𝐈𝐕 +𝟏𝟖

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PoV: (N)

Cuando abrí los ojos, todo se había vuelto un recuerdo confuso. O bueno, lo fue hasta que decidí levantarme de mi cama e ir a la cocina, encontrando con mi departamento hecho ruinas. Mi sofá se había desarmado donde antes estaba, la mayoría de muebles estaban golpeados o con partes rotas, muchos utensilios de cocina habían volado a otras habitaciones y la pared de mi baño simplemente ya no estaba, en cambio, solo había un hueco gigante rodeado de todo tipo de objetos personales y de higiene míos. Solo se me salió un suspiro frustrado antes de que mi cuerpo reaccionara agarrandome del cabello y tironeandolo.

¿Qué es lo que había sucedido? No lo sé. De la nada una mujer idéntica al doctor octopus entró a mi departamento, me lanzó por el aire y me regaló un par de golpes después de que aquel tipo apareciera. Aún tengo la sensación extraña en mi cuerpo, la misma que tuve cuando lo tuve a solo unos centímetros. Como si mi piel se erizara, mi temperatura aumentara y pudiese sentir su presencia dibujada como una especie de aura en mi mente. O eso me hago entender, porque es tan confuso que apenas logro encontrar palabras para explicarlo.

Dí un salto y me senté en la mesa de la cocina, observando el caos de mi casa en un silencio abrumador. El reloj de pared, que de alguna extraña forma había sobrevivido a todo el desastre de hace unas horas, marcaba las 11 p.m. Demasiado tarde para mi gusto, pero tampoco es como si tuviese sueño. Todo mi sistema parecía estar absorbido por una sensación inquieta e incomoda, incluso cuando solo estaba vestida de la estúpida bata blanca de mi trabajo y unos jeans podía sentir la picazón por todo el cuerpo.

No tenía las fuerzas ni las ganas de ponerme de pie y organizar todo, ni siquiera terminaba de entender la situación como para someter mi cabeza a más estrés. Me froté los ojos abrumada y dejé escapar una gran cantidad de aire por la nariz, con el solo fin de intentar drenar un poco.

Mis ojos se desviaron lentamente a la puerta cuando un ruido extraño se escuchó por afuera y un destello de luces logró atravesar los pequeños centímetros que faltaban por debajo de la misma. Pronto lo que parecían dos pies se pararon justo adelante y unos golpecitos alterados sobre la madera fue lo único que se escuchó por ese rato. Estiré mis dedos de mi mano izquierda y las garras crecieron un centímetro más abajo que mis uñas.

Los golpes saciaron unos segundos y después se volvieron más agresivos y persistentes. Fruncí el ceño, pero al instante en el que mi mente dibujó la silueta roja del otro lado de la puerta, tal como lo había hecho cuando aquel tipo apareció hoy, mi cuerpo dejó de responder a cualquiera de mis llamados. Mis músculos se tensaron y dolía un poco, como un pequeño calambre especialmente en mis piernas. ¿Debía levantarme e ir? Desconocía a aquel hombre, y quizás ni siquiera era él quien se encontraba ahí. ¿Pero y si sí lo era? Me había ayudado, a lo mejor fue él la razón por la que desperté en mi cama y no en el suelo.
Tantas dudas desembocaron en la acción de abrir la puerta con el mayor cuidado posible. Una vez pude ver de quien se trataba mi mente se alivió, pero mi cuerpo se tensó aún más.

Estaba ahí parado, ahora sin su máscara. Su piel era morena, de un tono bronceado y brillante. Su cabello castaño estaba peinado hacia atrás y algunos mechones caían sobre su frente de forma desigual, sus labios estaban apretados hacia un costado y su nariz un tanto arrugada. Me observaba de arriba a abajo, con su tonto ceño fruncido y una expresión difícil de leer. Una mezcla de desesperación y cansancio con un brillo intenso en sus ojos oscuros, que no paraban de ponerme nerviosa.

No voy a mentir; era realmente atractivo. Sus pómulos marcados resaltaban su rostro cuidado y su físico tan bien trabajado solo le aportaba muchísima más autoridad de la que ya ganaba con su mirada terrorífica.

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⏰ Última actualización: Aug 13, 2023 ⏰

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𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐋𝐄𝐒𝐒  | Miguel O'HaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora