𝓑 | Donde Draco es el chico malo y jodido con demasiados problemas. Y Harry el niño rico perfecto, con demasiado dinero. sus escuelas están una frente a la otra. Se reúnen en una fiesta y eso es lo último (y tal vez lo único que necesitan).
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Decir que Harry se estaba volviendo loco sobre el incidente con Draco era un eufemismo. Todo fue cuesta abajo desde esa noche, porque lo único que Harry podía pensar cuando no estaba ocupado con la tarea, era la forma en que las manos de Draco cayeron sobre él.
Cada vez que veía a Draco apoyado en la pared de ladrillo de su escuela cuando Harry salía, se ruborizaba y giraba la cabeza. Probablemente no significaba nada, pero Harry todavía no podía evitar sentirse extraño a su alrededor. Le molestaba un poco para ser honesto.
Tenía mucho en su mente; el baile de invierno, los exámenes parciales, así que Draco era lo último que necesitaba.
Y no quería, sobre todo porque se ponía muy extraño.
—¿Tienes todo? Billetera, llaves, ¿teléfono?—Preguntó su mamá en la puerta mientras se fijaba la corbata.
—Sí madre.—Suspiró y ella lo besó en la mejilla, antes de entregarle el ramillete y la flor de ojal, que le iba a poner a Ginny. Tomaría su Lamborghini y conduciría hasta el hotel.
Harry salió de su casa a las seis ese 12 de diciembre por la tarde. Estaba pensando en pasar un buen momento y olvidarse de todo por un rato; escuela, futuro y Draco. Por no hablar, de su cumpleaños que sería en dos semanas y había planeado lanzar una fiesta en la piscina del hotel de su tío, un día antes de su cumpleaños real, porque tenía que estar en casa para la cena de Nochebuena.
La casa de Ginny estaba a cinco minutos de la suya en coche. Las puertas se abrieron al ver que era él, y condujo todo el camino hasta la puerta de entrada, antes de bajarse del coche. Se acercó a la puerta y llamó. El padre de Ginny, que lo saludó con un apretón de manos firme y una inclinación de cabeza, abrió.
—Buenas noches señor y señora Weasley—Harry dijo cortésmente y abrazó a su madre.
—¡Ginny! ¡Harry ya está aquí! —Su madre llamó y los tres levantaron la mirada hacia la escalera, donde apareció de repente.
Por supuesto que tenía que hacer una entrada, Harry pensó para sí mismo y tomó cada fibra de su ser para no resoplar y rodar sus ojos.
Llevaba un largo vestido azul que mando hacer a Jimmy Valentino.
—Te ves increíble amor. —Harry le dijo la línea que había ensayado en el coche, y luego puso el ramillete en su muñeca cuando su padre los filmó. Luego fijo la flor de ojal y posaron para un par de fotos.
Ella subió una de las fotos a su Instagram mientras Harry los llevaba hasta el hotel. Fueron quince minutos en coche y se pusieron en la fila detrás de las numerosas limusinas, Ferraris y Lamborghinis.
Contempló si debía o no aparcar el coche él mismo, pero todo el mundo estaba dando sus llaves a uno de los muchos mozos que estaban esperando. Sus compañeros de clase estaban caminando por la alfombra roja que rodaba todo el camino hasta las escaleras y condujo al interior. Había un montón de fotógrafos contratados para tomar fotos en la entrada y Harry se sentía bastante importante porque podía ver gente en la calle mirar con envidia.
