0 | ✞ ʟʟᴀɴᴛᴏ ✞

873 80 9
                                    


Sus pasos rechinaban contra la dura madera que adornaba el piso de aquel departamento. Lágrimas bañaban su rostro, humedeciendo el cuello de la camisa que llevaba puesta, pero nada más pasaba por su mente que la imagen de ese al que llamaba "el amor de su vida" enredándose con otra persona.

Había querido creer que no era verdad, pero le había visto. Sus miradas se cruzaron cuando las grandes manos de Auron se aferraban a la carne de aquel joven muchacho que iba a medio vestir. Las mismas manos suaves que acariciaban su piel habían ido a magrearse a cualquier chico bonito que se encontrasen por ahí. Su corazón se había encogido y, desde entonces, el nudo que se había formado en su garganta no dejaba de doler.

Aquel que le juraba amor había pecado la mentira, "¿por qué?", se preguntaba. Todo él era un desastre que arremetía en su contra, Luzu exigía una respuesta para aquel engaño, pero ésta parecía ser clara: él.

Eso esa seguro: quizás no era lo suficientemente lindo, quizás siempre había besado fatal, quizás sus palabras jamás se habían escuchado verdaderas o tal vez le había hecho falta decirle que lo amaba unas mil veces más.

El dolor inundaba su pecho cuando sus pies tocaron el frío metal de la silla plegable, la soga se encontraba atada alrededor de su cuello, unida al ganchillo junto al candelabro. Sólo tenía que saltar o patear la silla, pero algo muy dentro de su mente decía que esperase, que él iba a llegar. Seguro que sí, lo rescataría e impediría que cometiera tal atrocidad, lo regañaría por ser tan idiota y después lo abrazaría, le diría cuánto lo amaba y él lo creería porque todas las palabras que salían de aquellos bonitos labios eran dulces.

Así que esperó.

Pero el tiempo no era suficiente ni jugaba a su favor, lo había aprendido de mala manera. Sollozos inundaban la habitación, ya se estaba ahogando entre sus propias lágrimas: era tan patético. Tan patético que no tenía ni el valor de alejar los pies de esa estúpida silla.

Llanto. Una vez que lo hiciera ya no habría más llanto, no habría más dolor. Probablemente no sentiría nada más, eso era bueno ¿no? Tenía que serlo.

Estaba listo para partir, listo para descansar.

Levantó una de sus piernas, casi dando un pequeño paso hacia adelante. Ajustó la cuerda a su piel lo más que pudo y tomando un largo respiro, se balanceó para alejar el asiento, cayendo al vacío en tanto el sofoco llegaba a su ser. La sensación era desesperante, el aire apenas pasaba por su garganta que rogaba por sentirlo llegar a sus pulmones, quiso quitar la soga durante esos diez segundos de puro sufrimiento, pero la dulce asfixia que lo llevaba a su destino sabía a todo aquello que anhelaba.

۞

Larmes et mélancolie | Luckity AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora