La noche de aquel de otoño era fría, el viento calaba hasta los huesos. Los pasos de Quackity pisaban con temor los escombros esparcidos por el suelo, las ruinas de lo que alguna vez había sido un edificio daban un aspecto lúgubre ante el silbido de las hojas que volaban por ahí mezclado con el —apenas distinguible —brillo de la luna. Sus manos estaban temblando, no sabía muy bien si era por el clima o por el miedo que le generaba la situación. "No debí haber accedido a participar en esto" pensaba en tanto sentía un escalofrío correr por su columna, el cosquilleo se le instalaba en la nuca en tanto más se acercaban las conocidas voces de esos a los que hacía llamar amigos.
Todavía estaba a tiempo, aún podía darse la vuelta y regresar a la comodidad de su hogar: ahí en donde el aire era más delgado, en donde su piel podía llenarse de calidez entre las suaves cobijas que cubrían su cama; pero él no era ningún cobarde. No se habría atrevido a decepcionar a los jóvenes que esperaban con ansias probar su valía retando a los malignos espíritus que habitaban el lugar. "No, eso no existe" se decía a sí mismo cuando estaba a punto de llegar.
—¡Quacks, estamos por aquí! —se escuchó vociferar a un chico de cabellos decolorados, las raíces castañas ya se le comenzaban a notar. El azabache se había sobresaltado ante el repentino grito de su amigo Rubén, dando un pequeño saltito que le avergonzó. Sus pies se dirigieron hasta el círculo formado por su grupito de compañeros. —Pensamos que no ibas a venir, ¡Veg ha traído la ouija! Seguro que será emocionante verlos morirse de miedo cuando esa cosa se empiece a mover.
—"Esa cosa" no se va a mover, Rub. —habló una voz hastiada. —Esas idioteces solo pasan en las películas. Y esto no es una película, entiéndelo.
—Eres un aguafiestas, Lolo. —rodó los ojos. —Seguro que algo interesante va a pasar, ¿no?
Obtuvo un asentimiento por parte de Quackity, quien esperaba lo peor. No sabía la razón por la que los tres muchachos frente a él se veían tan serenos mientras que él se desvivía por dentro.
Ya no había marcha atrás.
—¿Comenzamos ya? —indagaron los brillantes amatistas de Vegeta, mismo que posicionaba la misteriosa tabla de madera encima de las piernas de todos los presentes. Los demás atinaron con la cabeza, acomodándose a cada lado del objeto. —Voy a ser el médium ¿bien?, esto significa que yo haré las preguntas. —del bolsillo delantero de su desgastada mochila sacó un objeto de madera presuntamente pequeño. Era puntiagudo. Como un triángulo con dos vértices redondeados. —Esto se llama plancheta. —comentó mostrando el artefacto. —Todos vamos a poner el dedo índice aquí, nadie puede quitarlo mientras la sesión esté abierta, ¿entendido? —obtuvo un unísono "sí" por respuesta, entonces lo colocó justo en el medio, con la ventana circular posada en la letra "G".
La delgada vela que se encontraba encendida a un lado del círculo formado era la única luz que alumbraba por ahí. Vegeta había dicho que era para purificar los espíritus. Eso daba miedo. Quackity no podía evitar tener esa sensación de algo malo va a pasar, sin embargo, se convencía diciéndose que esa clase de cosas no eran reales. Era mejor pensarlo de esa forma. Sus índice estaba yendo automáticamente a posarse en la plancheta mientras su labio inferior vibraba de temor ante la oración que su amigo se encontraba recitando.
—...agradecemos y damos la bienvenida a los espíritus que acepten acercarse a este encuentro entre vivos y muertos. Ofrecemos una luz para iluminar su camino y preguntamos con respeto ¿Hay alguien ahí?
Todo se mantuvo en silencio, uno raro e incómodo. Los inquietos ojos del azabache escaneaban todo alrededor. Su fría yema se encontraba contra la madera, rogando por que no hubiera alguna alma en pena que rondase a su alrededor buscando divertirse moviendo el puntero. Sintió aire caliente soplar sobre su oreja, sobresaltándose al imaginarse a cualquier clase de fantasma mofándose de su desgana e inquietud.
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Larmes et mélancolie | Luckity AU
FanficQuackity sabía que no debía haber accedido a participar en aquella jugarreta, ahora no había marcha atrás: quedó enredado entre las garras de un espíritu que había quedado prendado por él, Luzu; una historia en donde la obsesión de un alma en pena t...