𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐

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El gatito

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El gatito... había apoyado dos de sus patas en el respaldo del sofá mirando directamente hacia la cocina y maullando en su dirección. Se había estirado por completo, y la herida se encontraba en el medio...

Dios mío, qué temerario es. Se ponía en peligro a sí mismo.

Probablemente no estaba consciente de lo que le pasaría y por eso lo hacía. Cuando me vio entrar en la sala con la respiración agitada, sus gritos disminuyeron, volviendo a observarme sin producir un solo sonido.

Qué extraño era, pero eso no le quitaba lo tierno.

Le sonreí y volví a acercarme a él, esta vez cuando intenté levantarlo y llevarlo conmigo a la cocina, no intentó morderme ni nada de eso. Parecía estar más calmado, tranquilo como en un trance.

Definitivamente nunca entendería a los gatos.

—Bien, lindura.—él...o ella me miró con sus hermosos ojos saltones—Tienes que comer algo para poder recuperarte bien. Desafortunadamente lo único que tengo comestible para ti es atún, obviamente sin su aceite, y leche.

Claro, tú sigue así, SunHee, te va a responder con un sí, gracias.

Sacudí rápidamente mi cabeza ante mi locura y suspiré pesadamente. El gatito seguía mirándome con su cabeza inclinada y una oreja caída. No me había fijado en eso. Volví a sonreír ante ello.

Lo dejé un momento en el piso delante de la mesa, no iba a dejarlo en la encimera conmigo porque se iba a caer. Podía llegar a ser responsable a veces, ¿vale?

Mientras yo abría una lata de atún, el animalito caminaba con lentitud alrededor de mis piernas, debía dolerle la herida. Ese pensamiento me hizo sentirme mal.

Si hubiese llegado antes, no tendría ahora ese corte.

Al acabar de ponerlo en un plato, el atún y la leche, los puse en el suelo justo delante de él. El agua también se lo había dejado aparte, porque estaba segura que de sed también tenía.

Él me miró desde abajo, yo le sonreí y enseguida se lanzó sobre el plato de comida. Yo me sorprendí por su velocidad, estaba más que claro que hacía horas o días que no comía. Sentí una pena enorme por eso.

¿Quien podía dejar a su suerte a este adorable minino? La gente a veces puede llegar a ser muy cruel y descorazonada. No podía expresar bien mis sentimientos hacia ese tipo de personas. Me parecía un acto tan desagradable e inhumano que no vale la pena ni expresarlo en palabras.

Si no querías a esta ternurita, simplemente podrías haberlo puesto en adopción y no dejarlo en la calle con una gran herida muriendo de dolor y hambre.

Salí de mis pensamientos al ver como todo el plato de atún se había acabado y la leche había desaparecido. Su áspera lengua estaba lamiendo el agua ahora. Ante esa adorable acción, volví a sonreír en grande.

𝐌𝐲 𝐒𝐞𝐧𝐬𝐢𝐭𝐢𝐯𝐞 𝐊𝐢𝐭𝐭𝐲Where stories live. Discover now