1. En un suspiro

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Con la cabeza apoyada en su brazo derecho, Kang Haerin miraba las gotas de lluvia a través de la ventana. La clase de 2°B se sentía más vacía que de costumbre, los exámenes cercanos se llevaban toda tranquilidad del lugar y la mayoría prefería quedarse en la biblioteca.

Para la chica de ojos oscuros, dormir era por lo menos mil veces más entretenido que estudiar, no es que se le diera bien, pero tampoco iba a hacer algo para mejorar. Simplemente encontraba la vida aburrida, y no parecía que eso fuera a cambiar pronto, ¿o sí?

Danielle tenía todo lo que le hacía falta al ambiente, con un aura que le caracterizaba como a nadie en el mundo, acompañado de una sonrisa que no parecía querer irse. Entonces se formó un notorio contraste cuando entró junto a Minji en aquella sala medio vacía.

ㅡEhh, ¿esto es 3°D? ㅡpreguntó en voz alta para después cambiar a un susurro hacia su amigaㅡ creo que nos equivocamos de planta unnie..

Entre el silencio que aún persistía, Haerin tomó un segundo de su siesta para ver quien la había interrumpido. Unos preciosos rizos castaños se asomaban por el marco de la puerta cuando una voz de fondo respondía la pregunta propuesta.

ㅡLa clase que buscan está justo encima de esta, tienen que subir otro piso más ㅡdijo Hanni, guiándo a las chicas con gestos de dirección.

Entonces pudo volver a cerrar los ojos una vez que la entrada quedó libre. Las lagrimas del cielo chocaban con los cristales en la pared, creando melodías sin ritmo aparente, pero lo suficientemente ruidosas para calmar la angustia que vivia como parásito en el corazón de Haerin. Ahuyentaban el resto de sonidos ante sus oídos y transformaban las charlas entre clases en un espacio similar al silencio, a diferencia de que era un sonido constante. Haerin creía empezar a pensar que se trataba de lo mismo, que el silencio era un sinónimo de ruido y viceversa. Todo igual.

Tenía la suerte de poder distinguir algunas voces que la sacaran de sus pensamientos. Hanni era experta en eso, quizá no fueran amigas de toda la vida o mucho menos las mejoran amigas, pero estaba para ella en todo momento incluso si la mayoría de veces no tenía los ánimos de hablar. No precisamente por su constante e invariable estado de ánimo, sino porque era de pocas palabras. Era esa persona que guardaba todas las poesías existentes en su cabeza sin dejar que salieran al mundo.

Y es que Haerin nació con el don de escribir hasta lo más simple como una encarnación de la palabra belleza. Los versos sin rumbo se reflejaban en hojas sueltas que acababan tomando forma de cisnes de origami; el pasatiempo favorito de la castaña.

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ㅡ¿No te parece increíble? en serio no entiendo cómo pueden poner el curso orientativo a la vez que los malditos exámenes, ¿acaso piensan que somos robots?

corazón estrellado. daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora