II

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Seis meses han pasado. Auschwitz es un lugar horripilante, especialmente para una mujer o para un niño pequeño. La gente aquí trabaja hasta que sus débiles cuerpos no pueden más y se tumban al suelo, siendo recogidos por otros prisioneros en casi el mismo estado, pero que aún no se han caído. Prisioneros que hayan muerto o no, son llevados hasta una fosa común en donde tiran sus cuerpos y los entierran sin más. Algunos más piadosos, deciden dejarlos en pilas uno arriba del otro, dejándolos morir por falta de agua y comida.

Los soldados se divierten con el sufrimiento, pero sin duda el Ángel de Auschwitz era la que más se divertía.

Una mujer despiadada que por día mataba a treinta mujeres electrocutándolas con las vallas y que cada mañana daba un hermoso paseo en bicicleta, con el que portaba un arma y les disparaba a prisioneros al azar.

No pasó mucho hasta que se dieron cuenta que aquella mujer causaba demasiadas bajas, que fue enviada a Bergen-Belsen, un campo de prisioneros enfermos, en el que se presume que continuó torturando a los judíos, pero ésta vez con un látigo, porque le daba repulsión tocarlos. Pero por lo menos aquí en Auschwitz-Birkenau, la historia de la bella bestia, Irma Grese, había terminado. Sin embargo, la historia de la perra de Belsen apenas había empezado.

𝐶𝑎𝑟𝑡𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑖́ [𝑃𝑜𝑙𝑜𝑛𝑖𝑎 𝑥 𝐿𝑖𝑡𝑢𝑎𝑛𝑖𝑎]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora