Marcha de taxistas

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—¡Noticia de último momento! La gran marcha convocada por el gremio de taxistas ha cambiado su rumbo y se dirige ahora hacia la ruta norte del aeropuerto internacional, con miras de seguir atrapando a todo transportador ilegal. Hasta el momento, se han contado cerca de 24 automóviles entre destrozados y quemados por parte de los huelguistas.

Inosuke Hashibira, el mejor taxista de Hashibiraland (fuente: Perfil de Uver), miró con preocupación los alrededores de la carretera por la que iba y luego a su teléfono, donde tenía el GPS.

Miró un momento por el espejo retrovisor y detuvo el automovil blanco que manejaba.

—¿Puede sentarse al frente?

—¿Disculpe? —preguntó su única pasajera.

—Es que si la ven atrás pensarán que soy un ilegal y me dañarán el carro.

—¿Usted no dijo que era el mejor taxista de la ciudad?

—Nunca dije que legal.

La joven adulta se quedó viendo al mejor taxista ilegal de Hashibiraland por el retrovisor.

—¿Quiere llegar al aeropuerto o no?

—Pues es su carro.

Inosuke pasó el hombro sobre su asiento y miró a los ojos a su pasajera.

—Lo saqué hace un mes, señorita, por favor.

—¿O sea que no es taxista, ni legal, ni el mejor en su oficio? Su publidad es tan engañosa que voy a demandarlo.

—Ay, no es mi culpa que se la haya creído tan fácil. ¿Puede pasarse adelante?

Un minuto después, la joven Kanzaki estaba sentada junto al Hashibira y el auto estaba en movimiento.

—¿No podrían tirarle una piedra al panorámico y herirme?

—Ahí sí no sé, suerte si pasa.

Aoi miró con enojo al chofer.

—Voy a calificarlo con una estrella en la aplicación, señor Hashibira —expectó la joven.

Entonces él la miró ofendido.

—Le estoy deseando suerte ¿y así me responde esta desagradecida?

—¿Desagradecida yo? Si usted me engañó con falsa publicidad en su perfil de Uver.

—Eso no es mi culpa.

—¿Y por qué se compró un carro blanco? Es el color que siempre usan los ilegales.

—¿Y para qué se subió?

—Voy a demandarlo.

La tensión que se sentía entre los dos, de repente se volvió pánico cuando, cerca de la última curva que daba con la entrada al parqueadero del aeropuerto, una conglomeración de gente avanzaba saliendo del aeropuerto.

Encabezándolo, un hombre flaco y alto con el pelo amarrado en cola de caballo portaba a sus espaldas la bandera del país y una antorcha en su mano derecha.

—Diga que es mi hermana. Inventaremos lo que salga, pero no deje que me dañen el carro.

Aoi estaba mortalmente pálida, por lo que solo pudo asentir un poco y esperar mientras el auto de su chofer se detenía por orden de los huelguistas de primera línea.

Entonces, cuando se detuvieron a un lado de la carretera, el líder de la marcha se acercó a ellos.

—¿No huelen ustedes a transportistas ilegales que nos roban el trabajo? —habló el hombre flaco mientras se recostaba en la ventana del piloto.

—Somos hermanos —respondió Inosuke.

El hombre inspeccionó la cara de Inosuke y miró a la huelga, que se había detenido con él.

—A ver los papeles.

—Disculpe señor, usted no es oficial así que no le daré nada —anunció cortante Aoi.

El huelguista bajó un poco más su mirada y la conectó con Aoi.

—Es que fue adoptada por otra familia, no tenemos los mismos apellidos —rescató Inosuke, entrometiéndose entre ambos con una sonrisa tensa.

El hombre los miró, luego a la huelga, que alzaron una botella con gasolina e inclinaron levemente su cabeza, para preguntarle si procedían, luego los volvió a mirar a ellos.

—A ver, bésense.

—¿Perdón? —Aoi reaccionó.

—Bésense.

—Oiga, le dije que somos hermanos —respondió algo ofendido Inosuke, pensando en cómo había ese hombre ignorado su excusa maestra.

—¿Y qué? —respondió el hombre—. ¿O les quemamos el carro?

El hombre de pelo rubio con puntas rojas encendidas sonrió y se acercó con su botella con gasolina, pronunciando con sus labios "¿le echo?", a lo que el huelguista en jefe respondió con una mano extendida.

—¿Entonces?

Inosuke volvió a ver suplicante a su pasajera.

Aoi negó con su cabeza.

—No, no, yo-

El hombre flaco volteó sus ojos y asintió a su compañero.

—Échele.

—¡Era broma, ella lo hará, ella lo hará! —gritó en pánico el Hashibira.

—¿Mm?

El hombre flacó los miró con interés.

Entonces, antes de que la Kanzaki pudiera protestar nada, el Hashibira le plantó un beso en los labios.

—¡Puag! —gritó ella tan pronto se separaron.

—Sí, puag. Que mal hermano mayor eres.

La mirada denigrante del huleguista hirvió la sangre del Hashibira, que si no fuera porque el carro era nuevo, habría salido a darle su merecido a ese flacucho huelguista.

Sin embargo, ese día el mejor taxista ilegal de Hashibiraland pudo cumplir con su viaje, sin perder su carro de camino.

Aunque le puntuaron con una estrella.

[FIN]














—¿Uver? Los de la huelga tienen convenio con la aplicación, así que a esos no les quemaban el carro.

Inosuke bajó la botella que tenía en sus labios y miró incrédulo a su amigo taxista.

—¿Qué?

El pelirrojo asintió y luego alzó sus hombros.

—Al final la aplicación es legal.

—¿Qué?

Luego su compañero siguió hablando de los muchos temas que oía en su medio de trabajo, mientras Inosuke Hashibira sentía que sin duda, era ahora el mejor taxista (legal) de Hashibiraland.

Marcha de taxistas - InoAoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora