呪い Noroi. / SukuFushi

IV. 内観

Los rayos de luz entraban por el espacio abierto de su ventana, iluminando un poco de sus pies. Era cálido. Estiró un poco sus piernas mientras cambiaba de posición. Abrió los ojos lentamente y suspiró, sabiendo que no podría dormir, se revolvió incomodo en las sabanas blancas de su cama buscando tranquilidad. Sabía que no encontraría aquello desde la noche anterior, frunció el ceño, negandose a pensar en ello y tomó aquel hoodie rojo que se encontraba en una esquina de la cama a punto de caer arrugado, lo tomó y lo acercó a su rostro, acercó su nariz al cuello del mismo y enterró su cara en él, inhalando profundamente, sintiendo como el aroma entraba por todo su cuerpo, eliminando a su paso cualquier sensación de inquietud, apretó más aquel hoodie mientras sentía su respiración tranqulizarse, qué jodido se encontraba en ese momento. 

Sintió el tiempo pasar mientras continuaba en posición fetal en su cama. El sol que entraba por su ventana se encontraba escondiendo, dando paso a las nubes a su alrededor, suponía que serían las 4 de la tarde, no lo sabía con claridad. Sintiendo comezón en sus piernas, tomó la valentía de levantarse, necesitando comer después de todo.

Frotó sus ojos con fuerza, finalmente poniendose de pie para dirigirse a la alacena donde con suerte encoentraría algún en latado para comer, miró nuevamente hacia la cama y con rapidez tomó el hoodie olvidado, sintiendo dentro de si una desesperación inusual, sabía que significaba aquello, pero estaba cansado, no quería lidiar con sus pensamientos y no quería entrar en conflicto consigo mismo, así que siguió su instinto y olfateandolo por ultima vez, se lo puso por encima de su camiseta negra. Sintiendo nuevamente tranquilidad, estaba listo para comer. 

Se acercó a la cocina y tomó un unos Cup Noodles para preparar, encendió la estufa y comenzó a prepararlo, divagando en sus pensamientos. 

¿Qué se supone que haría ahora? Toda su mente estaba revuelta por las imagenes de la noche anterior. Lo sabía, esta vez no habían lagunas mentales ni perdida en su memoria, esta vez era real. Suspiró, tomó un huevo del estante para hervirlo también. Bien, qué más da, pensó. Nada era normal apartir del día en que se presentó como un omega. Pero debía aceptarlo.

Ryomen Sukuna, el rey de las maldiciones era un alfa, y no solo un maldito alfa. Era el alfa dominante más intimidante que hubiese visto antes, era increible cómo había transformado el cuerpo de su compañero, aunque bueno, para ser honestos Itadori siempre tuvo un gran fisico, fuera del estandar incluso para su propia casta, pero su cuerpo simplemente era diferente. Se sentía más grande, fornido, y se atrevería a decir que incluso más alto. ¿O tal vez siempre fue así? No lo sabía. Itadori, quien solo unas semanas atrás era aquel estúpido omega entusiasta y gritón, ahora no podía ni verlo a la cara, esquivaba su presencia en cualquier lugar y evitaba el contacto visual cada vez que le encontraba. Y con razón, no tenía idea de cuanto podría saber Yuuji sobre lo ocurrido, y esperaba, por su propia paz mental, que fuese muy poco.

Cerró los ojos con fuerza unos segundos mientras agitó su rostro, intentando eliminar las imagenes mentales que acechaban su cabeza.

Vertió el agua caliente sobre el recipiente y lo revolvió un poco. 

Perdió el control la noche anterior, lo sabía, pero ¿Cómo evitarlo? Su cabeza dió vueltas en cuanto sintió aquel aroma, nunca en su corta vida había experimentado algo como ello, su cuerpo se paralizó, sus piernas temblaron y su mente solo pudo pensar en una sola cosa. Ser tomado. No era para nada familiar aquella sensación, durante toda su tiempo vivo convivió con los demás como un beta, simple, sin entender mucho de feromonas, olores o castas. Solía ser poco impulsivo y muy cuidadoso, además de mantener siempre su caracter serio, no solía variar o dejarse intimidar con facilidad. Sin embargo aquello se le salía de las manos, era más que con lo que podía lidiar. Las manchas oscuras al rededor de sus ojos eran evidencia de aquello.