¿Me darías un beso?

321 53 11
                                    

Cuando conociste a Cato nunca imaginaste que las cosas terminarían así, el hombre era tan dulce, considerado y guapo, quizás un poco demasiado complaciente, pero bien intencionado. No pudiste evitar caer ante sus encantos, te enamoraste de él tan rápido que dolió.

Como compañeros de casa fue demasiado fácil caer en la rutina doméstica; despertar, hacer el desayuno, hablar sobre los planes del día y por supuesto despedirse cuando llegaba la hora de ir a sus respectivos trabajos. En los primeros días de vivir juntos Cato solo se despedía de lejos, se quedaba mirándote con una sonrisa que llegaba a sus ojos de una forma que te intimidaba, te miraba como si fueras lo más hermoso del mundo, como si quisiera memorizar cada una de tus facciones, como un conocedor de arte mirando su obra favorita, aquella que a sus ojos es simplemente perfecta.

"Espero verte esta noche, dulzura."

Te decía antes de irse.

La misma rutina se repitió día tras día, no podías evitar preguntarte si acaso el sentía lo mismo, si llamarte Dulzura era meramente un hábito o había una razón más profunda. Necesitabas una señal más clara, algo que te diera la confianza de confesar tus sentimientos.

Entonces una mañana, Cato no se despertó a la hora habitual, no pensaste en ello y simplemente lo dejaste dormir. Hasta que de repente salió apresurado de su habitación. Pudiste escucharlo maldiciendo y pisoteando fuerte.

Le ofreciste algo del desayuno que preparaste, pero él lo rechazó diciendo que ya lo habían llamado porque llegaba tarde.

Te paraste en su camino sosteniendo una taza de café con leche esperando que al menos lo aceptara.
Tan apresurado como estaba apenas miró la taza, bebió con rapidez y al terminar, sin perder el ritmo se acercó a ti, te besó en los labios y dijo gracias, Dulzura.

El beso apenas duró lo suficiente, pudiste saborear el gustillo a café en sus labios.
Le tomó cinco segundos darse cuenta de lo que había hecho, dejó caer la taza que se rompió al instante. Se derrumbó en disculpas, rogándote que lo perdonaras, que no había querido besarte, que en realidad si quería, pero no sin consentimiento, apenas podías entender lo que decía. Se disculpaba demasiado.

Reuniste toda la valentía que poseías para acercarte a él, tan rápido como te fue posible tomaste su rostro y lo guiaste a un beso más largo que el anterior. Sentiste como su respiración se detuvo. Al separarse, balbuceó tu nombre sin creer lo que acababa de pasar, pero le recordaste que tenía que irse. Lo viste dudar, su teléfono vibró en su bolsillo, prometiste que tan pronto regresara a casa por la noche hablarían al respecto.
Cato parecía resignado y te miró durante un tiempo significativamente largo, lograste ver las emociones pasar por su rosto, la vacilación, el miedo y de alguna forma tristeza. Aun así, sonrió, pero no llegó a sus ojos.

"Espero verte esta noche, Dulzura"

¿Me darías un beso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora