capítulo 3

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¿dónde estoy?

Hola desconocido

No molestes niña -quitándosela de encima con unos látigos dorados

Jejeje, hacen cosquillas –notando como el hombre se empezaba a ir- oiga no se vaya.

No tengo ganas de cuidar a una niña enclenque –extendiendo unas alas, pero cayó al suelo agotado

Tranquilo señor, soy Lili, la princesa de kanterbury –usando magia para curarlo- ¿Cuál es su nombre señor?

Miguel, miguel sparda -sentándose de nuevo- dime una cosa Lili ¿en dónde estamos?

Lili: en el patio trasero del castillo de kanterbury, de hecho, te había visto caer hace unos minutos.

Miguel: ¿enserio? Me imagino que viniste con gente.

Lili: no, vine solita.

Miguel: ¿me puedes llevar hasta el castillo?

Lili: no se si debería, mamá dice que no debo de llevar a extraños a casa.

Miguel: ¿Qué acaso no estás hablando con un desconocido?

Lili: wau ¡es verdad! -emocionada

Miguel: no deberías enorgullecerte niña, vamos tal vez pueda hablar con tus padres.

Lili: sí.

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Miguel había preparado una fogata para pasar la noche, Lilian ya había despertado sin daños aparentes lo que alivió al canoso

Lilian: entonces ¿qué hacemos ahora?

Miguel: tal vez deberíamos volver al mesón, es el único lugar seguro por ahora –viendo el escudo legendario

Karina: el escudo legendario, se ve un poco simple.

Miguel: no tiene el poder que les enseñé que tenía cuando ayudé a Lili con esos dioses malignos, recuerdo cuando kaden se emocionaba con cada historia que le contaba.

Karina: sí, la verdad es una pena lo de kaden.

Lilian: ¡¿conocieron al héroe kaden?!

Miguel: de hecho, el casco que tienes en el castillo es de él, me lo regaló y yo lo guardé hace mucho tiempo.

Lilian: wau, debió ser genial estar entre héroes legendarios.

Miguel: ni tanto, solo eran un montón de presumidos.

Karina: lo dice el tipo que presumía haber derrotado innumerables enemigos indescriptibles con una sola bala.

Miguel: eso si es verdad, estaba rodeado de cientos y cientos de unos seres que ustedes no se pueden imaginar porque solo se imaginarían una masa de carne sin forma con múltiples extremidades.

Sin ninguna salida, herido y sin municiones solo me quedaba rezar por el alma de mis camaradas caídos, pero mi esperanza me impedía rendirme así que tomé mi confiable pistola y apunté a los malditos.

Terminé disparando al más grande, lo que irónicamente hizo que todos los otros murieran al instante, los bastardos compartían una mente colmena y había matado a la reina sin darme cuenta.

Gracias a Plitvice salimos con vida de esa guerra, habiendo extinguido a esa rasa maldita, la vida humana logró avanzar al siguiente nivel, pero.

Karina notó como miguel apretó la mano por lo que decidió cambiar el tema

sparda's returnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora