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Cuando me desperté estaba en aquel lugar pequeño, frío y húmedo.

Mismas paredes negras, mismas puertas,... No,espera, algo había cambiado. Donde se suponía que estaba la puerta de madera, solo había pared. Había desaparecido.
Entonces me percaté de que debía continuar por la entrada que quedaba a mi izquierda, debido a que la que estaba en frente seguía con las cadenas.

Me aventuré a atravesarla, y me encontré en una piscina. Una piscina vacía y sin escaleras. Podía ver el "cielo" de un extraño color rojizo, pero no sabía lo que habría una vez me saliera de ella, si conseguía escalar la pared, ya que ésta era demasiado alta para que yo la trepara y saliera.

En ese momento la piscina se empezó a llenar de agua. Dios sabe de donde salía ese agua. Entonces me di cuenta de la suerte que tenía, ya que la piscina se llenaría y yo saldría flotando de allí. Como escuchando mis pensamientos, alguien (o algo) me ató los tobillos al suelo de la piscina con unos grilletes. Me paralicé de pavor. Recé. Y esperé. El agua me llegaba casi a la nariz, y cuando ya estaba deseando que todo pasara rápido, cerré los ojos.

Cuando me desperté estaba en aquel lugar pequeño, frío, húmedo y sin puertas.

¿Sin puertas? ¿Dónde estaba la puerta blanca? Miré hacia donde se suponía que estaba, y sólo vi una gran abertura y unas cadenas tiradas en el suelo. De repente, empecé a oir un sonido cada vez más y más fuerte. Bip-Bip-BIP. Cerré los ojos una última vez.

Cuando me desperté estaba tranquilamente tumbado en mi cama y a mi lado estaba sonando la alarma que indicaba que tenía que ir al colegio.

-¿Hijo me has llamado antes?-gritó mi madre.

Entonces sonreí, recordando que todo había sido una mala pesadilla.

Una puerta de salidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora