Demian frunció ligeramente el ceño ante la llegada del alba, odiaba despertar tan temprano, pero no tenía más opciones. Se levantó con una inmensa pesadez de la cama y, a pasos lentos, se dirigió hacia el baño. Luego de una fresca ducha, salió renovado y energético, con su típica sonrisa radiante pintada en su rostro.
Preparó el desayuno rápidamente, el cual consistió en unos panecillos acompañados de unas tortillas de huevo. Acomodó los platos en la mesa y colocó dos tazas de chocolate caliente. Antes de subir al dormitorio, sonrió satisfecho al ver su trabajo. Ya encontrándose en el lugar, caminó hacia la cama con pasos lentos y suaves, tomó asiento al borde del colchón admirando la figura durmiente de su amado. Su mano acarició ligeramente los cabellos castaños apartándolos de su frente. Este, ante el tacto del pelinegro, se removió ligeramente apartándose del mayor, dejando un ligero espacio, el cual este aprovechó para colarse entre las sábanas y abrazarlo por la espalda. Así de cariñosas se habían vuelto las mañanas de aquellos dos. Desde aquel día del juicio, su vida había dado un cambio notorio del cual no podían quejarse.
—El desayuno ya está listo, amor. —Will se estremeció al sentir la voz de su chico chocar contra su oreja. Giró su cuerpo, encontrándose preso entre los fuertes y cálidos brazos de su pareja. Sus párpados aún se mantenían cerrados, pero alzó la cabeza esperando recibir su beso mañanero. Ambos labios se rozaron suavemente. Demian, al ver cómo el castaño aún se mantenía soñoliento, repartió leves besos en su rostro. Comenzó por la frente y bajó con dulzura hasta la punta de su nariz. Siguió con ambas mejillas y terminó por el mentón, sonrió divertido al ver cómo Will abría con ligereza sus ojos y se ruborizaba al darle una sonrisa satisfecha de haber despertado.
—Buenos días, gatito.
—Buenos días, cariño. —Dijo el castaño devolviendo el saludo con un leve beso en la mejilla. Ambos amaban besarse y no dudaban en hacerlo cada vez que querían, no reprochaban y ya no era tan vergonzoso como antes. —Iré a cepillarme los dientes. No tardaré demasiado. —El moreno asintió mientras veía la silueta de su pareja marcharse hacia el baño. Observó cómo aquel polerón de dormir blanco le quedaba largo, que si no supiera pensaría que no llevaba algo debajo de este, pero realmente traía puesto un short corto de color negro. Sus largos cabellos, que anteriormente le llegaban hasta la nuca, ahora estaban cortos en leves capas. Su pálida piel había retomado su color normal y aquellas ojeras que antes adornaban el rostro del castaño ahora habían desaparecido, no en su totalidad, pero al menos no había rastro de aquellas continuas pesadillas en su amado.
Siguió observando cómo el castaño lavaba su rostro, cepillaba su cabello y buscaba ropa en el armario. Se había vuelto más seguro de sí mismo, ya no sentía repulsión al verse al espejo o tocar su propio cuerpo, y aquello llenaba de alegría su corazón. Cuando Will terminó de alistarse, hizo una señal para que Demian tomara su mano, y una vez ambas manos se encontraron, bajaron las escaleras para desayunar.
Ambos, sentados en aquella mesa, disfrutando de la compañía del otro, era lo que más amaban de cada mañana. Los días grises de Will habían retomado los colores que él creía haber olvidado desde hace mucho tiempo.
—Amor, mañana es la cita con la psicóloga, ¿deseas que te acompañe a la consulta? —El castaño asintió ante la pregunta del moreno.
—Siempre me acompañas, y nunca te he dicho lo contrario. —Demian sonrió ante lo dicho. Ambos habían cambiado desde aquel día.
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El día del juicio fue una situación difícil para ambos, pero sobre todo para el castaño. Relatar los hechos fue la parte más hiriente para todos, era como clavarse un puñal en el corazón. Tenían miedo de no ganar, pero el alivio los invadió cuando escucharon la respuesta del juez. Los cargos para el señor Roberts fueron los necesarios para que pasara el resto de su vida en la cárcel, al igual que la mujer que lo ayudó. Muchas personas mostraron gran interés ante la vida del castaño y, a pesar de que Will al principio se negó a revivir aquellos momentos mientras relataba un artículo para el periódico, al final optó por hacerlo.

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𝐓𝐮 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñí𝐚
RomanceWill quería un trabajo para poder salvar a su abuela, mientras luchaba con sus pesadillas, y Demian estaba cansado de escribir cosas de amor sin aún conocerlo. ¿Y si lo único que necesitarán es la simple compañía del otro?