La historia de Caperucita Roja como nunca fue contada. Secretos de la familia saldrán a la luz mostrándonos que nada es lo que parece. La dulce Caperucita se convierte en cazadora de los lobos que tanto mal le hacen al pueblo de Cherry, un total mis...
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Dejé de respirar cuando vi aquella escena tan horrible. Mi vida ya no tenía sentido. Estaba sola. Toda la casa estaba destrozada, sangre por todas partes y lo peor era la carne mutilada que se encontraba regada por doquier. Era lo peor que podía haber presenciado, náuseas llegaron a mi garganta y tuve que correr afuera para vomitarlo todo. Yo podría ser una chica fuerte pero sin dudas aquello dejaría sin estómago a cualquiera.
—¡Roja!, ¿estás bien?. —me recogió el pelo para que tuviera mejor entrada de aire.
—¿Crees que se pueda estar bien luego de ver a mis padres masacrados así?. Joder no puedo ni entrar a esa casa. —mis emociones estaban al colapsar.
—Tal vez no sean ellos.
—Si no son ellos ¿quienes más estarían en mi casa ?, son ellos Alex. Ahora si estoy sola. Mi madre, la única persona que amaba en este mundo era ella.
—Entiendo tú dolor. Mi madre murió cuando yo era un niño pero dolió mucho su muerte. Desearía que no pasaras por esto.
No pude evitar buscar sus ojos para tratar de descifrar en ellos que era lo que él buscaba en mi. Estaba siendo tan lindo conmigo y yo simplemente, era "yo". Una chica que nunca fue querida por nadie. En un mundo de personas sin corazón el que siente emociones será el perdedor. Alex sin yo esperarlo se acercó lentamente a mi rostro, podía sentir como se me calentaban las mejillas de la cercanía y sus ojos grises me miraban buscando complicidad, esperando que le diera permiso o le negara el gesto. Yo no hice ninguna de las dos y así fue como el me besó.
Posó sus tiernos y dulces labios sobre los míos. Yo nunca había besado a alguien así que no sabía que hacer, simplemente me quedé impactada y cerré mis ojos para sentir el sabor de aquel beso.
Al separar su boca de la mía yo no sabía que decir. Ni que hacer, sentí en ese momento un miedo profundo.
—No lo vuelvas a hacer por favor. —le solté rápidamente.
—Lo siento preciosa yo ......
—Yo no tengo tiempo para estas cosas, mi prioridad es desvelar todos estos misterios y en mi vida no hay cabida para el amor. Además no necesito ese sentimiento de debilidad en mi vida.
—Lo entiendo. No volverá a pasar no te preocupes. —su semblante lucía triste.
¿Qué estoy haciendo?. No quiero hacerme daño ni hacérselo a él tampoco. Nunca he tenido que pensar en algo así.
Eres una cobarde..
Tienes miedo a ti misma. A amar y ser amada.
No te crees digna de ser querida.
Una voz en mi cabeza me recordaba una y otra vez mis miedos. Todo eso era cierto, era la más pura verdad. Los sentimientos que albergaban mi corazón.
