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—No me cansaré de decirles que lucen hermosas—halagó Bill, abrazando a Ana y a mi por los hombros. Sonreí dándole las gracias—¿Cierto chicos?

Todos asintieron con una sonrisa, compartiendo la opinión del pelinegro.

—Aún estoy sorprendido de que quisieras celebrar tu cumpleaños, Lia—habla está vez Georg, mientras caminabamos hacia la zona VIP—¿Que te hizo cambiar de opinión?

Me encogí de hombros, con una sonrisa sacarrona.

—¿Que te puedo decir?—mire a Ana, que estaba viéndome atentamente—quiero hacer muchas cosas esta noche.—Georg asintió, no muy convencido de mis palabras, pero no dijo nada—Como beber hasta perder el conocimiento. Claro, legalmente.

Georg rodó los ojos irritado, mientras se sentaba en un sofá con una expresión cansada.

—Ni me lo digas.

Sonreí y me acerque a él, besándole la mejilla, haciéndolo sonreír levemente.

Me levanté de lugar, viendo a cada uno con una sonrisa.

—¿Quieren tomar algo?

                               ∆∆∆

Ya llevábamos más o menos dos horas en aquella discoteca, y yo sinceramente me estaba divirtiendo. Por un momento me olvidé que era mi cumpleaños y me permití disfrutar de la fiesta. O tal vez eran los tragos que ya estaban comenzando a hacer efecto.

Me senté al lado de Ana, poniendo mi cabeza en su hombro, haciendo que despegara su mirada de Bill para voltear a verme, percatandose de mi presencia.

—¿Ya me dirás quién es el chico?—me susurro al oído cuidadosamente, para que nadie más que yo la escuchara—llevamos tiempo aquí y no lo veo.

Sonreí y la mire, cruzando mis piernas.

—Él ya está aquí—le hice saber.

Arrugó sus cejas confundida, mirando a todos lados, buscándolo. Sonreí divertida.

—¿Dónde está?—preguntó.

Sonreí y agarre mi bolso, sacudienolo a centímetros de su rostro.

—¿Te acuerdas de esto?—pregunte, poniendo el bolso en mis piernas—ella asintió, luciendo más confundida. Sonreí y me puse de pie, con el bolso entre mis manos. Me puse al frente de Gustav y Tom, con la atenta mirada de Ana sobre mí—Quiero bailar un poco, ¿Me cuidas el bolso, Tom?—le extendí el objeto, para que el pudiera tomarlo. Sonreí cuando lo agarró sin protestar.

Mire a Ana, quien estaba con los ojos muy abiertos y frunciendo las cejas desconcertada. Reí por su reacción y camine hacia el montón de gente que bailaba frenética, poniéndome en el centro de la pista y comenzar al moverme al ritmo de la música. Sonreí al ver cómo Ana me hacía señas para que la siguiera. Ella se levantó de su asiento y comenzó a caminar rumbo al baño, adentrándose en el. Camine también hacia esa dirección, entrando al cuarto, encontrándome con Ana adentro con los brazos cruzados. Sonreí con inocencia y me acerque al lavamanos.

Se acercó a mí, mirándome fijamente.

—¿Tom? ¿Encerio?—preguntó desconcertada—¿Acaso te volviste loca?

Cerré la llave del agua, volteando a verla.

—Tal vez.

—Cuando me dijiste que te querías coger a un chico no se me pasó por la mente a Tom. Amalia, ¿En qué estás pensando?

Suspire irritada.

—¿Encerio quieres que te diga en qué estoy pensando?—bromeo, sonriendo un poco, pero al ver su cara completamente sería deje de hacerlo.—Tranquila, Ana, estás muy tensa.

the pain of love; Tom Kaulitz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora