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-¡Walz! Trajimos tu auto. - Gritó Dinah Jane Hansen, una de las mejores amigas de la morena, al salir del ascensor privado entrando con entera confianza al departamento de la aludida.

Debido a que Camila se había ido con aquella mujer de ojos verdes la noche anterior, Dinah se encargó de llevarse el auto de Camila a su casa y de traerlo ésta mañana, así tal cual como se lo pidió antes de salir de Blue Martini en busca de Lauren.

-¡Enseguida bajo! -Obtuvo por respuesta desde la planta alta del Penthouse.

Dinah no respondió, simplemente se sentó en el sofá estirando sus piernas y apoyando la cabeza en el respaldo, cerrando los ojos.

Camila y Dinah se conocieron en una cafetería en la que solían trabajar.
La polinesia fue la encargada de capacitar a la latina cuando ésta recién entró, ambas tuvieron una química increíble al conversar mejor en su hora de descanso.
Entre plática y plática se dieron cuenta que ambas tenían muchas cosas en común.
Ambas amaban la música, ver películas y series, salir de compras y más.
Aunque también tenían diferencias, Camila ama leer, Dinah lo odia.
No es de sus pasatiempos favoritos, pero a pesar de eso se entendían bastante bien. Mientras la mujer alta, polinesia de cabello largo y teñido en un castaño claro le preguntaba si había visto tal película, la morena respondía que no, pero que se había leído el libro y aunque Dinah siempre decía; «aburrido» con una cara graciosa, platicaban entre ellas de la historia en cuestión notando las diferencias entre el filme y la historia original plasmada de manera antigua, como decía Dinah Jane.

-Traeme agua. - Le pidió a Melek quien se había sentado junto a ella.

Melek la había acompañado, ya que ella condujo el auto de Dinah, mientras que ésta condujo el de Camila para finalmente ambas regresar a casa en el auto de la polinesia.

-Tráela tú. - Se quejó frunciendo el ceño tomando un cojín que adornaba el blanco sofá y lo abrazó contra su pecho.

-Mel, por favor. Tengo resaca. No puedo creer que me haya dado resaca, sólo bebí tres cervezas. ¡TRES!-Se quejó pero inmediatamente se arrepintió ya que le había punzado la cabeza.

-Supongo es la edad, D. Tener treintena no es lo mismo que tener veinte.-Picó, sabía lo mucho que le molestaba a su amiga el tema de la edad.

-No tengo treinta.-Se quejó viendo mal a la otra mujer, quien viró los ojos ocultando una sonrisa en su rostro.

-Tienes veintinueve, Dinah. Es lo mismo.

-Por supuesto que no es lo mismo, perra. - Se defendió.
-Aún estoy en mis veintes, me falta un año para cumplir treinta, así que no fastidies y traeme un vaso con agua y una aspirina.

-No soy tu sirvienta, levántate y búscalo tú.-Atacó poniéndose de pie, caminando hacia el librero de la latina para tomar uno de los tantos libros, para leerlo en lo que ésta bajaba, no pensaba soportar a Dinah. Era una molestia total cuando tenía resaca.

Melek Lenard era una mujer transexual de 26 años de edad, la más pequeña del grupo de cinco amigas.
Dinah, Sandra, Camila, Mariell y por supuesto, ella.

Camila y Mel, como le decían sus amigas, se conocieron en una fiesta que dio Mariell junto a su hermana Sandra en un club nocturno hace 6 años atrás para festejar sus cumpleaños.
Lenard aún se encontraba en transición cuando se vieron por primera vez.
La chica que ahora lleva el cabello a la altura de su mentón en color rubio con las puntas pintadas en rosa y azul era mesera en dicho lugar.
La alegría y espontaneidad del, aquel entonces, mesero, agradó por completo a Camila.
Le inspiró confianza y terminaron por compartir números. Lo que empezó como la morena sólo buscándolo para que les reservara una mesa algunos fines de semana a ella y sus amigas, pasó a convertiste en una sólida amistad.

Dulce Pecado (Camren) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora