I.呪われたつながり

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Maldita sea, después de tanto tiempo..

El eco de los pasos sobre el frío piso blanco se escuchaban con facilidad.

- ¡Gojo senpai, por favor digame en dónde está! Tsk. Rió, ¿Así que ese tipo también sabe hacer esas expresiones?

El peliblanco baja sus lentes para dirigir su mirada al pelirosa.

- Está en el segundo piso, habitación 818, Yuuji... No debes entrar. Respondió afligido.

El pelirosa apretó con fuerza sus puños y bajó su mirada hacia el suelo.

- Estará bien Yuuji... su cuerpo necesita adaptarse. El peliblanco poso su mano en el cuello de Yuuji, y le dió una suave caricia. El pelirosa suspiró e inhaló fuertemente.

Jazmin y canela.  Cerró los ojos, mientras sabía que su interior recibía por todos sus sentidos aquel afrodisiaco que inundaba su dominio. Sus colmillos picando, su boca salivando y sus ojos reflejando el más oscuro carmín. Gruñó.

Hacer pactos nunca fue su especialidad, usualmente tomaría todo lo que pudiese y destruiría aquello que le molestase, su aburrimiento no conocía los limites. No le interesaba acabar con la vida de su recipiente, necesitaba poseerle y tomar su cuerpo. Necesitaba recuperar su fuerza. Su alfa enseñaba sus dientes y sus ojos rojos a modo de amenaza. Lo entendía, necesitaba salir, era difícil para ambos. Su maldito problema en este momento era ese omega inútil y débil.

Itadori Yuuji 

Este se conviritió en su recipiente al comer uno de sus dedos para derrotar la maldición que amenazaba con asesinar a sus amigos. Al tomar control de su cuerpo ocurrió una guerra interna, alfa y omega. El omega inferior de Yuuji atacó su presencia al momento de la posesión y solo se separó al reconocer el alfa dominante de la maldición. Sus feromonas inundaron el dominio, provocando el terror y la huida del pequeño omega, el cual había desaparecido temporalmente del cuerpo de Yuuji. Era difícil para Itadori lidiar con los cambios físicos que conllevó poseer un alfa como aquel, especialmente si este es una maldición y sus feromonas son fuertes, la motricidad de su cuerpo comenzó a fallar, los cambios corporales que se efectuaban en el momento en que su alfa tomaba posesión y el manejo de sus instintos le generó conflicto con su alrededor en pleno combate, por aquellas y más razones recurrió a él.

Su sonrisa se ensanchó cuando pudo tomar la primera bocanada de aire fresco, dejando a la vista su cuerpo, marcado por aquellas lineas gruesas que recorrian cada parte de su ser, sus ojos color carmín, sus colmillos descenciendo, rió, liberando sus feromonas por todo el lugar, su alfa tomando el control por completo.

Se encuentra con que esta en un edificio, probablemente un centro de detención, Yuuji perdió su fuerza debido a su alfa interno deseando tomar posesión y sucumbió a poder. Sukuna sonrió ladino.

Vaya imbécil. Pensó.

Dirigió su vista a la pelinaranja que se encontraba en frente, la cual tosió, y cayó de rodillas tomando su cuello, intentando respirar. Rió nuevamente, y liberó más de aquel aroma que tenía a los presentes temblando y luchando por no vomitar. Acabaría con todo, después de tanto tiempo. Mataría a quien se interpusiera en su camino, tomó a la alfa que se encontraba de rodillas por el cuello y apretó.

Matala, rompe su cuello y acaba con ella.

Sonrió ladino, su alfa gruñía con voz gutural en su interior, territorial, libre, después de tanto tiempo. Nobara rasguñaba su brazo sacando hilos de sangre tratando de librarse, mientras su rostro se tornaba morado y sus ojos denotaban pequeñas líneas rojas, iba a morir, pensó.

Yuuji, Fushiguro. Una lagrima recorrió su mejilla. Por favor, cuidense.

Sukuna sonrió, ejerciendo presión en su agarre.

- ¡Detente!

Sukuna olfateó.

- ¡Detente, joder!

Despacio, volteó su mirada hacia quien dirigía esas palabras. Ryomen aflojó el agarre en el cuello de Nobara, arrojándola hacia un lado mientras su cuerpo se giró inconscientemente al portador de aquella voz. La pelicorta tosió, y cayó hacia atrás.

- F-fushiguro-kun, a-alejate... Murmuró antes de caer inconsciente sobre escombros de piedra debidos a la fuerza del alfa al arrojarla hacia un lado - ... es un alfa. Susurró

Sukuna sonrió, y paso su lengua por sus dientes mientras se acercaba a paso lento hacia aquél invasor. 

Omega dijo su alfa. 

Olfateó el dulzor casi imperceptible en el aire. 

¿Omega? 

Observó aquella figura pequeña enfrente suyo, la diferencia era considerable, su piel blanquecina contrastando sobre su uniforme oscuro, perlada de sudor debido al esfuerzo de la situación, sus brazos torneados estaban juntos, intentando utilizar alguna técnica sin éxito, sus muslos gruesos temblando mientras perdía su fuerza y caía arrodillado frente a él. Sus hebras negras brillaban mientras el movimiento otorgaba al pelirrojo la vista perfecta de su nuca sonrosada entregándole su cuello en señal de sumisión. 

Liberó sus feromonas con más fuerza. Roble y herbal.

Aquello alteró la respiración del pelinegro el cual comenzó a sudar debido al calor que su cuerpo estaba emanando.

- Nghh.. gimió, aruñando suavemente el piso.

Ryomen observaba desde arriba la escena. Jazmín y canela inundó su nariz. Inspiró hondo, su alfa gruñó y sus dientes picaron.

Mío. Gruñó su alfa. Es nuestro, tómalo.

Sukuna sintió sus uñas crecer. Y su cuerpo comenzó a calentarse, sudaba. Con fuerza, tomó el cabello del omega en frente suyo y levantó su rostro el cual escurría gotas de sangre debido a la presión de sus feromonas y el esfuerzo físico usado anteriormente. Observó, su respiración agitada y gotas de sudor en su cuello desapareciendo bajo su ropa, recorriendo la piel blanca ofrecida a la vista, un pequeño hilo de saliva salía por la comisura de su boca la cual se encontraba húmeda y rojiza, los ojos color jade brillantes, llorosos y entrecerrados chocaron contra las gemas carmín oscuro que lo miraban a profundidad.

Devóralo, tómalo, haz un desastre de él. Rugía su alfa con fuerza, extasiado.

Ryomen rozó con su pulgar aquella piel de porcelana bajando por su labio, extendiendo aquel hilillo de saliva dentro de su boca, instintivamente aquellos labios se cerraron sobre su dedo y una lengua tibia y calida le lamió, Sukuna sacó su dedo de los labios ajenos y extendió el resto de saliva por su mentón. Humedad, Ryomen gruñó fuertemente y con su otra mano tomó el cuello del omega apretando con fuerza, el omega abrió ampliamente sus ojos y entre abrió sus labios, respirando forzosamente y dejando a la vista su lengua rojiza.

-Omega. Ryomen se acercó, y jaló de sus hebras oscuras con fuerza, sin soltar su agarre en su cuello y lamió aquella lengua húmeda que se ofrecía a su encuentro y separándose dejando un hilo de saliva entre las dos bocas, Sukuna observó el omega y olfateó el olor a celo perforando todos sus sentidos, sonrió, los ojos jade le miraban con su conciencia perdida, deseando el roce de aquella lengua nuevamente -Ni siquiera me estas escuchando. Apretó su agarre en el cuello del omega.

-Mhhaa... Alfa. Sukuna sonrió.

Mío. Sonó la mezcla entre su propia voz y la de su alfa en medio de un gruñido.

Una explosión, un rayo de luz, y la toma de su conciencia nuevamente lo obligó a retirarse y caer en su dominio.

Aahh....

-¡Megumi!

Escuchó antes de sumergirse en la oscuridad...

Asi qué, ¿Fushiguro Megumi?

呪い Noroi. / SukuFushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora