La historia de Caperucita Roja como nunca fue contada. Secretos de la familia saldrán a la luz mostrándonos que nada es lo que parece. La dulce Caperucita se convierte en cazadora de los lobos que tanto mal le hacen al pueblo de Cherry, un total mis...
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Es increíble como el destino se encarga de complicar todo. Pero estaba bien ¿verdad?. Alex no me había visto en el bosque así que en teoría yo lo conocía pero él a mi no. Seguí escuchando lo que hablaban ambos:
— Eres lo peor, querer casarte después de haber desaparecido mi hermana.
— Lo siento hijo pero la vida sigue y yo tengo que vivirla.
— Ya me han dicho que es joven, ¿no te da vergüenza?.— al parecer no le agradaba nada todo esto, ya estaba gustándome el chico.
— Soy el cardenal hijo, puedo hacer lo que quiera.
— Siento vergüenza de ser parte de esta familia.
Luego de aquello cesaron sus voces y todo volvió a estar en silencio, supuse que se habían ido. A lo mejor podía hacerme aliada de aquel chico. Así podría tener la ayuda de alguien que conoce lo que está pasando. Pero primero debía dormir, luego me ocuparía de todo este asunto. Nada más hice caer en mi cama y quedé profundamente dormida.
🥀🥀🥀
A la mañana siguiente bajé a desayunar, no podía ni imaginar que aquel viejo horroroso me llevara el desayuno a mi habitación. Mi sorpresa fue enorme cuando al entrar en la cocina estaba el que sería mi mayor tormento.
—Buenas. —intenté ser amable.
—No son muy buenas realmente. —me dirigió una mirada muy fría.
Con que esas tenemos. Veremos a que viene todo esto.
—Me parece que me estoy perdiendo de algo, ¿puedes aclararme qué pasa?.
—Pasa que eres una cualquiera que ha venido a casarse con mi padre solo por su dinero, eres joven y hermosa y él es mayor, dudo que sea amor.
Ahora si que me había dejado perpleja este chico. Sus conclusiones eran erróneas pero no las iba a desmentir, yo no tenía que darle explicaciones de nada y él me había ofendido.
—Lo siento si interrumpo tu zona de confort niño bonito. —levantó una ceja en señal de disgusto por lo que dije. —pero tendrás que acostumbrarte porque aunque no quiera estar aquí debo quedarme.
—Ya veremos por cuánto tiempo. —dirigió una mirada cargada de odio hacia mi, se levantó de la mesa y se fue.
Y yo que pensaba tener un aliado, que tonta soy —pensé.
Antes de que terminara com el desayuno apareció mi "futuro marido".
—¿Cómo está la reina de este lugar?. —casi vomito escuchando eso.
—Muy bien Gracias. —finjí una sonrisa.
—Vengo a anunciarte que nos casaremos mañana en la noche.
