Una vez Eren soñó ser un titan poderoso y despiadado, la pesadilla de miles de personas y el héroe de otras tantas, pero Armin sólo le dijo que no fuera tan guebón porque si alguna vez hiciese una gafedad de tal magnitud le daría un coñazo.
De hecho...
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* * * * *
—¡apurate pues!
—¡Coño pero cállate que me distraes!
Aunque Eren quiera ocultarlo está cagadísimo, extiende la mano queriendo alcanzar el mango que guinda de una rama superior pero es incapaz de soltarse de la rama inferior sobre la que se encuentra por miedo a un fatídico suceso, en todo caso, decir que su vida peligra sería exagerar en sobremanera ya que no sólo ambas ramas están a una distancia prudente la una de la otra, sino que también de caer al suelo no se llevaría más que un leve raspón a lo sumo.
Y lo tengo que decir porque ganas no me faltan, Eren es tremendo marico a veces y de pana provoca es meterle un lepe para que deje la gafedad.
—Chamo, solo tienes que pararte en la mata para agarrar el mango, —explica Connie a mi izquierda, poniéndose las manos en la cadera con un gesto de fastidio.
Eren voltea la cabeza de una, con una cara de espanto surrealista.
—mi alma, ¿Vo' sois loco? La madre tuya se irá a parar en esta verga, si esto ya no aguanta más peso, es más, me muevo y la mata esta se cae y nos morimos todos.
Vasie.
Ruedo los ojos, preguntándome para mis adentros cuantas veces lo habrían dejando caer Grisha y Carla cuando todavía estaba chiquito porque de otro modo no me explico como el hijo les pudo haber salido tan defectuoso.
Connie gruñe con hastío.
—No marico de pana, yo sabía, me tengo que montar yo porque si te montas vos nos haces pasar pena a todos.
—¡¿Qué andan haciendo?!
En eso sale un chamo de su casa, se queda parado en el porche viéndonos ahí con su mejor carita de chamo caído de la mata como preguntándose como es posible que estemos en su casa saqueando la mata de mangos de su familia.
Obvio los tres nos quedamos tiesos por un momento porque pensamos en un comienzo era el señor Hoover, pero al final resultó siendo el mariquito de su hijo, Bertholino o Bertulio —o una vaina así—, y el alivio nos inundó porque ese es un gafito con el que estudiamos desde primer año más o menos y es tremendo webon caído de la mata. Ese podría habernos pegado un grito pero eso era puro embuste, ese no nos iba a votar de su casa porque es muy marico para eso.
