Séptimo pétalo

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La verdad es dolorosa

No sé que fue más triste

Saber el motivo de tu huída

O el motivo de tu partida

Ahora...

¿Que puedo hacer?

Quiero verte

Se que me amaste

No me arrepiento de mis decisiones

Te hice una promesa

Aún te recuerdo

Te buscaré e iré a verte

Espérame un poco más, cariño

Pronto te encontraré.

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No debía ser un genio para saber dónde estaba de nuevo. Ni siquiera debía abrir los ojos, encontraría solo un blanco techo, el insoportable pitido de las máquinas y su cuerpo lleno de agujas.

Pero, a su nariz llego un agradable olor, no era el clásico aroma insípido de la medicina, era un suave olor a... Café.

Se obligó a abrir los ojos, miraba borroso como si una bolsa transparente obstruyera su vista, pero lo vio, eran esos ojos...

Su chico de ojos turquesa.

O eso pensó, hasta que su vista enfoco bien y en vez de una cabellera negra, vio cabello rojizo, ojos turquesas y abundantes pestañas.

— Hola, campeón — escucho la voz de su padre a su lado y volteo a verlo.

Su padre y su madre tenían los ojos rojos mostrando signos de haber llorado, su madre tomaba su mano, pero no la sentía.

Por la ventana detrás de ellos noto que era de día y se preocupo pensando en cuanto tiempo se habrá quedado desmayado.

— No te fuerces a hablar, cariño — su madre habló con amor

Cerro los ojos a modo de afirmar, pues su garganta no emitía sonido alguno, ni siquiera volvió a intentar hablar, su vista regreso al pelirrojo que lo miraba con pena.

— Hijo, el joven es Itoshi Sae quiere hablar contigo — su padre dijo despacio

Los ojos de Isagi brillaron, quería saber, necesitaba saber que es lo que aquel chico necesitaba decirle, ahora sí intento hablar, pero cada que sus cuerdas vocales se forzaban sentía un intenso ardor, que dejo de intentarlo.

La puerta se abrió y una enfermera les dijo que Noa los llamaba.

— Joven, se lo encargo, ahora que estén a sola puede hablar con él — Issei se dirigió a Sae quien solo asintió — Cualquier cosa llámanos, por favor —

— Por supuesto, señor Isagi —

Ambos señores salieron de la habitación y ambos se quedaron solos con el ruido de las máquinas de fondo.

La enfermara los guío a una habitación privada pues aunque no sea el lugar de trabajo de Noa, al ser un doctor reconocido el hospital estuvo feliz de cumplir sus exigencias.

No Me Olvides [RinSagi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora