Capítulo 17: Víctimas

6 0 0
                                    

Recluidos en una vieja, oscura y aterradora instalación oculta en las profundidades del callejón ubicado al lado del hospital central, Jordan advierte a Javier que una tormenta de problemas se aproxima a ellos sí no logran escapar del país a tiempo

Jordan: Mire jefe, ya se volvió noticia viral. Todas las autoridades están buscándolo.

Javier: Cállate. No me ayudas en nada con esos comentarios Jordan. Mejor ponte a pesar en cómo nos vamos a largar de aquí. Todo fue tan rápido que ni tuve tiempo de sacar mi dinero del banco. Mis tarjetas están bloqueadas y no sé cómo ni a dónde irme.

Jordan: ¿Ya le pidió ayuda a su hermana? ¿A su cuñado?

Javier: No puedo comunicarme con ellos. Es peligroso, seguro sus líneas telefónicas ya están intervenidas por la policía. Y ni caso me van a hacer. Todas las miradas de la gente están sobre ellos. Me imagino lo nerviosa y enojada que debe estar mi hermana.

Jordan: Es que sí la regó.

Javier: Yo no tuve la culpa. El suicidio de Rita desencadenó todo. La bomba me estalló en la cara cuando menos lo esperaba.

Jordan: Tal vez nunca debimos secuestrarla. O quizá usted nunca debió involucrarse sentimentalmente con ella y sacarla del fin al que estaba destinada.

Javier: Ella era diferente a las demás mujeres. Merecía otra suerte y por eso quise dársela. Nunca podría considerarla un error porque Rita me hizo feliz muchos años.

Jordan: ¿Y no cree que es un riesgo estar aquí a un lado del hospital cuando quién sabe cuántos escuadrones de la policía lo están buscando por toda la ciudad?

Javier: Jordan, es cuestión de lógica. Estamos en un almacén subterráneo y a unos metros de mi lugar de trabajo. Es la zona dónde menos buscarían por lo obvio que sería esconderme en ella. Ahora sólo tenemos que esperar a que Rocío o Edgar se comuniquen con nosotros.

Javier sigue moviendo las piezas del ajedrez para evadir su sombrío futuro, pero la abrupta revelación de su crimen lo mantiene atado de manos y a la expectativa de recibir ayuda de su familia. ¿Cuál será su siguiente paso para eludir a la justicia?

Rocío, después de correr a Ángel del hospital, recibe la noticia de que la salud de su hijo se ha estabilizado gracias a la transfusión que recibió. Ella, como su madre, es la primera persona que tiene derecho en ingresar a la habitación de David para verlo. Pero al entrar a la fría recámara, recibe la bienvenida del más puro rencor y coraje proveniente de la debilitada alma de David.

Rocío: ¿¡Hijo, cómo estás!? Me alegra mucho verte consciente. Estaba muy preocupada por ti.

David: ¿Qué haces aquí? Yo no te quiero ver mamá. Esto que está pasando es tu culpa y de mi papá.

Rocío: ¿Qué dices? No David. Nosotros seríamos incapaces de hacer o provocar algo que los dañara a ti o a tu hermano.

David: ¡No mientas! Sí fue esa la maldita razón por la que me fui de México. Porque descubrí lo que me estaban haciendo tú y mi papá.

Rocío: No sé de qué hablas David.

David: Nunca lo olvide mamá. Sé que ambos me estaban enfermando a propósito para probar alguno de sus estúpidos medicamentos. No les importó el bienestar de su propio hijo. Sólo lograr sus aberrantes metas a costa de los demás.

Rocío: Eso no es verdad David. Estás recordando mal las cosas.

David: No. Tú bien sabes que todo lo que estoy diciendo es cierto. No te quiero cerca de mí nunca más y te prometo que no permitiré que le hagan lo mismo a mi hermano.

Rocío, evidenciada y al mismo tiempo destruida por el rechazo de David, escapa del hospital envuelta en lágrimas mientras observa en los puestos de periódicos, aterrada, titulares amarillistas que están exterminando la reputación de su familia, tales como "Farmacéuticos delincuentes", "¿Qué más crímenes ocultarán los Bernal Perea?", "Médico secuestrador: la verdad de los Bernal", "Imperio de mentiras en la industria farmacéutica". La imagen perfecta que siempre quiso demostrar en la sociedad está cayéndose a pedazos. ¿Qué más le tendrá preparado el karma?

