Capítulo 2

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Sonó nuevamente el timbre de llegada, pero esta vez, en la tierra. No estaba igual a cuando subió, ahora no estaba junto a un poderoso Arcángel, sino, con Jesucristo, el hijo de Dios, vaya... ¿Es que solo le faltaba estar con el mismísimo Satanás?
Con un suspiro largo, salió del elevador y estaba en aquella esquina, en la que había estado tanto tiempo, tantos recuerdos, tantas peleas, tantas risas...

- Bueno, ¿dónde iremos ahora?

Aziraphel, apuró el paso para alejarse lo más posible de aquel lugar, nisiquiera se atrevió a mirar la librería que estaba a unos cuantos metros de distancia. Sabía que si la volvía a ver, no querría irse.

Al caminar sin rumbo con un bebé recién nacido en una canasta, no era lo ideal, ya sea para un humano, ángel o... demonio.

Ya estaba anocheciendo, tenía que viajar ahora o haría mucho frío para el bebé. Aziraphel antes de continuar caminando sin idea a donde, se dirigió a un puesto ambulante que estaba en medio de la calle, vendiendo ropa algo desgastada y mantas.

- Hola, buena mujer, ¿me vendería una de aquellas mantas? El bebé puede sufrir de hipotermia si no lo cubro.

La mujer, miró a Aziraphel y lo encontró extraño, pero no amenazante, tenía un bebé en una canasta y utilizaba una pajarita por el amor de Dios, hablando de hipotermia y buscando una manta cuando está anocheciendo. Aquel bebé no era su hijo, pues habría salido de casa más preparado y este recién nacido, se veía limpio y saludable, era una mercancía perfecta. Debía de llamar a sus... Amigos.

Claro que si, señor. Esta manta es de la mejor calidad, perfecta para bebés.

La mujer, a quien no se le veía la cara por la tela que utilizaba, para cubrirse, tomó en sus manos una manta a cuadros, color beige y se la entregó al ángel, encantador por el patrón, no dudó en sacar todo el dinero de su bolsillo y dárselo a la mujer vendedora, ella lo necesitaba más que el.

- ¡Oh, pero señor! Esto es mucho más de lo que costó la manta...

- Tranquila, noble dama, eres recompensada, pues trabajas según la voluntad de Dios para ganarte el pan.

Aziraphel habló rápidamente, pues quería volver a su camino sin rumbo.
Arropó a Jesús con la manta, se le notaba tranquilo y dormía como si nada.

El ángel se dirigió instintivamente a la estación de trenes, pues, si uno quiere iniciar nuevamente y embarcarse en una aventura, iría allí ¿No?

- ¡El tren está por salir!

Aziraphel se acercó al hombre que gritaba y le compró un boleto, con las pocas monedas que le quedaban después de comprar la manta, el tren partiría pronto y la noche ya estaba cayendo, no sabia donde se dirigía pero era mejor así, un inicio nuevo y misterioso ¡Como en las novelas de aventura!

- ¡Suba, señor, suba!

- El ángel subió al tren y avanzó por el pasillo estrecho. Estaba acostumbrado a mejores estándares pero esto era, acogedor.
Había un asiento libre y se colocó junto a la ventana, con Jesús en el asiento a su lado.

Aziraphel echó un vistazo en la entrada del tren y vió que alcanzaron a subirse dos hombres vestidos de negro e inmediatamente la puerta cerró y el tren comenzó a avanzar.

Aquellos hombres se sentaron unos pocos asientos por delante de Aziraphel, este no les prestó atención, y siguió mirando por la ventana. El paisaje estaba pasando y cambiando, las nubes estaban dando paso a la luz de la luna y las estrellas, brillaban tan resplandecientes como el día en el que las vió siendo creadas por Cro-

- ¡BUAAAA! ¡BUAAAA!

Rápidamente, el ángel encargado de Jesucristo, lo miró a su lado, en la canasta, lloraba y agitaba sus manos, gritaba,  gritaba y no paraba de gritar, los pasajeros los miraban molestos, sin el más mínimo afán de ayudarle.

¿Me perdonas? / Good omens /Donde viven las historias. Descúbrelo ahora