—¿Necesitas otro disco?.
Le asiento con curiosidad y agradecimiento. Me había pasado el resto de la tarde enfrascada en el móvil, y también un tiempo en la compu. La Universidad había cerrado hace unos minutos. Después de todo, no estaba tan mal. Y por suerte, lo añado, es solo frecuencia uno.
Enzo, se había pasado a dejar la pieza de la radio. Al final de todo, se ofreció a buscarla en mi lugar. ¡Lo amaba!. Y eso me recordaba algo.
—Enzo...
—¿Si?.—Asiente con una falsa inocencia.—Solo se lo dejé porque sabía que tu no lo harías. Exijo compasión, no me mates.
Estallo en carcajadas, sorprendida.
—Estaba pensando que te habías ganado la guerra. Pero por suerte lo analicé bien y.. sólo le diste mi número. Nada más, no hay lío. —Entrecierro mis ojos— Es decir, ¿sólo le diste mi número, cierto?
Lo escucho atenta aclarar su garganta.
—Tal vez añadí un pequeño detalle.—Duda, pero luego se arma de valor.—Le he dicho que tienes unos geniales gustos musicales, en especial: De los noventa.
Frunzo el ceño molesta. ¿Mis gustos musicales?.
—Enzo, ayer justamente me pidió una canción de los noventa y le ofrecí Bruno Mars, ¿se ha tragado tu cuentesillo?.
Él asiente.
—Eso creo.
Decido ignorar toda la información y, con ímpetu y emoción prendo la radio. El leve sonido de una melodía carrasposa, se reproduce.
—¿Qué es eso?.
—No lo sé.—Le aclaro a Enzo.—Es un ruido molesto.
La apago molesta y arrugo mi nariz al observar la radio casi en el borde de la muerte.
—No se ve bien.
La campanilla de la tienda vibra, sonrío.
—Bienvenido a la tienda de discos del señor...
Me encojo de hombros, molesta e inofensiva.
—Adhara, que coincidencia—Jat, mi ex, se pasea a través de las disqueras.—Quiero algo interesante, ¿se te ocurre algo?.
Estoy a punto de registrar los cajones, pero Enzo se apresura y retira mis brazos, para comenzar a rebuscar el mismo.
—Adhara necesita descansar. Yo lo hago por ella.—Su tono es arrogante y helado.—¿Te parece Bruno Mars?.
Una sonrisa divertida se escapa de mis labios. Se había hecho costumbre elegir al anterior cantante. Le hago un escaner mental a Enzo. Era guapísimo. Siempre había tenido un gran partido. Era un joven de cabello castaño, muy largo y brillante. Sus ojos eran verdes y atractivos, te encrispaban de inmediato. Llevaba un pequeño arete colgando en el entremedio de su nariz.
Era simplemente perfecto.
Tras agarrar los veinte pavos de Jat, mi amigo dedica una sonrisa triunfante y besa mi mejilla dulcemente.
—De nada.—Susurra.
Jat, todo el tiempo me había engañado. Pero por alguna razón, no me dolió, no sufrí, no lloré. Pero si le conservaba un poco de rencor, siempre burlándose de mi trabajo y de mi vida. Cuando el simplemente no se daba cuenta de el estúpido marrano que era.
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Maldita Obsesión ©
Teen FictionSólo recuerdo sus ojos color miel. Recuerdo su hermosa sonrisa. Recuerdo su música extraña. Recuerdo su nombre: Nave Y se muy bien la razón por la que no logro sacarlo de mi cabeza.