Campos secos

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El Sol brillaba en el Cielo Azul y el viento soplaba sobre la hierba del campo. El camino se hacía cada vez más corto mientras veía en la distancia mi destino. Había venido desde muy lejos en obediencia al mensaje del Rey cuando me dijo en su carta traída por su paloma: «Ve al poblado que está a las afueras de la Ciudad Perdida, y ayúdalos» No sé qué clase de ayuda debo brindar. Pero aquí voy, dispuesto a obedecer y servir en todo cuanto necesiten. Había llegado a los límites que separaba los campos de Pérdida y los campos del poblado Ganado. Pero mi sorpresa fue grande cuando vi aquel panorama: Los campos de Perdida estaban cubiertos por la sombra de negros nubarrones en el cielo; pero el trigo estaba entre dorado y blanco, listo para la siega. Desafortunadamente en los campos de Ganado, aunque estaban bajo la brillante luz del Sol, las espigas estaban secas y marchitas, como si desde hace mucho tiempo nadie los estuviese cuidando. Pero no solo eso. Me acerqué a sus árboles y sus hojas estaban con varias tonalidades de colores amarillos y marrones, sin frutos, y secos. Algunos los encontré incluso huecos en su interior. «Pero…, ¿qué es esto?» Lo que estaba viendo me parecía inaudito. «Estos campos están descuidados ¿Qué están consumiendo en este pueblo…? ¿Con qué se están alimentando? Del grano del Rey no es, miren tan solo estos campos. Y sus árboles, ni siquiera dan frutos, ni malos ni buenos» Fue entonces cuando escuché el estruendo de los truenos a mis espaldas. Cuando voltee a ver, vi a los nubarrones aproximarse un poco en dirección al poblado. «El Opositor ha dejado a sus emisarios al frente de esta ciudad. De alguna manera consiguen ganar terrenos para las sombras de sus dominios. Si siguen así, Ganado se convertirá en parte de Perdida, y caerá en tinieblas como ella» Miré los campos secos nuevamente y luego dirigí mi vista a la ciudad. «Debo impedir que se pierda. A eso he venido» Tome algunos granos de las espigas moribundas y me los eche en el bolsillo. Mire nuevamente la ciudad Perdida y luego el poblado Ganado. «Hay mucho que hacer, a trabajar»

La guerra por las almas perdidas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora