Yeosang fue llevado a las instalaciones ubicadas en las afueras de la ciudad, un magnífico complejo donde producían cosméticos para la piel.
"Talvez mi padre quiera usarme para probar los productos" pensó al entrar al edificio siendo guiado por un callado Daniel que caminaba delante y le decía que apresurara el paso.
Llegaron al ascensor y Daniel indicó al portero que los enviarán a los pisos inferiores, este último mirando con recelo a Yeosang y su maleta, pero obedeciendo de todas formas.
Si el edificio era grande entonces el subterráneo era abismal...
Extensos pasillos se mostraban al igual que un laberinto y gente con radios y batas de distintos colores caminaban sin darles una segunda mirada ante los extraños carteles que decían: 'cultivo de setas parlantes' 'preservación de centauros vivos' o 'recuperación de hibridos animal humano'.
Dejó las maletas en recepción por orden de su padre, frente al cartel:
'Habitad del último tritón del Pacífico'
Daniel le dijo que esperara que hiciera un buen trabajo y lo despidió dentro de una de las habitaciones.
Unos hombres lo condujeron al vestuario donde procedieron a desnudarlo y la enfermero, Lucas, lo envió a un sauna especial donde varios estilistas limpiaron su cuerpo a conciencia.
Trató de no sentirse usado, sin embargo era inevitable.
Todo era blanco, pulcro y limpio.
Las paredes y el suelo, la gente y sus manías.
—¿Voy a los juegos del hambre? —preguntó para romper la tensión.
—No —negó Lucas, impasible— , solo te preparamos porque a Jongho le gusta la limpieza y es muy meticuloso
—Tu eres lindo —otro chico que no participaba en la "evaluación" se acercó a él—. Tienes buen cuerpo y un culo de chica —le dijo dándole un ligero pellizco por detrás.—Oiga —se quejó Yeosang.
—Lo siento, soy Kim Hongjoong encargada de Jongho —se presentó el castaño que lo había nalgueado— vine a verificar que seas confiable. Le gustaras mucho. Ha estado muy estresado desde que llegó a la madurez sexual y sus juguetes no lo satisfacen como deberían...
—¿Quien es Jongho?
—¿No leíste el cartel? —Hongjoong arqueó las cejas levemente sorprendida.
—Los tritones no existen.
—Entonces ¿Porque estás aquí? —el trataba de ser amable—. Que no los hayas visto no significa que no existan.
—No lo sé, mi padre quiere dinero con mi cuerpo —bajó la voz— no sería el primero, simplemente ya no me importa...
Estaba cansado de luchar.
Hongjoong no pretendió entenderlo, sonreía sosegadamente, más interesada en la crema de menta que Lucas trajo para que la untaran sobre el cuerpo del ojiverde.
En realidad todo el personal de aquel lugar hablaba de él como si no estuviera, más concentrados en darle a su supuesto tritón algo resistente para entretenerse.
—Terminamos —dijo Lucas— ponte esta bata y sal por esa puerta, la que está a tu derecha.
Yeosang lo hizo.
Desnudo y limpio con una fina bata caliente, encontró ropa nueva
Los blancos pasillos esmaltados se terminaron apenas pisó el otro lado del umbral.