Fábula

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En un lindo y apacible estanque vivía una ranita llamada Emily. Ella deseaba más que nada en el mundo tener una amiga de verdad, alguien en quien pudiera confiar y que la apoyara en todo.

Día tras día trataba de acercarse a distintas criaturas pero todas se alejaban debido a su aspecto.

Un día, una zorra muy bella estaba pasando por el estanque. Emily saltó y dijo

—Holiwis.

—Hola. —Había un toque de recelo en su voz.

—Me llamo Emily, ¿tú cómo te llamas?

—Crystal.

La ranita pensó en una forma casual de iniciar una conversación.

—Y... ¿a dónde vas?

—Eso no te incumbe. —Y se alejó corriendo.

Emily suspiró. No era la primera vez que le pasaba eso, y seguro que no sería la última, pero nunca se acostumbraría al rechazo.

Volvió a su casita en el fondo del estanque y se puso a escribir en su diario. Con cada nuevo encuentro ella añadía una nueva entrada. Lo narraba en forma de poesía. Se le daban bien las palabras siempre y cuando estuvieran escritas; hablando era un desastre andante.

Sintió un movimiento en la superficie. Nadó hasta encontrarse con un cisne.

—Oh, lo siento debí suponer que había alguien aquí. Soy Silver, ¿tú eres?

—Emily, ¿qué hace un cisne como tú aquí tan solo?

—Me echaron

—¿Qué? ¿Por qué? —Emily sentía una fuerte curiosidad.

—Al parecer los cisnes tienen ciertos estándares de belleza y elegancia. Yo no cumplía con lo segundo. Dijeron que tengo la gracia de un pato, ello conocían perfectamente mi odio por esas cosas.

Emily se sintió extrañamente agradecida por no ser un pato.

—Ahora ando sola por el mundo.

—Yo siempre he estado sola.

—Parece que tenemos algo en común —exclamó Silver con una sonrisa—. Podríamos ser amigas.

—¿Segura? ¿No vas a salir corriendo, o volando, o lo que sea que hagan los cisnes, al verme? —La ranita ya estaba demasiado extrañada de que no hubiera pasado algo malo.

—Mmm... No veo por qué tendría que hacerlo.

La sonrisa más profunda que Emily pudiera recordar se escapó de sus labios.

—De acuerdo, pero debes tener cuidado. Tengo un mal historial con las chicas con nombres de gemas. —Ambas rieron.

Emily se había equivocado acerca de algo: el incidente con Crystal sí fué la última vez que eso le pasaría.

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