Antología

Coraje

Me opuse, pude decirlo con la voz firme y clara, a la vez que todos los demás posaban sus ojos sobre mí, mirándome y observando hasta el más mínimo movimiento que he de hacer. Lentamente, puse mi mano sobre la mesa, haciendo al lado la cuchara, colocada ahí junto a mi plato de porcelana color blanco; con fuerzas presione hacia abajo, tomando impulso suficiente para terminar con aquella oración que había iniciado segundos antes.

Mi voz vociferaba la noticia dentro del ambiente que se suscitaba en la cocina, los nervios como de costumbre, se cernían sobre mi cuerpo comenzando a invadirme, mi mano que yacía firme hace unos momentos empezaba a traquetear y temblar moviendo, de manera incesante el cubierto, no me detuve, aun cuando mi madre comenzó a abrir su boca para escupir una excusa y sacarme de aquella situación. No me detuve, pues tenía que continuar con aquello, aunque mi cuerpo se negara a continuar, aunque mis labios se secasen, mi boca tartamudeara y mi lengua se hiciera nudos al moverla. No me detuve. Aun cuando mi cerebro maquinaba ideas sobre como todos mis familiares se reirían de mí, en burla sobre lo que, para mí, era un esfuerzo gigantesco. No me detuve. Pues sí en algún momento titubeaba y recaía en desistir, jamás podría tener de nuevo el valor para terminar lo que ahora, ya he iniciado.