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(Narra aida)
Muestro una espléndida sonrisa, en la que me aseguro de incluir una gran dosis de confianza y otra de sensualidad. Después me cuelgo de su cuello y me apodero de su boca, no dejaré escapar la oportunidad que me está dando
El valor y el aplomo me duran dos segundos escasos; el tiempo que tarda en hacerse con el control del beso y de todo mi cuerpo.
Dios mío... Besa como los ángeles... Ya lo avía olvidado En el caso de que los ángeles besaran a mujeres mortales, por supuesto. Y manejaran la lengua con una destreza tan apabullante que me tuvieran mojada sin necesidad de más alicientes.

Alba:Estás segura de esto? (susurra en mi oído antes de mordisquearme el lóbulo)

Un escalofrío recorre mi cuerpo, y no todo es debido al placer. La pregunta, en apariencia inocua, encierra una cuestión que no quiero admitir. Ha descubierto mi farol antes de ponerme una mano encima. Incluso habiéndole dado la bienvenida en ropa interior, lista para cualquier cosa.

Aida: Nunca he hecho esto antes, En realidad, apenas recuerdo la última vez que estuve con Tigo, nuestra primera ves! Sí (contesto con firmeza)
Nunca tuve claro si podría llegar hasta el final.

Sus ojos color chocolate me buscan. Reconozco la pasión, el deseo y, sí, la cautela, bailando en ellos. Y, aunque se lo agradezco, no es necesario.

Aida:Quiero... (Cojo aire y lo suelto despacio sin dejar de mirarla) Necesito deshacerme de placer.

La preciosa sonrisa que sabía que aparecería tras mi confesión derrite mis neuronas, una a una, hasta que me convierte en un montón de suspiros jadeantes.

Alba: Lo has pedido tú, No quiero oír ni una sola queja cuando no puedas más.

Asiento. Soy incapaz de hablar.

Alba coge el borde de su jersey y se lo saca por la cabeza. Mis ojos viajan sin rumbo entre sus abultados pectorales, sus trabajados abdominales y sus musculosos brazos. Aunque se quedan inmóviles en sus manos, que trajinan con el cinturón de cuero. Y después no pueden perder detalle del momento en que desabrochan el botón y bajan la cremallera del vaquero.

Aida: alba
Alba:¿Qué?
Aida: ¿Serías tan amable de hacerme el amor, o follarme, o partirme en dos?

Suelta una carcajada. Y, claro, es un sonido que me encanta.

Alba: Si me lo pides así...
Aida:Te lo pediré como tú quieras, si el resultado es el mismo.
Alba:Voy a necesitar que algo de esta ropa desaparezca.
Aida ¿Solo algo?
Alba:La suficiente como para que no resulte molesta.
Aida:Eso solo deja las bragas como tema de discusión.
Alba:Una pieza deliciosa y sensual, por cierto.
Aida:Me alegra que la apruebes.
Alba:Ahora quítatelas Despacio, haz que dure.

Reconozco que me tiemblan ligeramente las manos cuando deslizo las bragas por mis caderas, jamás avía echo esto y mucho menos que alguien me ordenará, pero sabiendo de quién vien la orden are todo lo que pida.
Su seductora sonrisa me proporciona el valor para quitarme la prenda y quedarme inmóvil frente a su escrutinio.

Alba: Eres increíblemente hermosa. Tengo tantas ganas de coger mi móvil y fotografiarte... Tranquila, entiendo que la posibilidad te ponga nerviosa, aunque eso no significa que no me gustara que posaras para mí. Verte así, en medio de una reunión, me pondría tan caliente que tendría que paralizarla para encontrar un lugar aislado donde poder masturbarme con tranquilidad.

Aida: alba!
Alba:Tócate.
Aida:¿Cómo...?
Alba:Vamos, aida date placer. Estoy segura de que sabes hacerlo.

Me muerdo el labio inferior, indecisa. Claro que sé satisfacerme a mí misma que tuve que aserlo después de que ella desapareció y torpemente lo asia. La cuestión es si seré capaz de hacerlo con ella pendiente de cada uno de mis movimientos.

Alba:Entiendo que hace mucho tiempo que no estas con Migo. Puedo advertirlo en cada una de tus reacciones; en tu manera de mirarme; en el rubor de tus mejillas. Por eso vamos a ir despacio. Contendré mi apetito por ti y haré que te deshagas de gozo. ¿Estás dispuesta?

Tamaña declaración solo merece una respuesta.

Aida:¿Qué tengo que hacer?
Alba:Quiero ver cómo disfrutas de tu cuerpo.

Mis manos se mueven solas. Al principio, torpes y ansiosas, después... me recorren sumidas en un trance, dirigidas por mis necesidades más básicas, aquellas a las que he estado callando durante tanto tiempo y que ahora gritan a pleno pulmón.Asiento.

Alba: te apetece?

La verdad es que sí, aunque su tamaño me intimida, recordando nuestra primera y única ves como también el hecho de que he perdido bastante tiempo y no tengo práctica y temo decepcionarle.

Aida: Mucho -confieso con sinceridad.

De nuevo, esa sonrisa tranquilizadora, como si mi cabeza tuviera subtítulos y ella quisiera calmar todos mis recelos.

Apoya las manos en el colchón y, con ese simple gesto, me cede el poder. Me acerco despacio y abro los labios. Mi lengua resigue el contorno de su mullido glande antes de meterme su miembro en la boca.
El jadeo de alba me encanta, así como el rictus de placer que se dibuja en su cara. Es tan condenadamente guapa, que apenas pude créemelo cuando contacta conmigo.
Ahora, con su falo tocando mi garganta, sigue pareciéndome un sueño. Espero no despertar nunca.

Alba: Sigue (pide con voz ronca)

No sé si podré hacerlo, pero hay tanta urgencia y necesidad en su tono, que lo intentaré con todas mis fuerzas. Solo quiero proporcionarle tanto gozo como ella me ha dado a mí.

Me agarra la cabeza y se hunde más en mi interior. Las arcadas no tardan en aparecer.

Alba:Gírate un poco. Respira por la nariz.

Lo hago y las cosas mejoran. Ya no parece que vaya a ahogarme.

Alba:Eres fantástica.

Sus caderas me embisten una y otra vez, rápido y con ímpetu, pero no deja de comprobar si estoy bien.

De repente se detiene y sale de mi boca.

Alba: para ser tu prima experiencia Eres muy buena. Quiero correrme dentro.
Aida:Hazlo (digo, porque lo deseo)

Ella cierra los ojos un momento.

Alba:Después. Ahora quiero follarte.

Mis muslos se contraen de forma involuntaria. Quién me iba a decir que tras tanto tiempo inactiva, iba a seguir deseándole tanto.
Esta vez no tiene que dirigirme. Me siento a horcajadas y empiezo a bajar despacio. Casi pataleo de frustración cuando sus manos me agarran de la cintura y me detienen.

Alba:Espera. Tengo que ponerme un preservativo.

La miro en silencio. Un mar de dudas me ahoga. Me muero por sentirle sin barreras de ningún tipo pero ¿hago bien en arriesgarme tanto?
Es la segunda ves que lo asemos después de tanto tiempo

Alba:Sé que estás limpia, aida. En cuanto a mí, nunca, en toda mi vida, he practicado sexo sin protección.
Aida ¿Y lo harías... ahora?

Me observa seria durante unos segundos.

Alba:¿Utilizas algún tipo de anticonceptivo?
Aida:Sí.
Alba:¿Por qué?

Es una pregunta lícita. Al fin y al cabo, ya hemos establecido que no mantengo relaciones con nadie.

Aida:Las reglas siempre han sido muy dolorosas y la píldora me ayuda.

Sus labios rozan los míos en una caricia casi etérea.

Alba:Sentir tu humedad ardiente va a ser una puta locura.

ENTREGA DE AMOR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora