𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏

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Vaya mierda de día

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Vaya mierda de día. Jodido señor de mierda, espero que un día de estos lo atropelle un camión en marcha y que después se rompa el suelo debajo de él y que lo abduzcan los aliens para descomponer su cuerpo y experimentar con él.

¡Ugh!

Vale, puede que necesite tranquilizarme durante unos segundos. Maldecir a ese hijo de puta no merece la pena. Solo porque sea el jefe cree que tiene derecho a menospreciarme, por el simple hecho de ser mujer. Por desgracia, esta no es la primera vez y durante años se ha ido repitiendo.

Solo espero que el peso sobre mis hombros se aligere algún día. Aunque es muy poco probable.

Lo único que me apetecía en ese momento era darme una ducha bien merecida e irme a dormir, un descanso reparador era la mejor solución.

Sobre todo para alguien cómodo, a quien siempre le apetecía comer y dormir. Tener una vida sencilla y no hacer nada, pero lástima. Estamos en la vida real.

Una hora después, al llegar a casa durante una fuerte lluvia, hice exactamente lo que me propuse. Me di una ducha bien larga, disfrutando del agua calentita en ese clima. Cuando hube acabado me calenté el ramyeon y me lo comí, sencillo pero delicioso como siempre.

Para ese entonces ya eran pasadas las 00:00 y me moría de sueño. Levantarse a las 6:00 para ir a correr te mantiene en forma, pero también es agotador.

La vida es difícil para los vagos.

Justo cuando me dispuse a cerrar mis ojos e irme al país de los sueños caer en un profundo sueño, un ruido bastante familiar se escuchó desde fuera de mi apartamento.

Eran... maullidos. No, más bien quejidos lastimeros. Será algún gato callejero en celo.

Pero no parecía ser así, normalmente cuando están en celo maullan angustiados llamando a su pareja. Además de ello, incluyen ronroneos suaves y melodiosos. Pero sus llamados parecían de dolor puro.

Sé distinguirlos bien.

No pude evitar preocuparme por el pobre animal. Después de todo, ahora mismo se encontraba fuera, bajo la lluvia y el frío, quién sabe qué es lo que podía estar pasando con él. Tampoco si continuaba así no iba a poder dormir por todo el ruido que hacía. No nos beneficiaba a ninguno de los dos.

Sin esperar un segundo más, me levanté de mis cómodas sábanas y mi colchón, me puse una bata encima de mi pijama de koala y abrí la puerta del departamento, no sin antes coger las llaves.

Al ir bajando por las escaleras de tres en tres, casi me caigo de cabeza por estúpida.

Cuando salí del edificio, me dirigí por donde provenía los maullidos de dolor, un oscuro callejón justo delante de mi ventana, por eso oía el ruido mucho más fuerte.

Al ir adentrándome ahí, alumbrando el lugar con la linterna de mi teléfono, los gruñidos se fueron intensificando. Está cerca, lo tenía claro.

Paseé la luz por todo el lugar, justo cuando lo puse encima de un contenedor de basura, pude visualizar una caja en el piso al lado de este.

𝐌𝐲 𝐒𝐞𝐧𝐬𝐢𝐭𝐢𝐯𝐞 𝐊𝐢𝐭𝐭𝐲Where stories live. Discover now