VII. Los juicios de Nigredo.

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—Nigredo, Señor Negro y Amo de los cuervos,− Su nombre dicho de esa forma, retumbando por pasillos vacíos, era raro, en lo mínimo. —¿Como se declara ante la acusación de asesinato pasional al Heraldo de Kul-Manas?−

Ah, es este recuerdo entonces.

—Yo no tengo idea de lo que habla, su majestad.

El Rey Ahorcado se quedo inmóvil ante la clara falta de compromiso de su parte. Paso de largo de el, yendo directamente al auditorio donde toda Alagadda estaba reunida. Sin decir nada o ordenarlo, El Señor Negro lo siguió como un buen perro guardián, los cascabeles en su traje tintineando al caminar. Los pasillos eran largos y angostos, ni una sola ventana en esta o cuadro, mas que algunos espejos rotos.

—El realmente hizo un desastre antes de morir,− Dijo sin voltear a mirarlo. —El te amaba mucho, Nigredo−.

Ouch, dolió bastante escuchar eso. Aunque, si era sincero, esta memoria era muy diferente a como lo recordaba. Todo se sentía... raro. El Rey era mas dulce de lo normal, los colores mas apagados de lo que deberían y su traje parecía mas el de un mago que un arlequín. Este recuerdo no se sentía bien, no estaba bien. Antes de poder pensarlo un poco mas, las enormes puertas del auditorio se abrieron para revelar toda la población de Alagadda en un lúgubre silencio, ni una pizca de color a la vista, solo negro.

—Inicia el juicio contra el Señor Negro, acusado de matar a nuestro adorado Kul-Manas en un ataque de celos desquiciado−. Dijo El Embajador, sollozando por primera vez en la historia.

—Esto no es como lo recuerdo...

—¿Como se declara ante esta acusación?

Recordaba la parte del juicio, la vestimenta funeraria, el ambiente e incluso ciertas voces en el fondo, pero habían cosas que no cuadraban en los hechos que el experimento, mas que nada el cariño que le tenían a Kul-Manas; en su memoria, Heraldo no era mas que un don nadie que tenia privilegios por la relación cercana con el y su poder de viajar en el multiverso, lo cual era algo bastante increíble por si solo, pero nunca se le vio con tanta estima como esta vez.

—No entiendo que es lo que pasa,− Pregunto Dýo mirando a los lados. —Pensé que odiaban a Kul-Manas...−

La audiencia suspiro indignada, algunos insultándolo o tachándolo de loco, otros arrojando basura hacia su estante. El Rey uso el martillo para poner orden en la sala, gritándole a todos que conservaran la calma, y aun sin rostro, pudo sentir su mirada llena de furia quemando su frente.

—Nigredo, creo que usted no entiende la gravedad de este asunto.

—Mi Rey, créame que se de que se me acusa, pero lo que pasa es que este recuerdo, esta siendo distorsionado por algo.

—El estrado no tolerara mas incoherencias, haga su declaración para salvar la poca dignidad que le queda−. El Rey ordeno que caminara hacia el pilar para ser interrogado, sus abogados siendo el Señor Amarillo y Rojo, mientras que los defensores de la "victima" era el Señor Blanco.  —Al dia de hoy, se le acusa al Señor Negro por conspiración contra nuestro alabado Corredor del Plano Astral, Heraldo de Kul-Manas, en un intento de destronar su puesto de Mago y reclamarlo como suyo−.

Un momento, hace unos segundos se le estaba tachando de asesino (lo cual lo era) pero ahora es un juicio por un fallido destronamiento. Es como si diferentes memorias estuvieran siendo mezcladas entre si, por un lado estaban los hechos como el los recordaba: El juicio de la muerte de Kul-Manas ante una Alagadda indiferente que solo saciaba su aburrimiento, y por otro lado estaba una ejecución publica por difamación a un Mago. El griego dedujo que estos nuevos recuerdos eran del Kul-Manas que se llevo a Louis, a juzgar incluso por el cambio de colores constantes de brillantes a nulos, sus lideres compadeciéndose para luego enredarse en sus propias palabras y quedar en negación.

(Pausada) THANATOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora