En que me había metido...
En ese entonces pensé que sería todo, que los problemas habían cesado, pero no, que equivocado estaba.
Durante unos meses después del incidente, las burlas y agresiones, fueron más y más presentes.
Recados de odio en mi casillero, burlas al entrar y salir del instituto, mensajes de texto en mi teléfono, e incluso agresiones físicas, hablando por supuesto de golpes.
No había día en que llegara a mi casa sin un golpe nuevo, por suerte supe como ocultar dichos golpes, por lo que mis padres nunca sospechaban nada, nunca quise preocuparlos.
Pierre y yo nos hicimos novios tiempo después de todo lo ocurrido, pero a causa de aquella pelea que había tenido, la medida tomada por el director fué cambiarlo de salón, dado esto, él no podía protegerme todo el tiempo, entonces, todo lo físico se manifestaba cuando Pierre no estaba presente, hasta eso, Dankev ya no quería mas problemas con él, ya que Pierre me defendía cada que podía.
Pero esto solo empezaba.
Aquel día de escuela, todo parecía tranquilo, no me había topado a Dankev ni a los demás por la mañana, hacía tiempo que no tenía un día así, sin preocupaciones.
Con esa misma calma, asistí a clase de educación física, sin saber lo que estaba a punto de pasar...
Por algún motivo del destino, mi nariz empezó a sangrar, tal vez por el calor, o por esforzarme demasiado en dicha clase, nunca lo sabré, mi ropa se había manchado por completo, por esto, el profesor me dejó irme a tomar una ducha y reposar. Y así, abandoné la clase.
Me dirigí a los vestidores para despojarme de mi ropa sucia, me pusé una toalla para cubrirme y me dirigí a las regaderas.
Sin darme cuenta que Dankev, Dean y Jerome, el trío de siempre estaba ahí, esperandome. ¿Qué podría esperar? Otro golpe? Esa vez habrían cruzado la raya.
Dean me empujó, haciendo que callera al suelo, los tres me rodearon. Para ese momento, mi toalla se había caído, estaba desnudo, vulnerable.
Parecía que estaban a punto de golpearme como siempre, pero, en un momento, Dankev detuvo a los demás con un firme "alto".
-¿Qué pasa?- preguntó el pelirojo Dean.
-Tengo una mejor idea.- se paró, de uno de sus bolsillos sacó una venda y una cinta gruesa.
-Estoy aburrido de solo golpear a este marica, hay que hacer algo más divertido, no creen?-
Los tres chicos se miraron, aún sin siquiera hablar, ellos sabían lo que harían.
Dos de los chicos me tomaron de las manos y de las piernas, Jerome tomó la cinta, atandome las manos con ella.
Yo intentaba forcejear, pero ni moverme lo más posible me ayudó en esa situación, eran tres contra uno.
Por más que gritaba, nadie respondía mi llamado, estaba solo.
Una vez atadas mis manos, con la benda me taparon la boca, ahogando mi llamada de auxilio por completo.
-Eres muy ruidoso, no querras que nos descubran, ¿o si? ~- Me dijo Dankev susurrandome al oido.
Comencé a llorar, no podía hacer nada en lo absoluto. En ese entonces no sabía lo lejos que podrían llegar.
Los tres chicos me cargaron hasta dentro de un cubículo de regadera, cerraron la puerta y ahí fué dónde el infierno comenzó.
Dankev bajó el cierre de sus pantalones, en ese momento, supe que todo estaba perdido.
Los otros dos chicos comenzaron a tocarme y lamer todo mi cuerpo, mientras que Dankev abría lentamente mis piernas, acariciandolas de una manera tan lenta y tortuosa.
Quería gritar, quería salir de eso, pero no, no podía, estaba inmóvil, no había escapatoria alguna. Dankev se acercó un momento a mí.
-Esto es lo que les pasa a las perras como tú, pudimos habernos llevado bien pero quisiste hacer las cosas de la manera difícil; ahora sufrirás las consecuencias, ZORRA.-
Todo se me vino abajo, supe que hasta ahí había llegado, mi vida, mi vida entera se hecharía a perder, y todo en manos de ese bastardo...
Me habían violado. Fué tan brutal y tan enfermizo, que ni siquiera pienso narrarlo. Me sentía asqueroso, SUCIO.
Al final de todo esto, ellos solo me dejaron ahí, tirado en aquel cubículo.
Ni siquiera podía levantarme, el dolor era inmenso, solo pude verlos alejandose, sin culpa alguna de lo que me habían hecho.
Claramente puedo recordar esa escena, gritando al aire: "SON UNOS MONTRUOS, LOS ODIO! LOS ODIO!"
Todo entre llantos, dolor y sangre.
Estuve ahí un rato, tirado en el suelo, llorando mientras veía como la sangre de mis heridas me rodeaba.
La sensación era horrible, el saber que mi cuerpo nunca más sería el mismo, que había sido profanado por alguien más.
Tiempo después, me desmayé.
En ese momento pensé, "hasta aquí llegué, aqui terminó todo ". Pensé que moriría desangrado por el desgarre; pero al despertar, una destellante luz cegadora se apoderó de mi visión.
Estaba en un cuarto blanco, y con forme más se aclaraba mi vista, me di cuenta que me encontraba en una cama de hospital.
Poco a poco abrí los ojos, mi madre lloraba en el borde de dicha cama, mi hermano estaba con la mirada baja, sentado en un sillón al otro lado de la habitación.
No sabía que había ocurrido después de desmayarme, estaba totalmente desorientado.
Un par de lagrimas bajaban por mi rostro en cuanto menos lo preví; asi es, mi cuerpo, ya no era el mismo, nunca volvería a ser lo que fué alguna vez, estaba sucio... "usado".
Y así fué, esta es la historia de cómo viví el infierno en carne propia, así fue como alguna vez... me robaron la sonrisa.
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Robar una sonrisa
Teen FictionUn chico de nombre Erick cuenta como vivió su infierno durante la preparatoria.