hija vestida de la bella durmiente por los hombros, tensa ante la presencia de Gallagher.

Aidan quito sus oscuras gafas para hacer una media sonrisa, parecía más una mueca, se agacho a la altura de la niña y le entrego una bolsa de regalo. Un sentimiento extraño me recorrió el cuerpo, dijo algo que no entendí y le entrego un pequeño sobre naranja realmente lleno a la madre para luego dar la vuelta y mirarme. Temblé y luego él se montó en el auto para irse.

Estaba en shock, mire a mi alrededor, era imposible que me haya visto a mí, pero no había nadie detrás ni a mis lados. Miré a la niña de nuevo y vi como saco de la bolsa de regalo una muñeca realmente hermosa y de calidad de la Bella durmiente. Al ver eso algo en mi corazón se ablando.

ᴅᴇᴠɪʟ ᴇʏᴇꜱ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora