𝓒𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 1 - 𝓔𝓼𝓽𝓪𝓻 𝓪 𝓼𝓸𝓵𝓪𝓼 𝓮𝓷 𝓫𝓾𝓮𝓷𝓪 𝓬𝓸𝓶𝓹𝓪ñí𝓪

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Chris Redfield estaba hasta los mismísimos cojones, literalmente hablando: de la BSAA, que le había practicado un tercer grado sobre todos los sucesos vividos en Alcatraz y que lo había sometido a pruebas médicas innumerables como si fuese él el villano en vez de Dylan Blake; y de su recién recuperada compañera Jill Valentine, de su trato insensible, frío y desagradable, y de sus ansias camicaces sin sentido.

Siendo sincero consigo mismo, seguía creyendo que Jill no estaba preparada para retomar su trabajo; pero quizá, quien no lo estaba era él para aceptar su regreso, no en el plan en que había vuelto, al menos. Y esa era una de las mayores ironías que llegaría a conocer jamás.

No era capaz de volver a adaptarse a ella, en el sentido de que sufría demasiado pensando en cómo le iría, en si estaría bien o mal, en todas sus necesidades que ella misma se empeñaba en obviar y despreciar. Y encima, verla mostrarse tan imprudente en cuanto a la realización de su trabajo... Aquello lo ponía de los nervios. Era como sentirse el padre protector de la mujer por la que, para complicarlo todo aún más, llevaba años negando sentimientos evidentes a los que prefería no poner nombre. Esa situación había comenzado a amenazar con desquiciarlo.

Para más problemas, su hermana Claire iba por ahí como alma en pena: se había empeñado en coger vacaciones con respecto a su trabajo en Terra Save, organización que, de pronto, parecía crearle sarpullido con tan solo oírla nombrar. Aquello que Dylan había echado en cara a todos sobre sus respectivos trabajos, a ella parecía haberle calado bien hondo. Pero aún más lo había hecho algo que él mismo había dicho sin darle ninguna importancia y sin ninguna intención; pero ella no era capaz de creerlo por mucho que se lo asegurara:

—Pero hemos jodido a los malos, ¿verdad? —Jill preguntó con una risa tan dura como ella misma cuando todos salieron de las malditas instalaciones de Alcatraz.

—Claro que sí: todos juntos —él la apoyó sereno.

Pues a su hermana sí le habían afectado aquellas palabras cansadas y alegres, y de qué modo. Sin embargo, se negaba a explicarle porqué. Y tampoco lo había hecho ante Leon Kennedy, a quien preguntó cuando todos ellos fueron a abordar los helicópteros, qué opinaba exactamente de ella en cuanto a esa misión, y él enarcó una ceja mirándola suspicaz sin entender el propósito de tan extraña pregunta, pero calló negándose a responder. Aquello la enervó e indignó todavía más, y desde entonces se mostraba totalmente inaguantable.

Abstraído en sus pensamientos, caminó hacia la salida de la BSAA cruzándose en su camino con personal de la base, tanto superiores como subordinados, a quienes saludó mecánicamente con el gesto marcial de rigor. O cogía vacaciones y mandaba todo a la mierda durante un tiempo, por muy breve que fuera, o iba a explotar en el momento más inesperado e inadecuado. Y ver explotar a Christopher Redfield no era grato ni recomendable, ni siquiera para él mismo.

Esa idea le llevó a pensar en Leon, quien no paraba de repetir que necesitaba urgentemente coger unas buenas vacaciones, quizá alejado de todo y de todos; como él mismo. Necesitaba compartir tiempo con alguien capaz de comprender todas aquellas frustraciones sin necesidad de tener que explicarle nada. Quería sentir camaradería y respeto sin verse presionado a responder preguntas absurdas; y menos de mujeres complicadas como su hermana y como Jill. Y no podía evitar sentir la seguridad de que Leon era su mejor compañero para eso: con su lengua ácida e incisiva, sin embargo, era capaz de no meterse ahí donde no le llamaban; tenía una disciplina militar, como él, y un cuerpo entrenado para seguir su ritmo ante cualquier deporte extremo que se le pusiera por delante. Definitivamente, Kennedy era una buena opción para ayudarlo a evadirse del mundo por unos cuantos días.

Había llegado a sus oídos que, por fin, el agente de la DSO había comenzado a disfrutar de esas tan merecidas vacaciones que tanto le habían sido esquivas desde hace tanto tiempo; y sabía cómo y dónde encontrarlo y lo que quería pedirle; pero tenía que hacerlo rápidamente, antes de que se marchase de la ciudad.

𝓣𝓞𝓓𝓞 𝓛𝓞 𝓠𝓤𝓔 𝓝𝓔𝓒𝓔𝓢𝓘𝓣𝓞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora