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Emma abrió los ojos lentamente, aún sentía el latido acelerado de su corazón y un par de escalofríos recorriéndole la espalda. Remus y Harry la miraban con rostros tensos; la preocupación en sus ojos le resultaba incómodo. Aunque el salón fuera amplio, la pelirroja se sentía pequeña.
Remus le ofreció un dulce, con voz suave, intentando calmarla. —Emma, sé que no te gusta el dulce, pero cómelo. Lo hiciste bien. La valentía no siempre es no temer, sino enfrentarse al miedo, una y otra vez.
Emma asintió, levántandose, intentando que su respiración volviera a un ritmo normal. Sus dedos estaban entumecidos por la fuerza con la que sujetaba la varita, la cual casi se le resbalaba de las manos sudorosas. Respiró hondo y se obligó a relajar los hombros, aunque el temblor en su cuerpo aún no cesaba del todo.
Miró a Harry, quien le dedicó una sonrisa cálida, aunque sus propios ojos reflejaban lo que ella sentía: una mezcla de temor y admiración.
No podía decepcionarlos. No podía decepcionarse a sí misma.
Se posicionó con determinación, ignorando el cosquilleo nervioso que recorría sus piernas. Dio un paso al frente, enfrentándose al baúl del que había surgido el boggart. Las imágenes perturbadoras aún nadaban en su mente.
—Estoy lista —. Murmuró, más para convencerse a sí misma que para los demás.
El baúl se abrió y, de nuevo, su hermano apareció ante ella, gritando de dolor y rabia por haber sido traicionado, antes de volver a desplomarse. Emma sintió que todo pasaba lento. La sala se había vuelto fría y las luces se alocaban nuevamente. La impotencia la envolvió de nuevo, seguida por el eco de la voz de Voldemort, con su tono frívolo y agudo. Sonaba tan real que un escalofrío recorrió la piel de todos en la sala.
Sin pensar, con la mandíbula apretada y la furia ardiendo en su pecho, gritó con todas sus fuerzas: —¡Riddikulus!
Todo se desvaneció, dejando la sala sumida en un silencio tenso. Por un momento, Remus esbozó una sonrisa, comenzando a decir algo, pero Emma no esperó a escuchar las palabras de reconocimiento.
—Debo irme —. Susurró, con la voz quebrada. Antes de que nadie pudiera reaccionar, giró sobre sus talones y salió del aula, con el sonido de su respiración agitada rebotando en los pasillos vacíos.
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Se encontraba recostada en otro árbol. Era irónico, ¿no? Otra vez buscando el refugio y consuelo en la pobre naturaleza, como si aquel tronco pudiera ofrecerle la seguridad que le faltaba en estos momentos. Se detuvo para apreciar cada detalle, como el campo de quidditch se veía distinto gracias a la capa de nieve que lo cubría o aquellos árboles verdosos, los cuales ahora eran blancos.
Su mente le repetía la escena una y otra vez: el rostro siniestro de Voldemort y su risa fría. ¿Acaso le tenía miedo a Voldemort? Ese era su boggart, después detodo, y eso la hacía sentir ridícula. La vez anterior había enfrentado a Voldemort con su hermano, y nunca había dudado de su valentía. Pero ahora, esa imagen la llenaba de inseguridad.
Su hermano lo había enfrentado sin pensarlo varias veces, mientras que ella se sentía pequeña y vulnerable. ¿Por qué le parecía tan tonto temer a alguien a quien había derrotado sin titubear? ¿Ahora se suponía que tendría a Snape en su boggart también?
Mientras Emma estaba atrapada en sus pensamientos, Oliver apareció de repente, sonriendo de forma despreocupada. —¿Por qué tan concentrada, pelirroja? ¿Estás viendo si el césped del campo de Quidditch está bien cortado?
Pero al instante, su sonrisa se desvaneció al notar que Emma no respondía. Su mirada estaba fija en el suelo, y su expresión mostraba una tristeza que no le pasó desapercibida.
Oliver decidió acercarse un poco más, dejando de lado la broma. —Hey, ¿todo bien? —Preguntó, su tono cambiando a uno más serio, preocupado por la expresión de Emma.
—Sí, solo... Estaba pensando en algunas cosas —. Respondió, forzando una sonrisa. Tratando de ignorar la presión en su pecho. —No es nada importante.
De inmediato, el castaño frunció el ceño. —No me mientas —. Susurró, con su mirada fija en ella. —Si necesitas hablar, estoy aquí, ¿sabes?
Evitando su mirada, Emma se levantó, recostándose de brazos cruzados en el árbol. —No he tenido un buen día, ¿sí? —Cortó, con su voz quebrándose en el proceso. —Aprecio que sientas pena por mí, pero lo resolveré.
—No se trata de pena, Emma. Realmente me preocupo por ti —. Dijo, manteniendo un tono firme, pero suave. —Si no quieres contarme lo que pasa, está bien, pero solo quiero que sepas que estaré aquí. Te haré compañía hasta que te sientas bien.
Emma relajó el ceño fruncido, y sintiéndose avergonzada, tartamudeó: —Lo siento, Oliver. No es necesario que te quedes —. Pasando sus manos por su pantalón para limpiar el sudor, ella suspiró, frenándose al ver lo que llevaba puesto. —¿Ibas a entrenar?
Oliver no se sintió aliviado por el cambio de tema; la preocupación seguía en su rostro y ella lo sabía.
—Sí, iba a practicar un poco antes de que anocheciera —. Respondió, tratando de sonar casual. —Pero eso no es lo importante. Me preocupa que no estés bien, Emma. ¿Estás segura de que no quieres hablar de ello?
—¿Podemos caminar? —Sugirió Emma, intentando desviar un poco la atención mientras señalaba hacia un lugar cualquiera. La idea de moverse le parecía más fácil para continuar la charla incómoda.
Mientras caminaban, Emma comenzó a contarle a Oliver sobre su boggart, describiendo la escena tan vívida que había presenciado. Las palabras fluyeron de ella, pero a medida que profundizaba en los detalles, la angustia comenzó a apoderarse de su voz.
—Y entonces lo vi, Harry estaba ahí... Gritando, y yo no podía hacer nada para ayudar. Empecé a ver cuerpos sangrientos. El de Hermione, el tuyo, el de Ron —. Contó, su tono cada vez más agitado.
Oliver notó cómo su respiración se aceleraba y, preocupado, la detuvo suavemente, sujetándola de los hombros para que pudiera mirarlo a los ojos.
—Hey, escucha, estoy aquí —. Le dijo con suavidad, intentando calmarla. —Lo que viste no es real. Es tu boggart, y es normal lo que sientes. Recuerda, tú eres más fuerte de lo que crees.
Emma no respondió de inmediato. En cambio, se acercó y lo abrazó con fuerza, apoyando su cabeza en su hombro. —Solo... No quiero fallarles.
El castaño sintió la tensión en su cuerpo y apretó un poco más el abrazo. —No lo harás, pelirroja. No estás sola, me tienes a mí. Juntos podremos derribar a cualquier ogro que se nos cruce. ¿No?
Emma no pudo evitar sonreír un poco ante la broma. —Sí, eso suena bien —. Respondió, sintiendo que su corazón se aligeraba un poco.
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Últ. actualización
04/11/24
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just the way you are ━ oliver wood
FanficEDITANDO TODOS LOS CAPÍTULOS PARA CONTINUAR. /)/) (\(\ ( . .) (. . ) ━🌸〔 Just the way you are 〕 ( づ💗⊂ ) ❝ ¿No te has dado cuenta de que me vuelves loco, ...