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Jungkook corrió. Corrió literalmente por su vida. Su madre lo perseguía con los ojos hecho fuego, no sabía qué diablos había hecho, pero tuvo que haber sido realmente algo malo para que su madre le gritara cómo sería su muerte, con detalles y todo. Con sus ojos a tope y con grandes zancadas corrió velozmente, pero ella cada vez estaba más y más cerca.

-¡Mamá ya basta! ¿Por qué diablos me persigues? ¿Qué hice ahora? -gritó al viento con miedo, mucho miedo. Nana era el diablo.

-Una vez que te ponga las manos encima sabrás lo que es el infierno, mocoso.

-¿Qué? ¡No! -chilló- ¡No entiendo nada! ¿Qué jodidos hice?

-¡Te fumaste mis cigarrillos!

Mierda. Eso había sido hace meses atrás y los repuso, como si nada hubiera pasado. No recordaba haber hecho eso en mucho tiempo hasta la fecha. Algo andaba mal. Giró su cabeza solo un poco mientras no dejaba de correr, y los cabellos de su madre se elevaron como si fueran miles de pequeñas serpientes. El castaño gritó, eso era horrible. Su madre parecía una maldita endemoniada.

-¡Te atraparé mocoso infeliz! -gritó ella con voz sulfúrica.

-¡¡Nooo!!

Había llegado al final del camino y después de eso no existía nada más, tragó grueso cuando sus pies no pudieron parar en la punta del risco y ella lo atrapó. Él quiso soltarse, se removió hasta que sintió que estaba cayendo al vacío. Lo hizo, cayó lentamente y se afirmó de unas rocas. No tuvo suerte, su cuerpo se precipitó al acantilado que no tenía fin y su madre lo miraba desde la cima, con una gran, gran sonrisa siniestra.

-¡Limpiarás la casa por completo todos los malditos días! ¡Jajajaja!


Fue lo último que escuchó cuando cayó de bruces sobre algo duro e incómodo. Pensó que estaba muerto, aparentemente lo hubiera estado si todo hubiera sido real. Pero no. Sus ojos se abrieron por la desconcertante luz que emanaba de la delgada cortina, el sol estaba en su máximo punto de la mañana. Parpadeó casi adolorido y se removió con dificultad, intentó correr algo duro y pesado a su costado, logró hacerlo solo un poco, pero estaba tan somnoliento que desistió y soltó un largo suspiro. De pronto, un brazo se posó sobre su pecho y lo jaló con fuerza, giró su cabeza bruscamente, totalmente desorientado. Sus ojos se abrieron como dos pelotas de ping pong. Enormes y eyectados ojos veían en la proximidad máxima a su rostro la cara de Jimin, levemente roncando.

¿En qué momento de había caído de la cama?

Sus impulsos asesinos y de sobrevivencia lo instaron a actuar en ese preciso momento, pero como siempre, todo resultó mal. Dios, Buda, Alá y ninguno de esos maravillosos e imaginarios seres lo amaba, más bien, lo detestaban.

-Bien chicos, levanten sus traseros y-

La puerta se azotó escandalosamente y Taemin quedó con el discurso en la boca cuando vio a un Jungkook siendo muy abrazado por su hermano menor. La cara de Jungkook era indescifrable, era como una mezcla de "mátenme" "los mataré a todos" y "ayuda". Aparentemente Jimin no tenía la más jodida idea de lo que estaba haciendo. Terminó entrando a la habitación y con su pie le golpeó y empujó la pierna de Jimin, éste comenzó a maldecir en susurros y a moverse. Luego, Taemin sabiamente, y, precavidamente, se alejó hasta llegar a la puerta y rodó sus ojos.

Aquí venía otra vez.

Park abrió sus diminutos -aún más diminutos- ojos como platos cuando las cuencas negras de Jungkook conectaron con enojo con los marrones suyos, abrió su boca para decir algo, pero al ver que era él el que tenía un brazo por encima de su némesis, lo retiró como si Jeon estuviera infectado con lepra. Se alejó escandalizado y Jungkook también lo hizo cuando recuperó la razón.

Captivating Enemy 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora