Chapter Nine

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Tom's POV

— No te diré nada hasta que tu me digas quien eres y que haces aquí. — le contesté.

— ¿Quien eres tú para preguntar eso? — el bajo la mirada y vio todos los regalos —. Supongo que son para ella.

— Eso no te incumbe.

— Claro que si, además se nota que no la conoces.

— Si la conozco y más que tu.

— Mientes, si fuera así sabrías que ella odia los chocolates, las rosas le causan alergia y que no le gustan los peluches.

Mierda, todo lo que traje esta mal.

— ¿Qué está pasando aquí? — Ella salió con una bata de baño y con el cabello mojado.

— ¿Quien es el? — señale al chico que estaba a su lado.

— Tu qué haces aquí, vete. — en cada una de sus palabras se sentía el desprecio.

— Samira.. Porfavor. — supliqué con mi mirada —. No dejemos las cosas así.

— ¿Qué no la escuchaste? Adiós. — me cerraron la puerta.

— ¡No me voy a rendir! — grité y volví a entrar a mi auto.

Tire las cosas a los asientos traseros y empecé a conducir.

No quiero hacer esto pero realmente no tengo otra opción, es lo único que me queda por hacer; necesito la ayuda de Maya para que me perdone.

— Mátenme. — lleve una me mis manos a mi frente —. No puedo creer a lo que estoy llegando por una mujer.

Que me esta pasando.

Que estoy haciendo.

Desde esa vez no dejo de buscarla, y ahora que la encuentro no paro de arruinar todo.

— Soy un idiota, un completo idiota.

Si es que no sigue junto a Bill tendré que llamarla, aun que no creo que sea buena idea.

* * *

— Ya llegué. — me tire al sofá de la sala.

— ¿Como te fue? — Su sonrisa me estresa.

— De la mierda. — me siento muy frustrado.

— ¿Tan mal la pasaste? — Se sentó a mi lado.

Es ahora o nunca.

— Necesito tu ayuda Maya.

— ¿Ah? — Su confusión se hizo notoria.

— Como escuchaste, necesito que me ayudes.

— ¿Acaso bebiste? — Se alejo de mi —. Tu me odias.

— Y eso no va a cambiar, pero en verdad te necesito.

— Eso sonó muy raro.

— No lo digo de esa forma, loca. — le lanze un cojín.

— Si te pones así no te ayudaré en nada. — me devolvió el golpe.

— Esta bien, lo lamento.

— Qué necesitas.

— ¿Que hago para que Samira me perdone? — su cara de decepción me lo decía todo.

— ¿Ahora que hiciste, idiota? — Se cruzó de brazos.

— Mi intención era regalarle chocolates, rosas y un peluche.

After All  - Tom KaulitzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora