Eternamente, por siempre
Las personas normalmente tienen una carrera en la que invierten gran parte de sus horas diarias y también un amor. Una vida laboral y otra amorosa, en ocasiones se mezclan entre sí, pero normalmente la mantienen separadas.
No entiendo como lo logran, mi entrenador me ha dicho que es algo normal, que no importa que sea boxeador, que es una profesión que toma solo un poco más de tiempo de las que se desarrollan en oficinas o sitios similares. Me ha dicho que ser un deportista no me limita y puedo tener una vida amorosa, un interés por alguien que me permita relajarme y divertirme.
Me ha regañado un poco exigiéndome aprender a equilibrar mi vida entre el trabajo y el amor, es algo más que aprender, que perfeccionar, como muchas otras cosas que me ha enseñado, tiene la creencia de que aprenderé rápido.
Espero también hacerlo pronto, casi pierdo a Severus una vez al ignorar todo esto, no quiero perderlo por no aprender con rapidez como tener tiempo para él sin descuidar mi entrenamiento.
Yo no le había comentado nada al entrenador o personas cercanas sobre mi enamoramiento al chico que veía en las mañanas, sobre mi acercamiento y relación con esté. Tampoco tenía idea de si se me permitía un interés amoroso con una pelea tan importante para cual prepararme en puerta, era mi pequeño secreto. Pero como todo secreto, tiene sus consecuencias y no me era fácil contestar mensajes discretamente o camuflar sonrisas al llegar en las mañanas, como inventar historias sobre esas sonrisas, el secreto fue descubriéndose. "El perro tiene un hueso al que roer finalmente", había dicho mi entrenador riendo.
No fue mucho tiempo después que todo se fue al demonio y Severus simplemente desapareció un día después de haber discutido. Espere por él, lo busque cada mañana, en diferentes autobuses, un poco más temprano e incluso más tarde de lo que acostumbraba a viajar, no tuve éxito. No tuve el coraje de enviarle mensajes, no tenia gran practica en ello y ser tosco como de costumbre solo lo podría enfadar más, lo deje estar, sabiendo que estaba perdiendo una oportunidad que no se repetiría en el amor. Creí que de esa manera debía ser, que tendría un buen futuro al estar eligiendo entrenar al amor, que de esa manera lo hacían todos los grandes a los que admiro.
Fueron por esos días, algo desolados y tristes, llenos de horas de entrenamiento y pocas risas, que mi entrenador se acerco a mí de una manera personal a conversar. Primero me felicito por mis avances, hizo mención de lo bien que iba, pero finalmente preguntó.
— ¿Por qué, a pesar de lo bien que vas, no te veo animado? ¿Las cosas con esa chica no fueron bien? ¿No era la indicada? Es que no puedo evitar notar tu semblante serio hasta en los momentos de bromas y risas; solías reír, divertirte.
—Entrenador, usted sabe que soy bisexual, lo hablamos en los comienzos—le había recordado yo llamando a su incomodidad—. Era un chico y no, no fue bien, pero está bien, es lo normal, trabajo es trabajo y no siempre se puede.
— ¿Por qué no se podía esta vez? ¿Es que era alguien mayor? ¿Tiene un trabajo que ocupa mucho tiempo?
—El que no tiene tiempo soy yo, entrenador. No son tiempos para una relación de ese tipo, realmente creo que no debería buscar relaciones.
—Perro loco, estoy confundido... ¿Cómo es que no tienes tiempo? ¿Haces algo más? Además de venir a entrenar me refiero.
—No, pero eso es lo que ocupa todo mi día, no tengo tiempo para citas o encuentros...
—Chico, espera—con un suspiró, que mostraba cansancio e incredulidad, negó con la cabeza y me miró como pocas veces lo ha hecho, más allá de un entrenador, como un amigo, un hermano mayor—. Yo sé mejor que nadie lo mucho que quieres esto, lo que te has esforzado y como estás ansioso por llegar a ese sueño, créeme que lo sé, fui contigo en cada paso desde que eras pequeño, pero Sirius, tomarte una noche o media tarde cada tanto no cambiara nada, no serás menos fuerte por ello, incluso creo que eso podría renovarte. Descansar, relajarte, estar con una pareja.
—Yo... prefiero concentrarme en mi entrenamiento, después de todo es mi futuro, yo estoy bien—intente asegurarle—. ¿Recuerda? Mientras otros descansan yo entreno, es la manera de llegar a tiempo—le recordé las palabras que le repetía desde chico.
—Es tu elección, pero de esa manera se volverá aburrido, tedioso, odiaras este deporte y estas paredes. Es como cualquier trabajo, solo lleva un poco más de tiempo que carreras en las que terminas dentro de una oficina. Tienes que buscar un equilibrio perfecto, no es fácil, pero tampoco imposible. Es la vida y en ella tienes que dividirla entre el trabajo y el amor—habló con sinceridad y respeto.
—No creo que existan suficientes horas en un día para tener ambas.
—Entonces divídelo en la semana, porque si eso te pareció mucho no quiero imaginar cuando los años vayan sumando más partes.
— ¿Hay más?
—Divido mí día a día entre mi trabajo y mi vida personal, entre esas dos ramas hay muchas otras. En mi trabajo, se encuentra mi entrenamiento, el trabajo de entrenarte a ti y muchos otros, supervisar este gimnasio y las cuentas a pagar en casa. La rama de mi vida personal es un tanto más placentera, tengo una esposa que satisfacer y mantener feliz a la que dejo cada mañana en el trabajo, dos hijas en crecimiento que dejo en la escuela también, incluso una perra que saco a pasear todas las noches antes de dormir... ¿Y sabes cuál es la recompensa a eso?—negué siendo ignorante al dato—. Una esposa que en la noche me recibe con una comida caliente, dos hijas que me abrazan al verme llegar y una perra que mueve su cola de felicidad. Las charlas en familia, la compañía y apoyo de mi mujer por las noches, la perra vigilando mi puerta, cuidándome. Y créeme que es reconfortante la compañía de esas cuatro mujeres ruidosas en casa—mirando alrededor del gimnasio lleno de hombres rió—. Después de pasar el día entre todos estos hombres, no te imaginas cuanta alegría me da llegar a casa. Necesitas eso, Sirius, quiero que tengas eso, sea chico o chica. Quiero ver que llegas con una sonrisa, o que termines tu día ansioso por ver a alguien, para que ganes una pelea sintiendo el incentivo de mantenerte en pie por alguien más además de ti mismo. Y no te lo estoy sugiriendo, es una orden, equilibra tu vida, consigue lo que te hace falta, alguien que te sonría y te abrace, eso es tan importante como la resistencia. Retomaremos esta charla después de la pelea y espero que estés en camino a conseguirlo o...
— ¿O qué?—interrogue alzando una ceja, desafiándolo.
—O te consigo un perro que criar y eso, déjame decirte, lleva más tiempo que una relación, porque será tan pequeño que te necesitara hasta para comer, te lo advierto.
El día que Severus apareció en el gimnasio y lo bese fue cuando retomamos la charla. De eso han pasado dos semanas, nos hemos visto casi todas las mañanas, hemos ido a tomar un café en una ocasión, llegue media hora después de lo acostumbrado y fui felicitado por ello... extraño. En otra ocasión fuimos a almorzar.
He conocido mucho de él en esas conversaciones, le he contado de mí y mi vida, desde entonces, siento los sueños más reales y cercanos. No había hablado de esa manera con otra persona, si bien mi entrenador conoce mis metas, no las he hablado en profundidad.
Severus, siempre tiene una sonrisa para saludarme, un beso y quizás un abrazo si ha pasado un tiempo, una caricia si tengo algún golpe de alguna practica. Palabras de aliento si estoy cansado o con sueño en las mañanas. Un mensaje para hacerme sonreír si el día se ha hecho largo. Hay noches en las que deseo mantenerme hablando con él, pero ha creado esta regla nocturna, a las 22pm deja de contestarme, aunque se mantenga en línea hablando con algún compañero en cuanto a trabajos o familiares, no me contesta hasta el día siguiente, para asegurarse de que duermo.
He notado, con el paso de los días, la diferencia entre nuestros besos, como la confianza que se va forjando entre nosotros atraviesa nuestros besos, se hace notar. Porque allí se sientes los segundos sumándose, las lenguas sin pudor, los sonidos sin decoro de nuestras gargantas y nuestras manos rosando, sintiendo, acariciando. Nuestros cuerpos pierden la compostura, lo admito.
Siendo una estación tan calurosa, el sol quema desde temprano, calienta las calles y las personas andando por ella. Es una época donde comenzamos a llevar menos ropa y más piel a la vista, al alcance. A diferencia de mis manos gruesas y callosas, Severus posee manos suaves, grandes, pero finas. Las he sentido en mi cuello, hombros y bajando por mis brazos, con movimientos tan elegantes como danzantes, apretando de momento o solo deslizándose tal cual mariposa.
Hoy será diferente a otros días, a otros encuentros. Pasara por el gimnasio a las 20hs, iremos a mi casa, cenaremos alguna comida rápida, se quedara a dormir conmigo. Vivo solo hace un tiempo, un modesto espacio al que llamo casa, un espacio propio.
No puedo negarme a mí mismo lo nervioso que me he llegado a sentir, son nuevos para mi sentimientos como estos, escuche a un compañero decir que a eso se le llama "amor", que de esa manera se sentía la primera noche con el amor de su vida. No puedo decir que fue reconfortante la charla con el hombre. Le pregunte si esa persona es la mujer con la que está casado, si era la madre de los hijos que tanto presume en fotografías, su respuesta fue desalentadora:"Por ser un joven tonto y nervioso como tu, ella es la madre de mis sobrinos".
No quise indagar mucho más en la historia, pero según escuche su hermano si tuvo el tiempo para aquella mujer en su momento. Lo único que puedo salvar de esa charla es la seguridad de que esto está bien y debo hacerlo más seguido, porque si estos nervios, ansiedad y cosquillas en mi estomago son amor... no quiero que Severus consiga la atención que debo darle yo en otro hombre.
Vernos en las mañanas, quizás en las tardes, conversaciones, besos y decirle lo bien que se ve cada día puede ser suficiente por un tiempo, pero es tiempo de darle más de mi, incluso si él aun no siente la necesidad de más, quiero darnos un tiempo de horas, olvidarnos del reloj, no contar lo pocos minutos que nos quedan antes de despedirnos.
Faltan pocos para las 20hs y lo veo llegar atravesando las puertas y buscándome por el lugar, sonríe al encontrarme caminando hacia él, le devuelvo la sonrisa. Escucho comentarios, silbidos, algunos gritos. Severus se sonroja.
Comentarios como: "Viene el príncipe a buscar a su dama", "yo también quiero una novia que me venga a buscar para ir a cenar" y "todo es rosa hasta que te rompen el corazón, ten cuidado perro loco".
—Que tu ex no te haya perdonado por estar con su amiga no es exactamente romperte el corazón, aunque yo te hubiera roto la cara—aparece mi entrenador regañando al último—. Y tú, decídete a hablarle a tu vecina y ponte a entrenar o no llegaras a ningún lado viniendo acá solo a pensar comentarios idiotas.
—Entrenador, estamos sudando y doloridos, déjenos un momento fantasear con una belleza como la de perro loco...
—El que haya dicho eso, se va de acá a la misma hora que yo, por envidioso. Y miren que aún me faltan unas horas para irme...
Seguí mi camino con Severus guiándolo a la salida rápidamente, los dejamos discutir. Se bien que ninguno de mis compañeros es homosexual, pero también soy consciente de que Severus porta una belleza singular de la cual no tiene conocimiento. Atrae más miradas de las deseadas y reconocidas por él. Exponerlo a mi lugar de entrenamiento no es algo que disfruto, pero no puedo excluirlo, tampoco sobreprotegerlo o comportarme como un hombre celoso. Tiene que formar parte de mi entorno, es algo que exigió y no es de la clase de chico que le agrada ser cuidado o celado.
Siendo verano a estas horas el sol está comenzando a desaparecer, por lo que todavía hay luz natural y las luces de la calle están apagadas, es agradable la brisa que llega a nosotros. He tomado su mano en algún momento, poco consiente de la acción y con naturalidad. Es agradable, están frías, sus manos siempre se sientes de esa manera, frescas. Son muy diferentes a la temperatura corporal del resto de su cuerpo.
— ¿Podemos comprar algo de helado para el postre? Me gusta el helado—pregunta y comenta.
—Claro, no suelo comerlo y no debería, pero un poco no hará mal.
— ¡Te mostrare el lugar donde venden el mejor helado!—exclamó tirando de mi mano haciéndome caminar de prisa entre las personas.
Una vez más, es nuevo para mí esta clase de emociones, me siento como un niño corriendo entre la multitud para conseguir un dulce. Correr por las calles del centro en una noche de verano, tomado de una mano fresca que tira de mí y tiene un portador que me sonríe deslumbrantemente, es algo que no hubiera imaginado vivir. Es un tanto irreal y se siente bien, se siente como si nada malo podría pasar, se siente como un instante de felicidad interminable.
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4 estaciones
Hayran KurguDos amores que evolucionan, se pierden y reencuentran a través de las estaciones del año. Severus, siguiendo a un extraño que ve en el autobús cada mañana, un día decide tomar una foto del chico, pero es perseguido por el extraño y este le exige bor...