F I V E

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Dos semanas llorando no eran buenas cuando una pancita de ocho meses lo acompañaba, pero nada mejoraba su estado de ánimo cuando recordaba a cada minuto el dolor que causaron las palabras del otro en el. Incluso seguía observando cosas redondas que le desplomaban la vida.

—Baek...¿vamos por unos pasteles?

—Dae...no tengo ganas de existir.

—Te comprare comida china.

Excusa perfecta, y dos minutos lo tenía en la puerta.

Ya en el auto, se dedicó a observar su teléfono y a ver cómo las redes sociales seguían polarizadas sobre el anuncio de su embarazo. Muchas estaban de acuerdo y esperaban que lograra ser feliz con el chico que amaba, otras no hacían más que pisotearlo por las decisiones que había tomado. No podía entender como por ser una figura pública las personas tenían derecho a opinar sobre su vida como si fuera la de ellos, tal como si te restregaran en la cara que tu fama es por el tiempo que se dedican a "conocerte" y el dinero que invierten. Si bien nunca tuvo ese concepto de egoísmo, que el dinero que tenía era solo gracias a él, no podía estar tranquilo cuando a quienes les entregó tanto tiempo su talento y amor dejaran de apoyarlo por el simple hecho de que deseaba ser feliz.

Podría haberse lanzado a llorar nuevamente rogándole a jongdae que se devolviera para poder seguir desconsolado hasta por lo menos lograr tener a Anya, pero sabía muy bien que quedarse encerrado para siempre no solucionaría nada, y mucho más importante que eso...la bebe le exigía que comiera ese plato de comida china.

—¿A qué restaurante iremos?

—Uno a las afueras de la ciudad, está en un bosque pero no es aterrador.

—si me matan recuerda que es doble homocidio.

Al estacionarse abrió la puerta y bajo con cuidado, ya le era complicado caminar con la espalda adolorida debido al peso que cargaba dentro de él. Camino sobre la tierra húmeda rumbo a seguir a jongdae hacia donde se iría, ya que al estar tan oscuro el sitio le era imposible averiguar el paradero del restaurante. Sonriente acariciaba su pancita mientras se acercaba más a una luz que podía divisar aún lejana, Anya parecía hambrienta y motivada por comer tal exquisitez.

—¿Es muy lejos Dae? Anya se esta moviendo un poquito.

—Estamos llegando tranquilo, debe estar agitada porque siente que su otro papá está cerca.

—¿disculpa?

Más que arruinar la sorpresa fue un adelanto, porque segundos después pudo ver a Chanyeol con traje parado frente a él. ¿Le extrañaba? Con toda su alma, pero su arrogancia no le permitía correr para lanzarse en sus brazos, a pesar de lo suavecito que se encontraba su corazón cuando estaba entrando en un pasillo completo de velas amarillas que iluminaban su caminar. Emocionado porque las estrellas eran interrumpidas por tantas luces que envolvían árboles y arbustos.

—Baekhyun...

—¿Para que es todo esto?

—Para decirte que te amo y no aguanto a estar un segundo más sin ti.

El chico no pudo seguir aguantando la opresión de su corazón y termino corriendo a sus brazos tal como lo había pensado nada más con verlo, solo que al tener su pancita tan grande no fue capaz de abrazarle con la fuerza que quería hacerlo.

—Dime, que significa esto.

—Significa que quiero que te cases conmigo, que pasemos lo que nos queda de vida juntos, unidos por el amor que nos tenemos y por la felicidad de poder formar una familia.

—¿me lo puedes pedir como lo hacen en las películas?

Entre risas se arrodilló frente a él con cierta cajita que se abría entre sus manos haciendo relucir un anillo de diamantes para pedir la mano del otro, quien lloraba desconsolado en cada segundo que el anillo tardaba en posicionarse en su lugar.

Crisis de los 30 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora