☆. Capítulo II. La Ciudad de las Mil Caras

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CAPÍTULO II:
LA CIUDAD DE LAS MIL
CARAS

CAPÍTULO II:LA CIUDAD DE LAS MILCARAS

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        GRUS SE QUEDÓ ESCUCHANDO. Su habilidad para escuchar y averiguar qué significaba un tartamudeo o una pausa la hacían ágil para saber si alguien tenía prisa, nervios o algo qué ocultar. Al resto podría parecerle un pasatiempo aburrido, pero para Grus escuchar era algo que se le daba muy bien. Podía deberse a ese extraño vínculo invisible que la conectaba a otros a través de las palabras, ella consideraba que en las historias y aquello que la gente tenía por decir existía un universo entero. Por eso mismo había logrado comprender a tan temprana edad lo que la gente decía incluso cuando callaba.  

Pero a veces no significaba que tuviera perimitdo escuchar las conversaciones que otros mantenían, estaba en su casa, sí. Solo que los adultos se encerraron en una habitación sin mencionarle nada a ella. Por eso permaneció quieta, sin mover un músculo, respirando con lentitud.

Cuando Grus tenía cinco, hace dos años atrás, Piiman había empezado a dedicar su vida a un trabajo muy particular. El joven visitaba las ciudades del archipiélago transportando lindas artesanías, telas, frutas, productos agricolas y muchas otras cosas, ganando así el titulo de mercader profesional. La noticia más susurrada en la Aldea de Syrup era sobre lo mucho que se ganaba en la Ciudad de las Mil Caras. Una ciudad que comenzó a formarse poco después del nacimiento de Grus.

Un territorio nuevo.

Piiman le había contado que era grande, tan inmensa que no se sabía dónde estaba el final. Al menos él, ni siquiera podía verlo cuando visitaba la ciudad. Le contó que había todo, colecciones increíbles de un montón de artefactos imposibles de nombrar —muchos porque no estaban en un lenguaje humano—, que habían tiendas altisimas y otras pequeñitas. Personas que se ven como uno y otras que por el contrario no son personas.

Cuando Grus escuchó eso pensó que en la ciudad vivía el mundo entero. Su primer pensamiento fue desear poder conocerlo, porque si había una cosa que caracterizaba a Grus era su curiosidad y su tan buen trato hacia lo diferente.

      La conversación que estaba escuchando tenía que ver más o menos sobre esa ciudad. Grus había alcanzado a oír que Piiman vió un cartel que la Marina esparcio por todo el territorio de la ciudad, lo que significaba que entonces estaba en todo el mundo. La niña trató de escuchar qué cosas decía aquel cartel o qué imagen tenía, como para causar caos en su familia. Desde su escondite, en el pequeño pasaje de conductos de aire acondicionado, Grus siente la molestia de su tía Reiju. Usualmente ella se mantiene al margen de las emociones, es una mujer reservada que goza más de reírse pero jamás muestra cómo se siente. Esta vez su máscara se a roto.

"No debería existir, Kaya. Nadie debería de saberlo". Es lo que alcanzó a escuchar, Grus frunció sus cejas confundida. Quizá sea lo mejor, debe respetar los límites de lo que debe o no saber, esto puede ser demasiado dificíl de entender para ella, porque sabe con certeza que todavía no envejece como sus tías, no a viajado sobre el mar, ni salvado vidas. Si es capaz de alterar a los adultos, entonces ella no quiere saber el significado de ese cartel. Gateó lentamente en dirección a su habitación, ignorando los murmullos. 

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⏰ Última actualización: May 25 ⏰

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