Primavera-Verano

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Primavera-Verano

Severus no se sentía de humor esa noche. Su grupo de compañeros, con los cuales debería estar terminando un trabajo, habían dejado todo a un lado subiendo el volumen a la televisión cuando la pelea estaba a pocos minutos de comenzar. Con aburrimiento miraba la pantalla y escuchaba desinteresadamente las conversaciones.

— ¿En serio le tienen fe a ese novato de "perro loco"?—dijo uno de ellos, Lucius, observando a los otros dos e ignorando a Severus por la aburrida expresión en su rostro.

— ¡Por supuesto! Promete mucho el chico, viene de abajo y sin gran apoyo, pero ha ido tan bien—aseguró el dueño de la casa, Tom.

—Mi hermano dice que lo conoció, entreno un tiempo donde él lo hace, dice que no parece muy amigable, muy amargado o serio, incluso algo tonto—comentó el ultimo, Barty, uniéndose a la discusión.

— ¿Y por qué "perro loco"? Digo, si es como dices sería mejor algo como "perro rabioso"... ¿No?—supuso Tom.

—Dicen que está loco, que comenzó a entrenar de chico después de que su padre le diera un paliza que lo dejo mal—explicó Barty.

—Leí que no tenía padres, vivía con unos tíos—desmintió Lucius.

—Tiene sentido la historia, su padre le dio una paliza, comenzó a entrenar y se la devolvió hasta matarlo, entonces vive con sus tíos desde entonces—intentó unir piezas Barty.

— ¡Hey! Eso no tiene sentido... ¿No tendría que estar preso? Y de todas formas, no hay razón para que su padre lo haya golpeado siendo un niño—desechó Tom.

—Bueno, sus razones habrá creído tener el hombre, quizás estaba más loco que el hijo—se defendió Barty.

—Yo que ustedes hago teorías de la investigación que hacemos y no de la vida de un desconocido—bufó Severus mientras se levantaba y alejaba para contestar una llamada de su madre, escuchó gritos cuando la pelea comenzó.

Algunos minutos más tarde regreso a su lugar, no soportaba los gritos, pero no le quedaba más opciones, no podía deambular en una casa ajena. Miró la pantalla intentando buscar el sentido de ver a dos personas golpeándose, grande fue su sorpresa al descubrir que uno de ellos, quien ya tenía el labio partido y se concentraba en atacar a su contrincante, era Sirius, el chico al que había besado incontable veces, innumerables mañanas, día tras día hasta una de aquellas mañana lo ignoró dejándolo solo y gritando su nombre sin voltear. De aquella mañana había trascurrido dos semanas y no habían vuelto a hablar o verse.

—Tom, Tom—llamó a su compañero más cercano—. ¿Cuál de los dos es el que mencionaban hace un momento?—preguntó.

— ¿"Perro loco"? Es el que va ganando...

— ¿Y cuál va ganando?

— ¿Es en serio? Dime que no, porque soy capaz de golpearte por idiota—habló con seriedad Lucius uniéndose.

—Es en serio, no sé de este deporte—se explicó.

— ¿Es que no eres ciego? El chico esta allí todo golpeado, apenas esquivando golpes y "perro loco" da golpe tras golpe y preguntas eso—bufó Lucius.

—¡Pero él... él es Sirius!—exclamó con su cabeza intentando comprender más de un recuerdo vivido junto al chico y al mismo tiempo la pelea trasmitida en la televisión frente a sus ojos.

— ¡Hey, si! ¿Cómo sabes su nombre? Mi hermano me dijo que así se llamaba—Barty preguntó.

—Solo lo sé...—murmuró concentrado—. ¿Qué más saben de él? Díganme—suplicó sin mirarlos.



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Despertar a media madrugada jadeando y cubierto de una capa de sudor no era agradable para Harry, pero la situación se repetía más cada tantos días en la madrugada durante las últimas dos semanas. No seguía un patrón que lo desencadenara, pero Harry entendía el significado y creía saber la solución, solo que no estaba dispuesto a ceder.

Su sueño comenzaba tranquilo, solo escuchaba voces lejanas, no alcanzaba a distinguir que decían, pero las reconocía como la de Draco y la suya propia. Con el paso de los segundos veía todo azul, una profundidad extraña que lo hipnotizaba, salía de aquel transe al notar los dedos de sus pies descalzos y caminando hacia ese azul. Las voces comenzaban a oírse más y podía distinguir las palabras, Draco parecía llamarlo e invitarlo a algún sitio, su voz se oía cantarina y extremadamente alegre, a diferencia de ella, la voz de Harry sonaba baja y triste a la vez de que se negaba. No entendía porque se negaba si había comenzado a caminar rápido intentando llegar al chico que suplicaba que fuera hacia él, intentar gritar que estaba en camino fue inútil, la voz no salía de su garganta, en cambio aquella voz que no era producto de sus cuerdas vocales continuaba negándose. Pudo visualizar un pequeño sendero que apareció en el medio del mar, Harry sentía que siempre había estado ahí, no entendía porque no lo cruzo antes para llegar a la voz que lo llamaba. A medio camino el sendero comenzó a decaer y él comenzó a correr para llegar a la orilla donde antes estaba, pero está ya no existía, la voz de Draco no se oía y toda la inmensidad del mar se torno de un profundo gris que daba al paisaje un aire de tristeza y desolación. Lejos de todo ese torbellino decadente, Harry podía visualizar delfines, un mar azul y la calma de las agua, le era imposible llegar allí aunque lo deseara. Cuando no quedaba sitio donde pisar y visualizo sus dedos del pie bajo el agua fue cuando despertó.

Harry comprendía perfectamente su sueño, durante el día su mente no dejaba de pensar en Draco y lo sencillo que hubiera sido conocerse, pero lo mucho que se complico de un segundo al otro. Todo su mundo se veía tan brillante y bonito como ese paisaje de delfines lejanos cuando Draco había llegado a través de las redes, pero cuando intento llegar a él todo se volvió complicado, incluso Draco había desaparecido de su vida al igual que la voz en su sueño, todo se había derrumbado como el sendero y ya no se sentía animado en un mundo brillante o soleado. Su malhumor crecía con el pasar de los días y así mismo el peso de no descansar adecuadamente.

Las 3am no era un horario sensato para enviar un mensaje a una persona con la cual no estaba en buenos términos y la cual había tratado mal, pero Harry necesitaba paz mental y egoístamente seguiría su idea. Lo hacía por él, no por Draco y no temía admitirlo.

No pido una respuesta, solo quiero disculparme, siento que debo una disculpa por mi comportamiento tan desubicado y mi reacción infantil, eso solo.
Discúlpame, Draco.
Es cosa tuya si quieres o no disculparme, no necesito ningún tipo de respuesta. Discúlpame, también, por esta acción tan egoísta, pero es la única solución que pude encontrar.
Espero que estés y continúes bien.

Lo envió a través de Facebook, no lo tenía agregado, pero tampoco estaba bloqueado. Intentó volver a dormir, no lo logro con rapidez, pero a largo plazo finalmente lo consiguió algunas horas antes de tener que despertar a media mañana.

4 estacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora