•6• 🥀Encuentro Sorpresa🥀

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   Al escuchar los gritos de Alex corrí con todas mis fuerzas

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   Al escuchar los gritos de Alex corrí con todas mis fuerzas. Allí estaba tirado en el suelo, sus ojos miraban con pavor su pierna ensangrentada.

—¿Qué cojones te pasó Alex?. —corrí para ayudarlo pero me empujó.

—Vete, corre. Aún sigue aquí.

En ese momento sentí un gruñido en mi espalda. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando al girarme lentamente mis ojos tenían la visión de un lobo negro muy espeluznante frente a mi.

Al intentar moverme aquel monstruo se abalanzó sobre mi haciendo que me cayera. Mis brazos no podían aguantar mucho más su hocico, estaba al punto de morderme, tenía que tomar una decisión rápida y me arriesgué. Solté una de mis manos permitiéndole encajarme los colmillos en el otro brazo y tomé rápidamente una de las dagas que tenía guardada en mi bota, le atiné a un ojo, causándole una grave herida. Comenzó a aullar como quejándose y se largó dejando detrás un gran rastro de sangre.

Presa del dolor me encontré perdida entre mis pensamientos hasta que Alex me hizo despertar dándome un apresurado beso en los labios. Fue rápido y corto pero me gustó mucho y reaccioné al instante.

—¿Estás bien?. —su pregunta me aturdía, acababa de besarme y ¿me preguntaba eso?.

—Pues luego de tu beso claro que no.

—Perdón es que creí que era la mejor forma de despertarte. Pensé que te iba a perder, tienes que entenderme.

   Yo sabía lo que él quería decir porque había sentido lo mismo al verlo ahí con la pierna ensangrentada. Decidí no decirle nada. Simplemente lo observé y sonreí, tal vez como lo haría una niña pequeña. Ese corazón que era frío como la nieve que nos rodeaba se estaba derritiendo.

   Rasgué mi vestido para envolver la tela en la pierna de Alex y luego el me vendó a mi. Ambos nos abrazamos y quedamos ahí mismo profundamente dormidos.

En la mañana decidí que tenía que averiguar de mi escurridiza tía y de aquel lobo que nos había atacado.

—Deberíamos ir al pueblo Alex. —lo miré.

—Es muy repentino, no hemos ido desde qué pasó aquello.

Sabía perfectamente a qué se refería. Supongo que la muerte de su padre aún le afecta, es algo lógico convivía con él y por su cuerpo corría la misma sangre que la suya.

—Te entiendo, tienes razón.

—Además deberíamos esperar a que sanen nuestras heridas.

Es cierto. Había olvidado por completo mi herida y así no podría hacer nada ante cualquier enfrentamiento.

—Quedémonos aquí un tiempo mientras sanamos los dos ojitos azules. —mi corazón latía muy rápido por su cumplido. Tenía que admitir que me gustaba mucho cuando me llamaba por apodos bonitos.

Little Red Riding Hood The Huntress Donde viven las historias. Descúbrelo ahora