She said, I was seven and you were nine
I looked at you like the stars that shineIn the sky, the pretty lights
And our daddies used to joke about the two of us
Growing up and falling in love and our mamas smiled
And rolled their eyes and said oh my my myTake me back to the house in the backyard tree
Said you'd beat me up, you were bigger than meYou never did, you never did
Take me back when our world was one block wide
I dared you to kiss me and ran when you triedJust two kids, you and IOh, my my my my.
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A pesar de que mi obsesión con Taylor comenzó con Fearless, es imposible dejar de lado el comienzo de la historia. Mi primer amor.
Los Miller se mudaron a la casa de junto en el verano que terminé el preescolar, de manera que no conozco una vida sin su presencia. La familia tenía dos niños, y mi amistad con la menor del linaje fue casi instantánea: al primer día, Addison corrió a mi puerta y me preguntó si podía montar mi bicicleta. Por supuesto, le dije que sí. Y el resto es historia. Somos mejores amigas desde entonces.
Mi enamoramiento no sucedió hasta los diez años, cuando una tarde lluviosa tomando un chocolate caliente en la casa de mi mejor amiga, lo vi por primera vez. En realidad, es una manera abstracta de decirlo. Lo había visto, por supuesto. ¿Cómo podría no haberlo hecho? Era el hermano de mi mejor amiga. Convivíamos a diario.
Pero un día, bajo la lluvia, con su cuerpo totalmente empapado, y su cabello cayendo en su absolutamente perfecto rostro, lo vi en realidad.
- ¡Alexander! ¡Entra ya! ¿Qué estás haciendo? – gritó Lily, su madre, quien de manera precipitada se esforzó en buscar una toalla y arropar a su hijo adolescente. Él tenía cuatro años más que nosotras.
- Vengo de correr, mamá. Y estaba buscando mis llaves, pero creo que no salí con ellas – espetó ofuscado, y luego, nos miró a nosotras, sentadas tranquilamente en el sofá de la sala -. Enana, pecas.
Solo dijo eso, y se perdió escaleras arriba. Alexander tenía la manía de llamarme pecas. No que fuese algo que pudiera ocultar: era pelirroja, y estaba en mis genes la pecosidad absoluta que recubría mi rostro. Pero para él era algo digno de darme un apodo desde mi primera infancia. Siempre me molestó oírlo, pero hoy... Me resultó hasta tierno. El amor ya brotaba por mis poros.
- Es un estúpido – dijo mi amiga.
- ¡Addison! ¡Cuida tus palabras! – la regañó su madre.
Y luego, seguimos viendo Hannah Montana. O eso parecía, porque en mi mente no podía dejar de pensar que, en ese momento, Cúpido me había flechado por siempre. Me casaría con Alexander Miller. Addie y yo seríamos hermanas de verdad, y tendríamos tres hijos. Quizás cuatro.
En ese momento no importaba la diferencia de edad, que yo estuviese en la primaria, y él en la escuela secundaria. No importaba que nuestras familias fuesen amigas desde el primer momento que ellos pisaron Connecticut. No importaba todas las implicaciones negativas que aquello podría tener. En mi burbuja, éramos él y yo. Nada más.
Por supuesto, eso no duró para siempre.
Me encargué durante el siguiente año entero de saber todo lo que pudiese sobre Alexander: cumpleaños, signo del zodíaco, intereses. Sabía que le gustaba el básquetbol y el atletismo, así como odiaba las matemáticas. Sabía que corría todas las mañanas y todas las tardes porque aspiraba a entrar al equipo del instituto. Sabía que su banda favorita eran los Beatles, y un poco más contemporáneo, Coldplay. Su batido favorito era el de chocolate (personalmente, prefiero el de fresa), y se volvía loco con los brownies que mi mamá solía cocinar. También sabía que era fanático de los Knicks. Era lógico, teniendo a Nueva York tan cerca.
Me gustaría decir que había sido sutil, pero no. Me aparecía en cada lugar que frecuentaba, me encontraba en su casa más de lo necesario. Y también escribía mi nombre junto a su apellido en todos mis cuadernos. Estaba obsesionada con él. Pero sabía que era amor, porque sentía desde mis entrañas el sentimiento más puro y genuino del planeta. O por lo menos, así fue por un tiempo. Hasta que la ilusión se esfumó.
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Riley's version
Teen FictionRiley había amado a Alex desde que tenía uso de la razón. Los Miller se habían mudado a la casa de junto en su infancia, y así como se había convertido en amiga inseparable de Addison, la pequeña de la familia; también había desarrollado un enamoram...