Una Rosa en depresión por la muerte de Lucía y sin encontrar todavía a su hija Karen, se enfrenta a los demonios del pasado que ha querido mantener ocultos bajo tierra, debido a que Ángel le exige respuestas sobre el hallazgo de las identificaciones de mujeres desaparecidas en su casa.

Ángel: Explíqueme que significa que Karen tenga las credenciales de esas mujeres. No creo que sea por algo bueno, obviamente. Pero sí no habla, me olvidaré del cariño que le tengo señora y voy a llamar a la policía.

Rosa: No tenías derecho a husmear las pertenencias de mi hija.

Ángel: Necesitaba respuestas señora. Incluso para poder ayudarla a usted, a Daniel.

Rosa: Es que no es fácil contar esto. Pero está bien. Te lo voy a decir.

Ángel: La escucho.

Rosa: Hay un demente que se hace llamar Arlequín y es él quién ha amenazado a mi hija durante meses para que ella le lleve víctimas al lago del Ajusco. Busca principalmente mujeres jóvenes. Es un asesino en serie.

Ángel: ¿Qué? Lo que está diciendo es una atrocidad.

Rosa: Karen no tuvo otra opción. Ese tipo la raptó un día y con la condición de perdonarle la vida, la obligó a atraer mujeres con falacias a la zona aledaña al lago. Si ella no lo hacía, nos matarían a mi y a Lucía. Fue un sacrificio que hizo por su familia.

Ángel: Lo que me está contando es una completa aberración. Karen es la responsable de la muerte de muchas mujeres. De haberle arruinado la vida a decenas de familias. La solución para protegerlas no era volverse la esclava de un psicópata que mata por placer. Pudo contarle a Daniel, ir a la policía, lo que sea para evitar hacer algo tan horrible pero eligió el peor camino y usted fue su cómplice en todo. Se calló durante meses sabiendo que Karen estaba destruyendo núcleos familiares enteros. Es impactante como pudo ser partícipe de algo así. Me asquea enterarme de todo esto.

Rosa: Ya te dije que no había otra salida Ángel. Karen tenía miedo de hablar.

Ángel: ¿Miedo de hablar? Por favor. Si no le tuvo miedo a ser la carnada de una trampa mortal para mujeres, es absurdo que le diera temor hablar. Pero ustedes van a pagar lo que hicieron, tendrán que rendirle cuentas a las autoridades. Y ahora comprendo el ataque que sufrió, el asesinato de Lucía. Todo es culpa de Karen. Encubrirla a lo largo de este tiempo sólo está generando acontecimientos terribles.

Rosa: No estoy segura de que todo sea culpa de Karen. Ella y yo sabemos muchos secretos de los Bernal Perea. Pueden ser ellos los responsables de mi atentado, de la desaparición de mi hija, de la muerte de Lucía.

Ángel: Esa familia es una basura, pero sí usted siempre lo supo y se quedó callada, está pagando las consecuencias de su silencio. Sea cuál sea el motivo por el cuál les está pasando esto, significa que tienen muchas deudas pendientes. Y cualquiera de sus acreedores está buscando cobrarse a la mala. Ya sean Rocío y Edgar o ese psicótico del que han sido socias. Suerte señora Rosa. La va a necesitar.

Rosa: Espera Ángel. Antes de que te vayas, debo entregarte esto. Es el diario de Karen. Yo sé que debo pagar por ser colaboradora en acciones tan horribles y también sé que si mi hija aparece tendrá la misma suerte que yo o peor todavía. Pero quiero intentar redimir mis culpas. Aquí están las coordenadas de un lugar dónde podrían rastrear al arlequín. Ojalá les sirva de algo.

Los truculentos secretos de Rosa por fin han sido revelados. Pero ¿Serán todos los enigmas que la mujer ocultaba? ¿O habrá más por descubrir?
El Arlequín está preparado para asestar el golpe final en su legado de muerte y horror ¿Quién será la próxima víctima?

ANTES DE QUE TE OLVIDE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora