𝐓𝐎𝐖 | Oscar es un increíble esposo, un buen padre de familia y un firme creyente. Sin embargo, cuando su nueva vecina aparece por la vereda de enfrente, él no sabe si podrá seguir siendo el mismo hombre.
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05.
"Malvada, intratable, escandalosa y malvada, definitivamente"
El anochecer se acercaba, y la salida del sol teñía el cielo de un naranja vibrante, salpicado de destellos rosados que aún luchaban por iluminar el ambiente. La comunidad había tomado la decisión de encender una fogata, aprovechando algunas ramas gruesas de los árboles talados durante la tarde.
Hicieron un círculo alrededor del fuego, poniendo simples bancos para que todos pudieran disfrutar cómodamente del calor y la luz que brindaba la fogata, que bailaba en los rostros de las personas y creaba sombras en el bosque que les seguía por detrás.
Mientras los padres compartían sus historias y anécdotas, algunos niños comenzaron a aburrirse y se limitaron a adentrarse a la casa de Ben, buscando algo de diversión en la televisión. Sin embargo, Emily permanecía cerca de su padre, el mismo que sostenía una lata de cerveza en una mano mientras contemplaba el fuego con una expresión que no contaba lo que tenía en mente.
Alice se hallaba una vez más en la compañía del grupo de mujeres, se habían retirado discretamente a un rincón apartado para compartir sus cotilleos, resguardadas de miradas ajenas. Aunque no eran particularmente numerosos, la verdad es que los rumores y secretos fluían entre el vecindario como agua. Aunque las conversaciones y risas llamativas de las mujeres no pasaban desapercibidas para los ojos curiosos que acechaban desde unos pocos metros.
Tristemente, el silencio de Alice no la protegería por mucho tiempo, ya que Caroline, incapaz de contenerse, giró hacia ella y liberó su veneno con palabras afiladas como cuchillos.
— ¿Qué hay de ti? ¿Acaso has terminado con tu novio? — comenzó y tras la mirada de confusión de Alice, Caroline siguió: — Te hemos visto muy unida a Pedro estos días, me sorprende que casi no lo menciones — reflexionó.
La francesa abrió la boca, atónita por la audacia de la insinuación, mientras buscaba las palabras adecuadas para contrarrestar la acusación. — Solo somos amigos.
Hanna arrugó la frente, una sonrisa burlona bailando en una de las esquinas de sus labios. — Pero él está en tu casa cada fin de semana.
— Sí — admitió, sus hombros se alzaron brevemente en un gesto de autodefensa —. Hemos estado ayudándonos mutuamente. Eso es todo.
No estaba mintiendo. Pedro intentó acercarse cuando se percató de la soledad que envolvía a Alice; sin embargo, no era algo que la avergonzara.
— ¿De qué manera lo ayudas? — interfirió Caroline.
— A veces, como niñera...
Sin siquiera dejarle terminar, interfirió con otra pregunta. — ¿Y otras?
