2. ¿Me ves?

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Nunca pareció ser mala idea, pero ahora este pequeño trabajito se hacía más emocionante para Danielle. Tenía claro que si experimentó una sensación tan fuerte al ver a esa chica debía haber una razón detrás.

Si bien las ideas de que le atrayera ya habían entrado a su cabeza, sabía que necesitaba pensarlo un poco más. Siempre tuvo el pensamiento de que uno solo se puede enamorar tras conocer en profundidad a la otra persona, aunque eso jamás le había llegado a ocurrir. Puede que si le gustase alguien en su vida o sintiera cierto interés, pero no al punto de enamorarse.

Danielle solía decirse a si misma que amar con un corazón como el suyo solo la rompería más. Tenía una horrible condición debajo de esa sonrisa, y realmente no quería amar a alguien y que la viera con pena.

Amiloidosis cardíaca, también conocida como síndrome del corazón rígido. Esto significaba que sabía tratarse prácticamente desde que era pequeña, pero aún con todo controlado siempre cabe la posibilidad de un fallo. El nuevo protocolo fue el causante de que cambiara de instituto a uno más cómodo económicamente. Literalmente hablando, le estaba costando la vida.

Lo bueno es que conocía a Kim Minji desde temprana edad, la acompañaba en cada revisión y siempre se tomaba el tiempo de visitarla en sus ingresos al hospital. No es algo de lo que Danielle hablara públicamente, en realidad odiaba compartir sus preocupaciones, por lo que tan solo unas pocas personas sabían sobre este tema.

Así que volviendo a Haerin, las posibilidades de un romance eran bastante bajas; por mucho que lo quisiera o por mucho que se tratase.

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Segundo día en orientación, Danielle volviendo a dirigirse a la clase entera, pero esta vez con la mirada puesta en una sola persona. Sería incómodo en cualquier otra situación, de no ser por que Kang Haerin la miraba con los mismos ojos.

Como si tan solo estuvieran ellas dos allí, en el mundo o incluso en el universo entero. Se hablaban sin palabras, perfecto para ambas.
Entonces Danielle debía aprovecharse un poco de su puesto.

ㅡPara que trabajemos mejor, ¿que tal si nos presentamos?, ustedes ya se conocen pero.. yo todavía no sé sus nombres ㅡdijo con una pequeña risa.

El silencio era mutuo, y es que el ambiente seguía sin ser el mejor teniendo en cuenta que se avecinaban los exámenes más difíciles.

ㅡ¿Por que no empiezas tú? ㅡpreguntó señalando a alguien cerca de la ventana.

Parecía sorprendida, y a juzgar por las miradas del resto, Danielle dudaba que fuera a contestar.

ㅡHaerin, Kang Haerin.

Tres palabras que para la mayor fueron un completo sinónimo de esperanza. No solo desconcertó a su clase sino a sí misma.

ㅡ¡Sigo yo! soy Pham Hanni, un gusto ㅡdijo devolviendo la sonrisa.

Por alguna razón esta segunda chica le recordó a su risueña hermana, Lee Hyein, algo menor que ella pero con su misma energía.
"Se llevarían bien", pensó al escuchar a Hanni.

Así, el entorno se fue soltando poco a poco, dejando paso a las risas y sacando las preocupaciones en el tiempo que Danielle estaba allí.

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A veces las casualidades son tan mágicas que llevan a encontrarse con la gente indicada. Al menos lo eran en los ojos de la mayor. ¿Quién diría que llegaría hasta ese lugar mientras trataba de conocer mejor el instituto?

A primera vista, a nadie se le ocurriría acercarse a saber que se encuentra detrás de esa puerta, es más, cualquiera asumiría que estaba cerrada, abandonada, sin nada que ofrecer. Cualquiera menos una Danielle llena de curiosidad, dispuesta a explorar cada rincón.

Para su sorpresa, era imposible de abrir, faltaba una llave que jamás encontraría. Sin embargo, eso no la iba a frenar de mirar a través de la pequeña ventana en la parte superior. Con la vista algo borrosa, logró distinguir una gran cantidad de hojas y cuadernos, todo desperdigado a lo largo del suelo. Más arriba, unas figuras colgando del techo, sin capacidad de ser vistas desde fuera; Danielle deseaba entrar y descubrir de que se trataba. Por último, una chica sentada al fondo del cuarto, se giraba de vez en cuando, pero su rostro se difuminaba en la distancia.

Tocó la puerta un par de veces sin recibir respuesta, no fue hasta que pronunció su nombre que la extraña chica levantó la cabeza y se dirigió a la entrada. Ahora era ella quien miraba por la cristalera para comprobar si decía la verdad. Abrió la puerta a alguien por primera vez.

ㅡ¿Haerin?

La repentina presencia de la persona que la desconcertaba ascendía la velocidad de sus latidos. Le traía una ráfaga de emoción que estaba fuera de su control.

Sin decir una sola palabra, Kang tomó su brazo hasta quedar ambas dentro. Su primer contacto y charla directa.

Esta vez con más claridad, podía observar todo el interior, quedando asombrada por el mundo que la menor había creado en un espacio tan pequeño. Volvió a mirar hacia arriba, las figuras colgantes ahora eran cisnes de origami que daban la impresión de que saldrían volando en cualquier momento.

ㅡ¿Los hiciste tú?

Haerin solo cogió uno más del suelo, estaban por todas partes.

ㅡSon mis poemas ㅡdijo desdoblando el folio para revelar sus versos

ㅡ¿Están escritos hacia alguien? ㅡpreguntó Marsh tomandolo en sus manos.

"Flor de luna,
atesorate también en las fases sin luz. En los días sin sol, y en las gibosas menguantes."

ㅡNo tengo una musa ㅡrespondió.

Sus ojos conectando de nuevo, desprendiendo calidez.

ㅡPodrías encontrar una más cerca de lo que crees

ㅡPodría ㅡasintió Haerin, hipnotizada con cada detalle de la contraria.

Esta última rompió el contacto visual

ㅡEs precioso lo que escribes, en serio.

De repente parecía otra persona al oír esas palabras. Ni siquiera la propia Kang pensaba que algún día le fuera a sonreír a alguien, mucho menos a una casi desconocida, pero de alguna forma no podía evitar hacerlo con Danielle. Sacaba ese lado suyo sin conocer.

Una sola sonrisa de esa chica bastaba para producir cientas en la mayor.

Una sola sonrisa de esa chica bastaba para producir cientas en la mayor

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corazón estrellado. daerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora