Prólogo

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¿Alguna vez se han replanteado el por qué de las cosas?

Por ejemplo, ¿Por qué ahora una persona que muere, vuelve a la vida con el mero objetivo de comerte viva?

O, mejor...

¿Por qué, en el viejo mundo, habían leyes?

Para cumplirlas y que nadie haga lo que se le de le de la gana. Porque si eso pasa, se va todo a la mismísima mierda. Porque si no hay criterios, si no hay algo que determine que una acción está bien o mal, no se puede llegar a nada.

Y hoy en día es muy fácil que todo se vaya al diablo. Muy fácil, demasiado para mi gusto.

Entonces, es por esto que yo desde el día uno tengo mis convicciones. Mis reglas.

Algunos pueden pensar que soy una obsesiva de mierda, loca, demente. Lo que quieran. No interesa. Pero yo soy una persona muy meticulosa, y me gusta que las cosas se hagan como yo las quiero, y estas estúpidas reglas a mi me sirvieron.

Primero.

Evalua tus alternativas y lidérate a ti misma.

Nunca estuve en un grupo. No hasta ahora, pero no es un grupo como tal, bueno, en un rato les explico.

Es lógico que si estás en un grupo con más gente, alguien tiene que guiarlos, ¿No?

Y aquí es cuando entra esto que digo. Tienes que saber bien que camino vas a tomar.

Si tu "líder", el que está a cargo, arma un plan, y a ti te toca hacer algo que no te parece correcto, no tienes que obedecer. A veces hay que hacerle caso a tu instinto.

El instinto de uno mismo es importantísimo.

Hace tres meses estoy en un pequeño grupo con dos mujeres, y yo no dependo al cien por cien de ellas, y ellas tampoco de mi. Porque a mí no me gusta que me manejen la vida, realmente lo detesto.

Y acá entra la segunda regla. Que, por cierto, va de la mano con la tercera.

No confíes en nadie.

Recuerda que no estás solo.

Yo soy perfectamente consciente de que hay gente mala además de nosotras tres. Gente que si te las cruzas vas a querer estar muerto. Y es por eso es que considero de que siempre es mejor estar acompañado con alguien que conozcas para que, en caso de que las cosas se compliquen, te salven las papas. Y, bueno, claramente si ellos te salvan, tu también tienes que salvarlas cuando los papeles se inviertan. Porque los favores se devuelven. Eso es así, siempre. Y ahora que lo pienso, es una regla muy buena. Pero solo eso, nada mas. No pienso que sea una excelente idea encariñarse con alguien hoy en día. Porque la confianza es algo serio. Tienes que fijarte bien en que clase de persona depositar esa confianza, porque, por si fuera poco, uno nunca termina de conocer bien a la gente. Desgraciadamente es así.

Convivo con dos mujeres, ya lo dije. Ambas son polos opuestos.

Una de ellas es la típica que le gusta hablar de su vida y de si misma, y que tampoco para de quejarse. Aunque voy a admitirlo, hay momentos en los que logra que nos riamos un rato.

Ella se llama Andrea.

Tiene coraje, si. Pero no es del todo fuerte.

Después está Michonne. Ella es más como yo, y es posiblemente la más inteligente de las tres. Ella le salvó la vida a Andrea hace unos meses.

Después, estoy yo. Sin dudas creo que soy la más meticulosa de las tres. Me fijo hasta en absolutamente todo y en las consecuencias que traiga lo que sea que hagamos.

Bueno, por último, la cuarta y última regla.

La sangre nunca significa nada bueno.

Creo que no hay mucho que explicar, ¿Cierto?

Sangre de los errantes, sangre de tus compañeros o tu propia sangre, hay que evitarla. Nada bueno puede resultar cuando hay sangre cerca.

El anterior mundo ya me puso muchas trabas en el camino. Me venció muchas veces, me hizo perder mucho. Y es por eso que tantas pérdidas me fueron fortaleciendo con el pasar del tiempo, llevándome a ser quien soy el día de hoy.

Yo no pienso dejar que este mundo me vuelva a vencer.

━━ Vamos. No perdamos el tiempo. Ya descansamos lo suficiente.— El ver a lo lejos a un errante, me hace salir de todo tipo de pensamiento.

De nuevo, a seguir con nuestra rutina. A seguir escapando de los muertos.

RULES - Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora