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Estoy medio dormido, medio despierto, más dormido que despierto y no me ayuda qué atrás mío una niña me esté sobando el pelo y tratando de peinarme con sus dedos. Se me cierran los ojos por un segundo, disfrutando del momento antes de que el ruido a mi alrededor me lleve a abrirlos de nuevo.

Los domingos son un día ladilla por múltiples razones, mi cuerpo no fue diseñado biológicamente para hacer algo los domingos y muchísimo menos por la mañana, me causa sueño y pesadez, lo malo del asunto es que Carla es la clase de mujer que considera el domingo el día del señor y obliga a todos en la casa a ir a la iglesia.

De vez en cuando logro zafarme de la iglesia pero lo habitual es que vaya en compañía de los Jaeger. Incluso nos encomiendan tareas a Eren y a mí, por hoy nos dejaron el cuidado de los niños junto a otras tantas maestras que corren de arriba a abajo cantando ''soy una taza'' para que los niños los imiten. En mi caso ni me molesto en hacer gran cosa después de darles la clase en menos de cinco minutos, las niñas juegan con mi pelo y dejo que Eren se encargue de los niños, los persigue por todo el salón para evitar que se peguen un coñazo.

Petra, la maestra encargada y a quien se supone estoy ayudando, se me acerca cargando a una niña de cuatro años que no para de llorar. La apoya en su cadera con una cara que ruega por ayuda, y yo me levanto leyendo en su mirada mi próxima labor.

—Armin, por fa, busca a los representantes de la nena ¿si?

Asiento y tomo a la niña en brazos. Eren se nos acerca teniendo a dos niños aferrados a sus piernas y dificultando su andar, ambos bañados en lagrimas y llenándole el pantalón de mocos. Intenta mantener la cara neutra por profesionalismo, pero yo percibo su molestia.

—También voy a llevar a estos dos.

Petra nos cede el paso, abandonamos el salón y pasamos al auditorio donde se está desarrollando el servicio dominical. El pastor grita en medio de la exaltación de su predica y nosotros nos disponemos a ir de un lado pa' otro hasta que encontramos a los padres de los niños.

—Y ahora las ofrendas —anuncia el pastor—. También al lado de la cesta de las ofrendas está otra cesta para que anoten sus datos todos aquellos que quieran ayudarnos para los preparativos de la cruzada de la próxima semana...

Carla nos peló los ojos desde su asiento, ignorando por completo cualquier cosa que nosotros estuviéramos haciendo. Que bolas, ahora también tendríamos que colaborar en una actividad que conociendo a esta gente va a caer un día sábado por la noche. Bueno, al menos no tendría que quedarme en casa oyendo a Eren grabando trends de tiktok ni a Grisha argumentando las dificultades de ser doctor en Venezuela mientras se presume en Instagram.

Eren le pide un sobre a una mujer de protocolo y esta se lo entrega junto con el papel donde irían nuestros datos. Yo saco el bolígrafo mientras Eren comienza a revisar sus bolsillos en busca de plata.

—Creo que traigo un dolar en alguna parte.

En eso saca un billete todo doblado del bolsillo en compañía de otro coso que se le cae al suelo. Yo me agacho para recogerlo, pero en cuanto lo tengo entre mis dedos me congelo en señal de reconocimiento y levanto apurado, agarrando a Eren para que se pegue a la pared conmigo en la parte trasera del auditorio, de modo que nadie nos vea.

—Marico ¿qué mierda es esta? —espeto.

Frunce el ceño confundido hasta que aprecia el bicho entre mis manos, abriendo los ojos grandísimo.

—No me digas que de pana yo traje esa verga.

—Marico por amor a cristo, trajiste un condon para la iglesia.

—Eso fue que Zeke andaba jodiéndome el otro día, ¿no te acuerdas que nos andaba dando condones kike por si acaso? Bueno, me guardé ese coso en el pantalón y se me olvidó sacarlo.

Shingeki No Kyojin | Veneco au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora