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Una joven llegó con cansancio hasta su habitación para después dejarse caer en su amada cama después de haber trabajado arduamente todo el día en su tienda de ropa.
— Arg, ¡estoy exhausta!.— el cansancio en la voz de la joven rubia de ahora dieciocho años era muy notorio.
Estaba a punto de quedarse dormida hasta que recordó que se estaba olvidando de algo importante y se levantó rápidamente de la cama para dirigirse hasta su armario donde saco un vestido verde y unas sandalias blancas bajas.
— ¡Tengo que irme rápido! ¡Me olvidé de ir a ver a Tiana!.— Gritaba mientras terminaba de ponerse la última sandalia e agarraba su bolso para después salir a toda prisa de su casa.
Audrey corría lo más rápido que podía para llegar a tiempo al local donde trabaja su amiga, salió con esa idea olvidándose por completo que tiene un auto con el que fácilmente pudo haberla llevado más rápido.
— ¡TIANAA!.— Grito una vez dentro del local haciendo que todas las personas exaltadas la volteen a ver, incluso la mencionada la voleo a ver sorprendida pero al reconocerla cambio a una sonrisa para acercarsele.
— ¿De nuevo tu alarma no sonó?.— Eltono de burlón de Tiana hizo reír a su amiga con pena.
Tiana tomo a su cansada amiga de los hombros para dirigirla a una mesa vacía y después darle un plato con deliciosos Beignets.
— Encerio discúlpame, lo único que tenía en mi cabeza era volver y dormir hasta el otro día.— Agarró un Beignet para comerlo y mirar a su amiga con pena quien rio levemente.
— No te preocupes, lo entiendo, yo también lo hago.— Se sentó al lado de la chica para acariciar la cabeza de su amiga y mirarla con compresión.
— Nonono ¡Te lo compensare Ti!.— La rubia tomo su bolso para agarrar mucho dinero y dejárselo en la mesa a la sorprendida morena.
— ¡E-Espera Audrey! ¡Es demaciado! ¡No tendre para reponerlo después!.— Tomo exaltada el dinero que estaba en la mesa para después mirar preocupada a su mejor amiga.
— ¡No es necesario! ¡Es una disculpa por dejarte esperando por tercera vez!.— Estaba muy apenada.
— ¡P-Pero es demasiado!.— La sorpresa en su cara seguía presente.
