El jugador vencido -COMPLETO-

Capítulo 36: La tormenta

Capítulo 36

La tormenta

Después de la lleno de acontecimientos entrenando en la mansión Greengrass, Harry fue directamente a la casa de Tracey para darle el collar de plata.

Teletransportando silenciosamente a su habitación, la encontró desplomada en la cama con los codos apoyados sobre el alféizar de la ventana.

Estaba mirando por la ventana con una mirada melancólica, sus ojos apagados y sin vida dirigidos al cielo nublado.

Fue decididamente extraño, pensó Harry. La Tracey que conocía era una chica animada, que era maestra en sonreír a todos y que ella misma nunca estuvo sin una.

Pero en la privacidad de su habitación, ella no parecía así. Por el momento, ella era exactamente lo contrario de su ser alegre.

No había indicios de una sonrisa en su rostro, ni había ninguna travesura en sus ojos. Por el contrario, parecía tan ... triste y solitaria. Totalmente diferente a su yo habitual. Y se sorprendió por eso, nunca la había visto en ese estado, nunca la había visto sin una sonrisa. Su alegría de finalmente joder a su tía se disipó ante esta anomalía.

"Tracey." Llamó con el ceño fruncido, su voz llena de cautela. Dicha chica se sorprendió y le rompió la cabeza hacia él, con el pelo largo rebotando alrededor del cuello. Y tan pronto como lo vio, la confusión y la felicidad giraron en sus ojos color avellana.

"Harry, ¿qué haces aquí? Cómo es usted aquí? Mi cuarto está cerrado." Ella cuestionó con una sonrisa confusa, deslizándose de la cama y apresurándose hacia él.

"Magia." Se ofreció con una sonrisa distraída, tirando de ella en sus brazos para un breve abrazo. Si se dio cuenta de que era más estricto de lo normal, entonces no lo mencionó.

Se rió dulcemente, sus ojos marrones brillaban mientras se desenredaban el uno del otro.

Y he aquí, ella había vuelto a su ser burbujeante y el mundo tenía razón una vez más.

Aunque no creía que alguna vez pudiera olvidar lo que había visto antes.

Su cabello moreno revoloteando con el viento húmedo. Sus cálidos ojos color avellana rebosantes de profunda tristeza como si se estuviera ahogando en el mar y no quisiera defenderse, hundiéndose silenciosamente en el fondo.

No olvidaría eso .

Pero ahora no era el momento para eso.

"Multa. La magia responde como entraste a la habitación. Incluso si me asusta que no lo sé que magia." Ella dio un estremecimiento dramático, sus labios temblando de alegría, "Pero por qué ¿es usted aquí?"

"Cuidado. Estás empezando a sonar como si no quisieras que te visitara." Ignorándola y sin permitirle responder, Harry caminó hacia su cama y se subió a ella antes de moverse hacia la ventana. Sonrió cuando la brisa fresca lo cubrió.

Iba a llover, reflexionó sin hacer nada. Había un cierto olor terroso en el aire que lo hacía obvio.

Tracey y su madre vivían en el lado muggle de Londres, a diferencia de la población mágica general. Y los dos residían en un piso en el décimo piso, en la parte menos concurrida de la ciudad.

Era un edificio alto, al menos en comparación con las moradas mágicas habituales. Por eso no se sorprendió cuando una tormenta aullando silbó en su cabello, casi derribándolo en su trasero.

"Oye! no te inclines demasiado o te convertirás en una pasta roja en el suelo." Tracey dijo preocupada, uniéndose a él en la cama, posando la barbilla en el alféizar de la ventana junto a su cara. Estaba divertido y conmovido cuando ella le agarró la parte posterior de la camisa para que no se cayera por la ventana.