Las estrellas son bastantes bonitas

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-Las estrellas son bastantes bonitas.-

Dijo el chico mientras miraba hacia el cielo, con una sonrisa en su rostro la chica lo miraba con una intensidad en sus ojos que solo se refleja cuando se le tiene un gran aprecio a alguien más.

-¿Lo son?-

Respondió, en un tono juguetón mientras dejaba salir una pequeña risita y acariciaba el cabello ondulado del chico.

-Claro, tan solo míralas.-

Le devolvió el chico mientras reía de una manera tierna por el jugueteo, sin apartar su mirada del cielo podía notarse reflejado en sus lentes los pequeños puntos blancos brillantes.

-Prefiero verte a ti toda la noche.-

Respondió insistente la chica, armando una pequeña pelea para ver quien cedería primero ante las exigencias del otro.

-Entonces, ¿no quieres echar un vistazo a mi lado?-

Arremetió el chico con una sonrisa, sus labios se volvían una droga difícil de evadir para la chica, y sus palabras dulces y serenas fueron como una orden para ella, la cual abrazo con delicadeza su brazo y se acomodó a su lado cerrando sus ojos.

-Son bastante hermosas.-

Dijo mientras acomodaba su cabeza sobre el hombro del chico, evitando que su cabello estorbara demasiado en su pequeño sitio de reposo para esa noche.

-Ni siquiera estas mirando.-

Le recrimino el chico soltando una pequeña risa mientras lo hacía, se movió un poco para descansar bien su brazo sobre la barra y así dejar que la chica se sintiera cómoda a su lado todo el tiempo que quisiese.

-¿Por qué no abres los ojos y miras?-

Volvió a atacar el chico con sus intenciones, pero la chica no le respondió por lo que desistió de seguir intentando aquello y solo se quedó, con una sonrisa en silencio, disfrutando de la vista.

La chica no abrió sus ojos todo ese tiempo, no debería pues, su amor se había ido desde hace varios años y lo que fuere que estaba en el cielo, no eran para nada unas estrellas, las estrellas no hablan y, mucho menos, gritan de dolor.

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