Imposible

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—Mi pregunta es... ¿¡Por qué hicieron esta reunión!?
—¿Por qué tan molesto, Kasamatsu?
—Sólo estamos conviviendo cómo una familia...
—Es algo natural...
—Yukio, se te harán arrugas si sigues frunciendo el ceño así.
—Sí, sí. Y tus ojos son tan bonitos para que nos miren con odio. ¡En especial a mí! Duele que me mires con enojo...

Idiotas... No había otro término para llamarlos.

La situación era esta. Seis chicos de preparatoria tomaban  café y disfrutaban de distintos postres en la cafetería más alejada de sus institutos. Capricho de Sakurai que, al saber más sobre cocina , había acudido a cada restaurante especializado en platillos dulces y pasteles, y conocía los mejores. 

Sentados en una mesa para ocho, con seis sillas ocupadas, se encontraban Kagami, Furihata y Sakurai de un lado, mientras Himuro, Kasamatsu y Takao en el otro. El de ojos azules fruncía el ceño y miraba a cada uno con molestia. Era un día entre semana y, para ser más específico, en temporada de exámenes,  y a los muchachos se les ocurría llamarlo para una reunión de improvisto. No es que le molestara verlos, pero debía estudiar si quería ingresar a una universidad de alto reconocimiento y cerca de Kaijo. No conocía las razones para reunirse, lo único que sabía era que los otros actuaban vagamente felices e ignoraban sus repetidas preguntas.

Suspiró. A pesar de todo eran sus amigos y no podía molestarse (Mucho) con ellos. Contestaría por orden:

—Conociéndote no estudias para presentar un examen, Kagami—ya no importaba el tema del respeto entre ellos, se acostumbró a ser llamado de cualquier forma que ya no gastaba sus energías en corregirlos—. Sé que somos cómo una familia, Sakurai, y sí, es algo natural, Furihata, pero aún no logro comprender el porqué de todo esto. Llamaron tan de repente...—su mirada ahora se enfocó en el par de azabaches que tenía a cada lado, primeramente en Himuro quien con su inexpresivo rostro le daba a entender que la situación era confusa sólo para él, ya que en realidad parecía estar inspeccionando su rostro en busca de alguna arruga—Ustedes me hacen fruncir el ceño de esta forma. ¡Llevo haciendo la misma pregunta desde que llegué y nadie me dice nada!—giró su rostro para encontrarse con Takao y su drama por haber sido visto con enojo—Me hacen enojar, poco, pero lo hacen. No te sientas herido, idiota, yo te quiero—palmeó su espalda y el drama despareció. Era de esperarse que Takao se abrazara de una forma tan cariñosa del capitán de Kaijo, así que los presentes estaban más que acostumbrados.

—Kagami no suele estudiar para nada. Tiende a pedir el lápiz que le regaló Midorima a Kuroko para presentar cada uno, y ni eso le ayuda a pasar con notas altas.
—¡Oi!—se quejó ante lo dicho por Furihata, pero era cierto. En cada prueba era necesario ese jodido lápiz por no haber estudiado y pasar la mayoría de su tiempo leyendo revistas, viendo programas deportivos, ir a la cancha a entrenar o dormir el resto del día y ,para hacer más difícil la cosa, el chico fantasma se rehusaba a prestarle aquel utensilio escolar.
—Queríamos hablar, solamente. Discúlpenos si interrumpimos su hora de estudio.
—Pero tampoco es cómo si los estudios fueran más importantes que nosotros, ¿verdad, Yukio?—Yukio soltó un suspiró tras esas palabras y con la mirada de todos encima tuvo que ser sincero, cosa que pocas veces se le daba bien.
—No. Ustedes son más importantes. Pero aún me parece bastante curioso que sus parejas tuvieran que reunirse ''por los viejos tiempos'' y nos hallemos justo en un café el mismo día.
—Kise también en tu pareja.
—Por desgracia, Kagami.

Y les pareció absurdo que dijera aquello cuándo el amor entre los jugadores de Kaijo se notaba desde lejos. Pero decidieron dejarlo pasar al conocer cómo era Yukio y que seguiría negando la relación que tenía con el rubio a pesar de los muchos besos que se daban en público. Las miradas de todos, con excepción del azabache de ojos azules, se enfocaron en Furihata. Miradas las cuales le decían que era hora de confesar todo antes de que Yukio se pusiera pesado. Con tranquilidad, dejó su capuccino en la mesa y aclaró su garganta para llamar la atención del mayor.

Déjà vu [Descontinuada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora